La
institución de una Inquisición aparece por primera vez en la historia en territorio germánico el año 1231,
y va dirigida contra los cátaros de Renania, la eliminación
de los cuales, es confiada por el papa a Conrad de Marburg.
El año 1233, en Occitania, el "Inquisitio heretice pravitatis" (función de investigación
sobre la depravación herética), es instaurada oficialmente
y Gregorio IX, inviste del poder de este "Santo Oficio" a dominicos
y franciscanos.
La
palabra Inquisición significa propiamente investigación.
El procedimiento será dirigido por un verdadero tribunal, con un juez que "instruye"
cada caso, interrogando bajo juramento a los testimonios aportados, con la intención
de obligarles a decir toda la verdad, tanto si se trata de ellos mismos como de otras personas.
La Inquisición pues, como procedimiento de investigación, exigía
testigos, reclamaba listas de nombres y se basaba en el sistema de
la delación. Su principal objetivo fue el exterminio de la religión cátara,
mediante la eliminación de sus pastores y el desmantelamiento
de las redes de solidaridad que les apoyaban.
La
Inquisición era odiada, por sus métodos. Los inquisidores llegaban en
los furgones del ejército de ocupación, y rápidamente se dirigía a registrar
el terreno, hasta el punto, que hacía de cada habitante un sospechoso
en potencia y de la Iglesia de los Buenos Cristianos, una Iglesia
del desierto. Funcionó y se fue organizando lentamente, cada vez de forma
más burocrática y sistemática.
El objetivo
de sus investigaciones era muy simple: identificar todos los perfectos y las
perfectas clandestinos, todos los ministros y pastores de la religión
disidente, sacando conclusiones a partir de los testimonios y las declaraciones de los testigos.
Los registros de los interrogatorios o de las deposiciones, funcionaban en este aspecto como
verdaderos ficheros, en los que destacaban nombres y lugares. Cada perfecto o perfecta
identificado y arrestado, era sistemáticamente "entregado al brazo
secular", es decir, condenado a la hoguera si rehusaba abjurar. Si
abjuraba, incurría en penas menores: la condena a las "cuatro
paredes", la prisión, perpetua o no, "estricta" o no (la prisión
"estricta" equivalía a una condena a muerte disimulada). Si abjuraba y
aceptaba ser colaborador de la Inquisición, recobraba la libertad,
quedando bajo la protección y el control del tribunal.
Sin ninguna duda
la inmensa mayoría de perfectos no abjurararon, y fue de esta manera
como la continuada represión selectiva, el terror generalizado y la delación
erigida en sistema debido al miedo y la codicia, llevadas a cabo por la
Inquisición desde 1234 a 1325, logró la total desaparición
de la Iglesia cátara en Occitania. Algunos de sus
miembros se refugiaron en Lombardia y Cataluña, y el
resto, uno trás otro, fueron siendo eliminados por medio del fuego.