Ideas que tienen éxito
Las ideas que mejor se diseminan
siguen el principio de la economía del pensamiento
de mayor simplicidad y de más capacidad evocativa
JOAN BESTARD - 03:35 horas - 17/03/2004
Una de las cuestiones que han resultado
más fascinantes en la antropología es el problema
de la transmisión cultural ¿Cómo se
transmiten determinadas ideas, representaciones, hábitos,
maneras de hacer y conocimientos en un grupo humano? Esta
pregunta implica otra: ¿por qué en los procesos
de transmisión cultural hay determinadas representaciones
culturales que permanecen relativamente estables a través
del tiempo, mientras que otras desaparecen o cambian? Podríamos
decir que lo que denominamos cultura en una población
humana determinada se basa en la constatación de
que los seres humanos se comunican entre sí e interactúan
con otros individuos que tienen ideas similares o diferentes.
A causa de esta interacción mantienen o modifican
en sus mentes ciertas ideas. Cuando hablamos de cultura
nos referimos básicamente a las similitudes entre
ideas que podemos encontrar entre los miembros de un grupo.
Desde esta perspectiva la cuestión pertinente es
por qué se consigue esta similitud en las representaciones
culturales. La cuestión puede parecer un truismo
puesto que la comunicación necesita de la similitud
para que sea posible. Sin embargo, permite plantear cuestiones
relativas a la evolución cultural ¿Cómo
explicar que hay representaciones que tienen más
éxito reproductivo entre los miembros de un grupo
humano y, por tanto, consiguen esta similitud?
Una de las respuestas sobre la similitud
de representaciones culturales es la capacidad replicativa
que tienen determinadas ideas. Esta respuesta proviene básicamente
de biólogos como Dwakins que usan la analogía
de la trasmisión genética. De la misma manera
que los genes que se transmiten hereditariamente son los
que sobreviven a la selección natural, las ideas
culturales siguen el mismo proceso de transmisión.
Los memes de que habla Dwakins son las representaciones
culturales que se replican porque tienen éxito reproductivo.
Son unidades culturales que fácilmente son registradas
y reproducidas en las mentes de los individuos humanos.
Esta unidades se diseminan rápidamente por replicación
entre una determinada población. La imitación
es el mecanismo central que permite explicar su difusión
y su permanencia depende de la selección natural
de estas ideas. Si una idea se replica rápidamente
es porque tiene ventajas en el conjunto de ideas que hay
en la mente de un individuo.
La otra respuesta a la similitud
de ideas pone el acento en la distorsión, en vez
de en la replicación. El centro de su análisis
son las características de la mente humana, más
que las propiedades de una idea. La mente humana procesa
la información que recibe, la transforma y produce
ideas que se transmiten a otras mentes. Esta respuesta proviene
básicamente de algunos psicólogos y antropólogos
cognitivos como Dan Sperber y Paul Boyer. Para ellos la
mente es un organismo activo en el proceso de recibir y
reproducir información y la ley de transmisión
cultural no se basa en la replicación, sino en la
transformación. El cerebro humano trabaja activamente
la información que recibe de múltiples y diferentes
fuentes, la transforma y la reproduce. Cuando transmite
la información no lo hace como una fotocopia o un
ordenador que copia para otros ordenadores determinado mensaje.
Para los antropólogos cognitivos el problema es explicar
precisamente lo que la otra perspectiva da por supuesto.
¿Por qué hay ideas que se replican cuando
la mente humana de los individuos que las reciben las procesan,
transforman y distorsionan? ¿Por qué hay ideas
que se contagian tan rápidamente y se reproducen
fácilmente? ¿Cómo podemos hacer una
epidemiología de las ideas?
En antropología la forma de
responder etnográficamente a estas cuestiones ha
sido el análisis de las representaciones religiosas
¿Por qué hay ideas religiosas que han tenido
gran éxito reproductivo y, por tanto, una relativa
estabilidad entre las culturas humanas? ¿Por qué
en las culturas humanas encontramos dioses, antepasados,
espíritus, brujos y demonios? Téngase en cuenta
que las respuestas clásicas a la explicación
del hecho religioso por la necesidad de entender intelectualmente
el cosmos, por la necesidad de dar consuelo emocional a
nuestras paradojas morales, por la necesidad de un cimiento
social, o por la insuficiencia de la razón ante las
paradojas del mundo son insuficientes y parciales,
si la pregunta la hacemos en términos del éxito
reproductivo de determinadas ideas religiosas. Como se pregunta
Paul Boyer, ¿qué es lo que hace que una proposición
del tipo Existe un dios. Es omnisciente, pero impotente
tiene aparentemente menos capacidad reproductiva que la
proposición Existe un dios. Sabe todo lo que
hacemos? Si intuitivamente podemos afirmar que la
segunda proposición nos parece mejor que la primera
para constituir una cultura religiosa, podríamos
conjeturar que es debido a que ha sido elaborada siguiendo
determinadas recetas mentales o lo que las ciencias
cognitivas denominan esquemas conceptuales. Fijémonos
que la respuesta a estas cuestiones se tiene que hacer a
partir de lo que conocemos sobre el funcionamiento de la
mente humana. ¿Cómo se forman los conceptos
en la mente humana? ¿Cómo llegamos a formarnos
lo que Dan Sperber denomina misterios relevantes?
Téngase en cuenta que la respuesta
a la existencia y diseminación de determinadas ideas
religiosas no necesita de la hipótesis de un pensamiento
religioso específico en la mente humana. La pregunta
es sobre la diseminación de ideas religiosas, pero
la respuesta es sobre los mecanismos cognitivos del cerebro
humano. Hagamos un ejercicio mental fácil para las
personas escépticas e imbuidas de sentido común,
¿por qué la gente cree en tales ideas contrarias
a toda representación cotidiana y empírica
del mundo? La respuesta es doble: porque son contrarias
a todo sentido común misterios y porque
son plausibles relevantes. En la medida en que son
misterios aparecen como una provocación clara al
sentido común empírico. Ello los hace incomprensibles,
pero fácilmente capaces de memorizar. En la medida
que son misterios, las explicaciones que dan sobre determinados
hecho son consistentes. Si partimos de sus principios, sus
explicaciones son congruentes. Por otra parte, estas ideas
son relevantes en la medida en que tienen gran capacidad
de evocar diferentes sistemas cognitivos. La creencia en
un Dios omnisciente activa nuestro sistema de psicología
intuitiva, es decir, la capacidad de representarse la intención
de los otros, un elemento fundamental en la evolución
humana. Cuando los creyentes rezan a los dioses, activan
el sistema de comunicación verbal que representa
a los otros como agentes intencionales. Cuando piensan que
una acción puede ofender a Dios, activan el sistema
de sentimientos morales. Cuando hacen ofrendas a los dioses,
activan el sistema de intercambios sociales basados en el
principio de reciprocidad. Las ideas religiosas que han
tenido más éxito a lo largo de la evolución
humana son, pues, las que tienen más capacidad evocativa
de diferentes sistemas cognitivos de nuestra mente humana.
Han tenido menos éxito las ideas que son inconsistentes
omnisciente, pero impotente, o las
que se acercan imprudentemente a la comprobación
empírica los jueves, milagro.
Esta incursión sobre las ideas
religiosas permite conjeturar las razones del éxito
de determinadas representaciones culturales. Deben tener
la capacidad de movilizar diferentes sistemas cognitivos
y mantener el principio de relevancia. Los artefactos que
tienen más éxito reproductivo son los que
no sólo son útiles, sino al mismo tiempo bellos,
fáciles de utilizar y buenos para comunicarnos. Las
ideas que mejor se diseminan son las que siguen el principio
de la economía del pensamiento de mayor simplicidad
y de más capacidad evocativa.
Joan Bestard es profesor de Antropología
en la Universitat de Barcelona. Ha sido profesor visitante
en The University College de Londres, en la Universidad
de Cambridge y en la Escuela de Altos Estudios Sociales
de París. Dirige una investigación sobre la
comprensión pública de la genética.
Su último libro es Parentesco y modernidad
(Paidós)