Otro de los mayores atractivos del viaje á Oviedo es la visita á
la afamada fábrica nacional de cañones de Trubia, distante,
hacia el poniente, por el ferrocarril, unos cuarenta minutos. Este importante
y colosal establecimiento es uno de los obsequios quo los asturianos deben
a su riquisimo y accidentado, suelo minero, á sus raudales de agua
y á sus criaderos de carbón y hierro.
El viaje es tan breve como entretenido. Desde la misma estación
de la vía general parte la de Trubia, por el vallecito, al pié
de San Pedro de los Pilares, á tomar la cuenca del riachuelo Pedreo,
en dirección a San Claudio, atravesando, en un cuarto de hora, una
larga cañada de lozanos sembrados, en un horizonte muy recogido,
en los términos de Barroso, Vega y Pedreo. Desde la estación
de
San Claudio el terreno se hace más accidentado y pintoresco;
queda á la izquierda la bonita posesión del Sr. Moñiz,
y se cortan fuertes trincheras y tres túneles para atravesar el macizo
de las vertientes de los montes de Sograndio y pasar á la cuenca
del rio Nalon. Allí aparecen en bello conjunto, entre verdes colinas,
la carretera de Galicia y el puente y pueblo de Udrion, y, cortando poco
después el Nalon cerca de su confluencia con el Trubia, se entra en
la hermosa cañada que forman las orillas de este rio, al tomar la
ribera derecha y ver desfilar, ante los ojos, magníficas alamedas
de árboles y barrios de obreros y después el imponente cuadro
de los talleres y construcciones, para detenerse en:
LA FÁBRICA DE TRUBIA.—
Dá nombre a este establecimiento y al rio un pueblecito situado
kilómetro y medio más arriba, en la revuelta del monte y á
orillas del cauce. La fábrica se extiende á la izquierda del
rio, en un delicioso valle, que forman las laderas del Monteloy y de las
Cruces por un lado y las de Sograndio y el Estoupo por el opuesto. El suelo,
prescindiendo de los aluviones de la ribera, es de formación devoniana.
Dos cosas llaman a un tiempo la atención al encontrarse en Trubia:
lo importante y rico de la fábrioa y lo bello y pintoresco del paisaje.
Allí no se acaban la vegetación ni las arboledas por ninguna
parte, ni en las orillas del rio, ni en las accidentadas laderas, ni en
las altas y pobladas cumbres. Todo es verdor, lozanía y frescura
en el fondo, y todo movimiento, ruido, vida é imponente actividad
en el centro del cuadro.
Desde la estación, y pasando por delante de una fila de casas de
obreros, se penetra en la fábrica por un puente, á cuya derecha
están varias dependencias, una farmacia, un cuartelillo, un mercado
cubierto, tres manzanas ó grupos de habitaciones de operarios y algunas
nuevas viviendas particulares. Al otro lado del puente, despliégase
por ambos lados la extensa zona de edificaciones, calles, plazuela y caminos,
que constituyen una verdadera ciudad industrial, en miniatura. Situados en
la plazoleta de la entrada tenemos al frente una calle, la de la fuente, y
á su derecha:
1.° Las oficinas y la gran Biblioteca del establecimiento, enriquecida
con las mejores obras científicas que se conocen y decorada con una
preciosa colección de bustos de bronce admirablemente cincelados,
fundidos en esta fábrica, que representan á los reyes, generales,
directores y hombres eminentes, cuyo nombre vá unido á la historia
de nuestras armas.
2.° El edificio poligonal de la fundición de cañones,
con grandes hornos en semicírculo, en los que pueden fundirse cargas
de 70 quintales de hierro; con la gran fosa de nueve metros de profundidad,
donde se colocan los moldes exterior é interior de arena refractaria,
que han de formar la pieza; con los múltiples canales por donde corre
el hierra fundido desde aquellos á esta, y con la poderosa grúa
giratoria, que llena aquella oscura é imponente cámara. Es
imponderable é indescriptible el acto de la fundición de una
de las colosales piezas modernas en este local, cuando se sangran los hornos,
y brotan de su base los arroyos de hierro liquido, y corren los á
cangilones, y caen en la fosa, y sube el nivel del caldo encendido deslumbrador,
mientras que una bomba inyecta en el interior una corriente de agua fria,
para equilibrar la temperatura de solidificación y resistencia de
la pieza, hasta que la corriente de salida del hierro llega á la mazarota
y la operación se termina felizmente. El espectáculo es titánico,
asombroso único en España, sienda necesario venir á
Trubia, para poderlo contemplar.
3." Los talleres de barrenar, movidos antes por la fuerza hidráulica
y hoy por el vapor, y compuestos de dos secciones: la antigua, de regular
espacio para las necesidades habidas hasta aqui, y la nave moderna, anchurosa,
magnífica, con su grúa de carriles superiores y en la que
se perforarán, rayarán y tornearán las piezas más
colosales de la artillería moderna.
4.° Las fraguas, taller de entubado y calderas.
5° El parque, en la bonita alameda de la orilla del rio, donde están
expuestos los magnificos cañones de gran calibre, que salen de esta
grandiosa fábrica.
A la izquierda de la entrada se ven:
1.º La Plaza-paseo, decorada con verjas, árboles, estatuas
y asientos. Frente á ella se alza la casa-palacio dé la Dirección,
flanqueada por las simétricas casas de los señores jefes y
oficiales, directores de los trabajos.
2.° El departamento de la máquina-dinamómetro Millard,
admirable aparato en el que, por la acción del agua comprimida se
aprecian, por tracción, la resistencia y elasticidad de los hierros
y aceros empleados en la fabricación.
3.° Los grandes talleres y hornos de fundición de proyectiles;
la máquina soplante y las fraguas.
4.° La fabricación del hierro forjado y sunchos, con diversas
toberas, hornos de bola, de recalentado, durmientes para la chapa; gran
martillo pilón, grandes tijeras, tren de forja, tren de chapa, trenes
de estirado de hierros gruesos y finos y cuatro poderosas máquinas
de vapor para todo el movimiento necesario.
5.° La plaza ó espacio depósito de carbones y primeras
materias.
6.º El taller de fabricacion y acero y limas, con sus hornos de cementación,
de viento, de recocido, de crisoles y sus poderosos martinetes, sus máquinas
de vapor y sus
dependencias de rayado y ejecución de limas.
7.° La fábrica de ladrillos refractarios.
8.° El nuevo gran taller de montaje y el parque.
9.º Las notables escuelas de artes, de dibujo y de aplicaciones á
esta industria especial, en las que reciben su instrucción numerosos
obreros jóvenes.
10.º Los cuarteles ó habitaciones de los maestros de
los talleres. La carpintería. Los talleres de ajuste y piezas diversas.
11.º La capilla y el cementerio.
Este gran centro de fabricación nacional, que ocupa 1.200 operarios,
está en constante desarrollo y progreso, y llegará á
adquirir la importancia, que las modernas necesidades de la guerra exigen,
en cuanto se logre producir en él el acero, en grande escala. Constrúyense
aquí, cañones rayados, á cargar por la culata, de 24
centímetros, que exigen hasta 40 toneladas de hierro; otros de menores
dimensiones; los renombrados de acero de 15 centímetros y de 7,8
del Sr. Alvarez Sotomayor; grandes cureñas y armones de chapa de
acero; carros de municiones, proyectiles de acero fundido de todos calibres;
barrenas, mordazas, sondas, tubos, alzas, cierres, sunchos, manguitos, soportes,
volanderas, rascadores y en fin, cuantos elementos componen la gran industria
guerrera á que está especialmente dedicado. Además
se hacen magníficas fundiciones de ornamentación como verjas,
pilastras, columnas y bustos, de las cuales puede el curioso ver repetidos
ejemplares en los elegantes cierres, faroles, puertas, lápidas y objetos,
que do quier se encuentran en los jardines y plazoletas de la fábrica.
Creóse este centro á fines del siglo pasado, ante las
exigencias de la guerra con los franceses, por indicación del
ingeniero militar Sr. Casado de la Torre y del subdirector de las fábricas
de Orbaiceta y Eugui señor Muñoz, fijándose en
la existencia de algunos criaderos de hierro en estas inmediaciones. La
construcción de los primeros hornos se hizo en 1795, por el coronel
de artillería señor Vallejo, alimentando la combustión
con cok de las minas de Langreo. Por no saberse utilizar entonces
el cok se empleó en adelante el carbón vegetal. La fuerza
motora se tomó de las caidas de agua, que también abundan en
este sitio. Parada la fabricación durante la guerra de la Independencia
y abandonada casi, durante la guerra civil, propuso en 1844 el director
general de artillería Sr. Azpiroz su restablecimiento, y se nombró
para realizarlo al insigne teniente coronel
Don Francisco Antonio de
Elorza, genio restaurador de esta fábrica y de mucha parte del
movimiento industrial de Asturias, cuyo venerable nombre se pronuncia siempre
con cariño y alabanza. Él estableció los altos hornos
«Daoiz y Velarde», fundió en 1849 el primer cañón,
que era de 68 y pesaba 13.000 libras, normalizó la explotación
de las inmediatas minas de carbón de Riosa y puso en progresiva y
segura marcha todo este importante centro. Después, los entendidos
y laboriosos jefes y oficiales del cuerpo de artillería, mirando siempre
á esta fábrica con el cariño con que se contempla una
joya propia, que tanto honra á las armas españolas, han contribuido
todos á su mayor renombre y engrandecimiento, y sería muy largo
el citar los nombres de los distinguidos directores y brillantes oficiales
que han continuado la gloriosa historia fabril de Trubia.
Inmediata al parque y sobre la carretera está la fonda, y más
allá se dilatan extensas alamedas, limitadas por una verja, donde
se halla el probadero de las piezas, al pié de las grandes faldas
de estas colinas, sembradas de hermosos y diversos árboles, cuajadas
de casas y en cuyas cumbres se extienden grandes plantíos de pinos,
que recuerdan otra de las reformas y mejoras, que produjo en este pais, el
espíritu innovador, práctico y fecundo del general Elorza.
Fábrica de las Minas y fundiciones de Santander y Quirós.
En el ángulo extremo de la cañada donde termina la fábrica
de Trubia, alza sus hornos, sus chimeneas y sus variados edificios la importante
instalación industrial así denominada, creada aquí
en 1862.
Se trasforman en ella los lingotes de fundición que se preparan
en los altos hornos de Quirós, situados en el concejo de este nombre,
treinta kilómetros rio arriba de este punto, en hierros forjados
y laminados de todas clases. Los productos que elaboró en 1882 fueron:
hierros laminados en carriles 1150 toneladas y en diferentes formas 3250,
y de ellos, en barras padeladas 6200, empleándose 7250 toneladas
de lingote y 9750 de hulla para su producción, y dando ocupación
á 320 obreros. Las instalaciones se terminaron en 1882, y después,
el atrevido y famoso ferrocarril de 29.824 metros, con 12 túneles
y 7 puentes, que une á esta fábrica con los hornos de Quirós,
por una vía de 0,75, en la que se mueven los trenes con una velocidad
do 18 kilómetros por hora, impulsados por locomotoras-tenders de
10 toneladas. No puede recomendarse excursión más sorprendente
al viajero curioso, que la del ascenso al valle de Quirós, por este
camino minero, en el que la ciencia y el genio han realizado verdaderas
maravillas, en él centro del pais más difícil y accidentado,
y en medio de los grandiosos paisajes que forman sobre las orillas del Trubia,
del Teberga y del Quirós, las sierras de Peñerudes, Linares,
Murias, Padiella, Las Grandas, Proacino, Caranga, Gorrión, Micegoyo,
Cañal, Michoro y Runéiro, entre cuyas gargantas y ásperos
pasos y vericuetos, sube el tren por el admirable trazado, que con asombro
de todas gentes de esta comarca estudió y ejecutó el insigne
ingeniero M. Gabriel Heim.
En lo alto de Quirós, en Santa Marina, están las minas de
hulla, crasa fuerte y de fraguas, y entre ellas las tituladas:
Corros,
Luisa, Lola, Pepa, y Xagasin.
El establecimiento de Quirós posee dos altos hornos que funcionan
desde 1870 y 75 con las calderas, estufas, máquinas soplantes y cubilotes
necesarios. Las minas de hierro ocupan más de 600 hectáreas,
y tienen para su explotación una vía de dos kilómetros
y un plano inclinado. En las de hulla existen cuatro kilómetros de
vias exteriores, lavaderos para unas 350 toneladas diarias, planos y 24
hornos de cok.
Esta sociedad es dueña en Comillas (Santander), de grandes minas
de calamina, que han producido en treinta años más de 350.000
toneladas de zinc.
Dirije el establecimiento de Trubia el muy entendido ingeniero M. Carlos
Cizancourt.