Los artículos pueden confundirse con los pronombres personales; distínguelos en estos fragmentos de la novela El guardián entre el centeno de J.D. Salinger.
No tengas en cuenta las contracciones
Mientras se quitaba la corbata, me preguntó si había escrito la redacción
Le dije que la tenía encima de la cama.
La cogió y se puso a leerla mientras se desabrochaba la camisa.
Ahí se quedó, leyéndola, mientras se acariciaba el pecho y el estómago con una expresión de estupidez supina en la cara (...)
Ni siquiera le contesté. Eché los trozos de papel a la papelera. Luego me tumbé en la cama.
Los
dos guardamos silencio un buen rato. Hasta que empezamos a discutir
acaloradamente. Cuando me quise dar cuenta estaba tumbado en el suelo y
le tenía encima con la cara roja de furia. Se me había puesto de
rodillas sobre el pecho y pesaba como una tonelada. Me sujetaba las
muñecas para que no pudiera pegarle. (...)
Me dejó y me levanté. Me dolía el pecho horriblemente porque me lo había aplastado con las rodillas. (...)
Estaba muy nervioso. Creo que tenía miedo de haberme fracturado el cráneo cuando me pegó contra el suelo.