Locuciones adjetivas

Escribe en los espacios en blanco las locuciones adjetivas adecuadas.
   corriente y moliente      de alto copete      de bandera      de caballo      de quita y pon      de rompe y rasga   
1. Reglita Martínez pasó a verme antes de meterse en el gabinete para hacer la tertulia con las visitas de la abuela, y nos contó a la Mary y a mí que a un cuñado de una hija de la planchadora que ella había tenido mucho tiempo en su casa le había tocado un millón de pesetas en la lotería. Reglita Martínez estaba horrorizada, porque el pobre hombre era un obrero , ¿y qué podía hacer un obrero con un millón de pesetas?

2. - La música de hoy, Johnny -también soy yo finalmente sincero-, es una puta mierda. Sí, quedan los clásicos del rock, los monstruos, los dinosaurios, como los llaman, que son los buenos de verdad a pesar de los años y de que tienen una barriga de cuidado y el pelo blanco... eso si tienen pelo. Pero los monstruos sólo graban un álbum cada tres o cuatro años, hacen una gira apoteósica en la que arrasan y demuestran que son los únicos, los amos, llenando estadios con cincuenta mil, sesenta mil o cien mil personas, y después..., a dormir. Tienen tías cojonudas, modelos se casan y se descasan, y con suerte, si un divorcio les deja esquilmados, vuelven antes a la carga.

3. -Y de ese modo de vida, hemos pasado bruscamente a convivir las veinticuatro horas del día. Y eso no es fácil. Ahora comprendo lo que le pasó a una amiga mía. Que cuando su marido se jubiló, a ella de repente le entró una depresión y tuvieron que internarla y todo. Ella me decía que de pronto se encontraba viviendo con un señor que no conocía casi.

4. Hubo personas en las primeras filas, la mayoría señoras (no todas de la familia, ni amistades, sino que asistían un poco por principio a todo funeral, porque tenían -los de primera al menos- un aquel), que se miraron entre sí a través de sus mantillas, pensando que aquello no acababa de ser del todo lo que debía ser un funeral .

5. Los dos pantalones de diario. El pantalón azul marino de los días de fiesta. Las cinco camisas, contando con la blanca de manga larga que había tenido que lavar y planchar la cocinera, porque la Mary lo dejó todo empantanado. Los dos pijamas. Los cuatro pares de calzoncillos y calcetines. Las dos camisetas , por si refrescaba, a pesar del calor que hacía. La media docena de pañuelos blancos.

6. Había una pregunta que me atormentaba desde que vi por primera vez a Domínguez en el umbral de su piso, y mucho más ahora que iba conociéndolo un poco. Y la pregunta me atormentaba porque nunca podría formulársela directamente. Era ésta: ¿qué pudo ver Rosa Trecet, una mujer que, según parecía, era una mujer segura de sí misma, emprendedora y, como se suele decir, , en aquel hombre que consumía pasta lechosa frente a m/f? A menos, desde luego, que los años hubiesen actuado con excesiva crueldad en Domínguez, arrancándole un buen montón de atractivos personales de los que ahora carecía.