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«La cultura no es un fenómeno exclusivamente humano,
sino que está bien documentada en muchas especies de animales superiores
no humanos. Y el criterio para decidir hasta qué punto cierta pauta
de comportamiento es natural o cultural no tiene nada que ver con el nivel
de complejidad o de importancia de dicha conducta, sino sólo con
el modo como se trasmite la información pertinente a su ejecución.
[…]
Los chimpancés son animales muy culturales. Aprenden a distinguir
cientos de plantas y sustancias, y a conocer sus funciones alimentarias
y astringentes. Así logran alimentarse y contrarrestar los efectos
de los parásitos. Tienen muy poco comportamiento instintivo o congénito.
No existe una 'cultura de los chimpancés' común a la especie.
Cada grupo tiene sus propias tradiciones sociales, venatorias, alimentarias,
sexuales, instrumentales, etc. […]
La cultura es tan importante para los chimpancés, que todos los
intentos de reintroducir en la selva a los chimpancés criados en
cautividad fracasan lamentablemente. Los chimpancés no sobreviven.
Les falta la cultura. No saben qué comer, cómo actuar, cómo
interaccionar con los chimpancés silvestres, que los atacan y matan.
Ni siquiera saben cómo hacer cada noche su alto nido-cama para
dormir sin peligro en la copa de un árbol. Durante los cinco años
que el pequeño chimpancé duerme con su madre tiene unas
2.000 oportunidades de observar cómo se hace el nido-cama. Los
chimpancés hembras separados de su grupo y criados con biberón
en el zoo ni siquiera saben cómo cuidar a sus propias crías,
aunque lo aprenden si ven películas o vídeos de otros chimpancés
criando.»
MOSTERIN, Jesús. ¡Vivan los animales! Madrid: Debate, 1998.
(Págs. 146-7, 151-2)
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