Bajo una apariencia descarada, el libro de Michel Onfray, Antimanual de filosofía con subtítulo Lecciones socráticas y alternativas, trata cuestiones que estructuran temas básicos de un curso de filosofía. Un manual en el que directamente se reivindica la subjetividad del propio autor considerando que la objetividad no existe. Por ello es muy probable que la subjetividad del lector se active, se vea provocada y se enfrente a la subjetividad del autor. Ciertamente, el libro contiene afirmaciones desafiadoras que conducen a una toma de posición y reflexión personales.

"¿Qué es el hombre?", "¿Cómo vivir juntos?" y "¿Qué podemos saber?" son las tres preguntas entorno a las cuales se estructura el libro. Ahora bien, unas preguntas generales que contienen apartados con subpreguntas como por ejemplo: "¿Habéis comido nunca carne humana?", "¿Por qué vuestro instituto está construido como una cárcel?", "¿La policía existe por amargarnos la vida?", "Si hubierais engañado a vuestro(a) novio(a), ¡se lo diríais?". Estas preguntas y otras por el estilo, dan pie a hablar sobre la naturaleza, el arte, la técnica, la libertad, la conciencia, la razón,... Y a cada respuesta, el autor incorpora una selección de textos sobre el tema tratado.



 
     

De la pregunta: "¿Queda todavía en vosotros mucho de chimpancé?"

      «Cuanto mayor es en el hombre la adquisición intelectual, más recula en él el mono. Cuanto menos saber, conocimiento, cultura o memoria hay en un individuo, más lugar ocupa el animal, más domina, menos conoce la libertad el hombre. Satisfacer las necesidades naturales, obedecer únicamente a los impulsos naturales, comportarse como una persona dominada por los instintos, no sentir la fuerza de las necesidades espirituales, he ahí lo que manifiesta el chimpancé en vosotros. Cada uno lleva consigo su parte de mono. La lucha para alejarse de esa herencia primitiva es cotidiana. Y hasta la tumba. La filosofía invita a librar ese combate y ofrece los medios para ello.»

De la pregunta: "¿Es el que cobra el salario mínimo el esclavo moderno?"

      «Probablemente es así, si definimos al esclavo como el individuo que no se posee, sino que pertenece a un tercero a quien está obligado a alquilar su fuerza de trabajo para sobrevivir. Por supuesto, podemos encontrar algo peor que este asalariado: el parado al final de su subsidio de paro, el sin techo, las prostitutas de todas las edades y sexos o, fuera de Europa, los niños que trabajan o adultos que pasan más de doce horas al día en una actividad pagada por unos cuantos euros, con los que comprar pan y legumbres. En todos los casos, esos individuos se pudren como víctimas del capitalismo que, en su versión liberal, se caracteriza por un uso de la técnica exclusivamente ajustada al dinero, al beneficio y la rentabilidad. Esclavo es cualquiera que sufra este proceso y desempeñe en la sociedad un papel degradante que no puede permitirse el lujo de rechazar.

Es verdad que el esclavo ha existido siempre, y no solamente a partir del momento en que el capitalismo liberal tomó las riendas del destino de Occidente, y más tarde del planeta. Construir pirámides, edificar ciudades, abrir canales, trazar rutas, levantar catedrales, producir riquezas siempre ha supuesto, en todas las épocas, una clase explotada, la más numerosa, y una clase explotadora. Pasado el tiempo del descubrimiento, la técnica permite a los más fuertes dominar a los más débiles. De la edad de las cavernas a la de Internet, la técnica siempre actúa como instrumento de dominación de un grupo sobre otro.»

De la pregunta: ""¿Qué parte de vuestra razón desaparece en una noche muy pasada de alcohol?"

      «Si estáis totalmente embriagados, imposible saber dónde estáis, lo que perdéis, lo que os falla y hace falta. De la cabeza que da vueltas, en los primeros momentos de la borrachera, hasta el otro extremo de la pérdida de conciencia en el coma etílico, todos los grados de alteración son posibles: de la razón fluctuante a la razón ausente, pasando por la razón problemática. Podéis conocer entonces la volubilidad de la razón liberada de las coacciones sociales y las censuras habituales, la razón excitada, después, la razón impedida, torpe con el lenguaje y las palabras, la expresión y la argumentación, y finalmente, la razón aturdida, acompañada de una pérdida de equilibrio, de apuros en la posición bípeda, en vía de la regresión cuadrúpeda, a menos que no estéis ya reptando cual bestias primitivas... ¡Cuidado al despertar!

¿Qué es esta razón afectada por la bebida? Una facultad de combinar los conceptos y las proposiciones intelectuales, de utilizar la inteligencia para comparar las ideas y la realidad. Razonar es pensar con orden, método y disciplina, encadenar los argumentos, practicar un discurso sensato, cuya procedencia, situación y dirección capte el interlocutor. Es, también, conducir nuestra reflexión con el cuidado de demostrar, probar y justificar. De hecho, la razón es uno de los instrumentos que permite la relación entre uno mismo y el mundo, uno y los otros. Permite la captación y comprensión del sentido que se aplica en las relaciones humanas y la naturaleza del mundo. »

ONFRAY, Michel. Antimanual de filosofía. Madrid: Edaf Ensayo, 2005. (Págs 38, 110-111, 254-255)