Textos


Definición sociológica de la educación

Durkheim, E

De todos estos hechos resulta que cada sociedad se labra un cierto ideal del hombre, de lo que debe ser éste tanto desde el punto de vista intelectual como físico y moral; que ese ideal es, en cierta medida, el mismo para todos los ciudadanos de un país; que, a partir de un determinado punto, se diferencia según los ámbitos particulares que toda sociedad alberga en su seno. Es ese ideal, a la vez único y diverso, el que representa el polo de la educación. Ésta tiene, por tanto, como misión suscitar en el niño: 1. Un cierto número de estados físicos y mentales que la sociedad a la que pertenece considera como debiendoflorecer en cada uno de sus miembros. 2. Ciertos estados físicos y mentales que el grupo social específico (casta, clase, familia, profesión) considera asi-mismo como debiendo existir en todos los que los constituyen. Por consiguiente, es la sociedad, en su conjunto, y cada ámbito social específico, los que determinan ese ideal que la educación realiza. La sociedad no puede subsistir más que si existe entre sus miembros una homogeneidad suficiente: la educación perpetúa y refuerza dicha homogeneidad, fijando por adelantado en el alma del niño las similitudes esenciales que requiere la vida colectiva. Sin embargo, por otra parte, sin una cierta diversidad toda cooperación resultaría imposible: la educación asegura la persistencia de dicha diversidad necesaria, diversificándose por sí misma y especializándose. Si la sociedad llega a ese nivel de desarrollo en que las antiguas escisiones en castas o clases no pueden ser ya mantenidas, prescribirá una educación más uniforme en su base. Si, al propio tiempo, el trabajo queda más dividido, la sociedad provocará en los niños, proyectada sobre un primer plano de ideas y sentimientos comunes, una diversidad más rica de aptitudes profesionales. Si vive en estado de conflicto con las sociedades circundantes se esforzará en formar las mentes según un modelo de inspiración netamente patriótica; si la competencia internacional adopta una forma más pacífica, el tipo que trata de realizar resulta más generalizado y más humano. La educación no es pues para ella más que el medio a través del cual prepara en el espíritu de los niños las condiciones esenciales de su propia exis-tencia. Veremos más adelante cómo el propio individuo tiene todo interés en someterse a dichas exigencias.Llegamos, por lo tanto, a la fórmula siguiente: la educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado todavía el grado de madurez necesario parra la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exigen de él tanto la sociedad política en su conjunto como el medio ambiente específico al que está especialmente destinado.
Durkheim, E.(1975). Educación y sociología. 2. Definición de la educación. Barcelona: Península.


¿Quién cree en la educación?

Serrano Marugán, E.

"¡Qué bueno es leer! Cada vez que comienzo un libro ya sé de antemano que voy a encontrar una frase que me va a llegar muy hondo. Siempre habrá una idea, un verso, un diálogo, un símil, un personaje, un giro, una palabra; siempre sé que, oculto entre las líneas de una de sus páginas, hay algo esperándome que parece escrito especialmente para mí.
Cuando leí El Buscón, de Quevedo, descubrí un tesoro escondido. Al comienzo de la obra, el pícaro protagonista describe a su madre en estos términos: "... unos la llaman 'zurcidora de gustos'; otros, 'algebrista de voluntades desconcertadas'; otros, 'juntona'..."., Por aquella época, un algebrista era una suerte de cirujano que se dedicaba a curar dislocaciones o, como aclara el Corominas, un componedor de huesos (por cierto, este curioso término también aparece en la segunda parte del Quijote). Para mí fue todo un hallazgo clarificador. A principios siglo XVIII el ilustre escritor había encontrado la definición perfecta de lo que debe ser un profesor: un algebrista de voluntades. Desde entonces entiendo mi labor de otra manera.
Pero ¿qué es educar? "Educar: Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etcétera"
¡Empezamos bien!, la Rea1 Academia Española no cree en la educación de los adultos. En el Diccionario del español actual (1999), de Seco, se explica que educar es "formar intelectual y moralmente para convivir en sociedad", Uff, menos mal aunque sea entre corchetes, éstos sí son creyentes. Así, qué lo primero es animar a la Real Academia para que incluya a los adultos en su definición de educar.
Sospecho que hay muchísimas personas académicas que se niegan. a ser objetos directos de este complicado verbo. Están convencidas ciegamente de que a un adulto no se le puede educar y su coletilla favorita es: "A mi edad ya no voy a cambiar". Pero, ¿por qué no educamos para avanzar hacia un uso, razonable del automóvil?, ¿unos programas educativos para evitar, malos tratos dentro de la pareja?, ¿qué tal un jardín de infancia con sus sillitas ocupadas por políticos?, ¿ciudadanos tomando apuntes para aprender a convivir siendo tolerantes?, ¿jornadas intensivas de yoga para todos los violentos? Seguramente los gobernantes dirán que no está mal, que es una magnífica solución a largo plazo, pero que, ahora hay que encontrar remedios inmediatos (véase ordenadores). 0 sea, que tampoco creen en la educación.
Dice Savater que la primera condición indispensable para ejercer de profesor es ser optimista. Si no creemos que nuestra labor va a dar frutos, es mejor claudicar. Un profesor tiene la obligación de creer que mediante la educación es posible cambiar a las personas, cambiarlas a mejor. Nosotros somos un referente
clave para nuestros alumnos, muchas veces somos las únicas voces que les hacen pensar y es que los centros escolares se han convertido poco a poco en islas donde unos adultos intentan mostrar a grupos de chicos y chicas que hay otra manera de pasar por la vida. Educar no es fácil y no me parece acertado que toda la responsabilidad de la educación se deje en manos de los, profesores, aunque tristemente creo que esto no va a cambiar. Cuando suspendemos a un alumno, en verdad también estamos suspendiendo a sus padres, a la televisión, a los políticos, a la sociedad, a nosotros mismos Ser profesor es difícil, pero ser alumno también lo es. ¿Y los adultos? ¿Ustedes han oído en alguna tertulia o en algún debate político una intervención parecida a esta?: "Pues miren, me ha convencido usted. Creo que su postura es mejor que la mía, yo estaba equivocado y le agradezco muchísimo que me haya abierto la mente". (¿A que han esbozado una sonrisa?). No debemos tener miedo a aprender, a conocer, a dudar, a equivocamos, a elegir, a aventurarnos, a rectificar, a cambiar. Debemos educarmos recíproca y reflexivamente, unos a otros y cada uno a sí mismo, igual que don Quijote y Sancho. Somos adultos, Pero no piedras. ¡Eduquémonos!, nuestras voluntades desconcertadas nos lo agradecerán."
Serrano Marugán, E. (2001). Aula libre. El País, 19-III-2001.

Qüestions:

1. ¿De qué habla el texto? ¿Cuáles son las ideas principales y como se relacionan entre sí? Resume el contenido del texto con una sola frase.
2. ¿Qué quiere decir el autor en la frase: "un profesor: algebrista de voluntades"?
3. ¿Por qué crees que es difícil educar a los adultos?
4. ¿Estás de acuerdo que la educación priorice los contenidos científicos y tecnológicos sobre los humanísticos? Razona tu respuesta.
5. Comenta la frase: "Debemos educarnos recíproca y reflexivamente, unos a otros y cada uno a sí mismo, igual que don Quijote y Sancho".


Cuestiones sobre la educación

Savater, F.

¿Debe la educación preparar aptos competido-res en el mercado laboral o formar hombres com-pletos? ¿Ha de potenciar la autonomía de cada individuo, a menudo crítica y disidente, o la cohesión social? ¿Debe desarrollar la originalidad innovadora o mantener la identidad tradicional del grupo? ¿Atenderá a la eficacia práctica o apostará por el riesgo creador? ¿Reproducirá el orden existente o instruirá a los rebeldes que pueden derrocarlo? ¿Mantendrá una escrupulosa neutralidad ante la pluralidad de opciones ideológicas, religiosas, sexuales y otras diferentes formas de vida (drogas, televisión, polimorfismo estético ... ) o se decantará por razonar lo preferible y proponer modelos de ex-celencia? ¿Pueden simultanearse todos estos objeti-vos o algunos de ellos resultan incompatibles? En este último caso, ¿cómo y quién debe decidir por cuáles optar? Y otras preguntas se abren, por deba-jo incluso de las anteriores hasta socavar sus ci-mientos: ¿hay obligación de educar a todo el mundo de igual modo o debe haber diferentes tipos de educación, según la clientela a la que se dirijan?, ¿es la obligación de educar un asunto público o más bien cuestión privada de cada cual?, ¿acaso existe obligación o tan siquiera posibilidad de educar a cualquiera, lo cual presupone que la capacidad de aprender es universal? Pero vamos a ver: ¿por qué ha de ser obligatorio educar?
Savater, F. (1999). El valor de educar. Barcelona: Ariel.

Exercicis:
1. Establecer grupos de trabajo y debatir algunas de las cuestiones que plantea el texto.
2. Realizar una puesta en común y debatir las conclusiones obtenidas.


Objetivos de la instrucción pública

Condorcet

"Ofrecer a todos los individuos de la especie humana los medios de proveer a sus necesidades, de asegurar su bienestar, de conocer y ejercer sus derechos, de entender y cumplir sus deberes; asegurar a cada uno de ellos la facilidad de perfeccionar su industria, de capacitarse para las funciones sociales a las cuales tiene derecho a ser llamado, de desarrollar en toda su extensión los talentos que ha recibido de la naturaleza, y de este modo establecer entre los ciudadanos una igualdad de hecho, y hacer real la igualdad política reconocida por la ley: tal debe ser el primer objetivo de una instrucción nacional y, desde este punto de vista, constituye para el poder público un deber de justicia."
Condorcet (1792), Informe y proyecto de decreto sobre la organización general de la instrucción pública.


El objectius de l'educació

Els sistemes educatius duen a terme funcions essencials per a la vida dels individus i de les societats. Les possibilitats de desenvolupament harmònic dels uns i de les altres s'assenten en l'educació que aquells proporcionen.
L'objectiu primer i fonamental de l'educació és el de proporcionar als nens i a les nenes, als joves d'un i altre sexe una formació plena que els permeti conformar la seva identitat pròpia i essencial, així com construir una concepció de la realitat que integri alhora el coneixement i la valoració ètica i moral de la mateixa. Aquesta formació plena ha d'anar dirigida al desenvolupament de la seva capacitat per exercir, de manera crítica i en una societat axiològicament plural, la llibertat, la tolerància i la solidaritat.
En l'educació es transmet i s'exerciten els valors que fan possible la vida en societat, singularment el respecte a tots els- drets i llibertats fonamentals, s'adquireixen els hàbits de convivència democràtica i de respecte mutu, es prepara per a la participació responsable en les distintes activitats i instàncies socials. -La maduresa de les societats es deriva, en molt bona mesura, de la seva capacitat per integrar, a partir de l'educació i amb el seu concurs, les dirnensions individual i comunitària.
De la formació i instrucció que els sistemes educatius són capaços de proporcionar, de la transmissió de coneixements i sabers que asseguren, de la qualificació de recursos humans que assoleixen, depèn l'adequació més bona de la resposta a les creixents i canviants necessitats col·lectives.
L'educació permet, en fi, avançar en la lluita contra la discriminació i la desigualtat, ja siguin per raons de naixement, raça, sexe, religió o opinió, tinguin origen familiar o social, s'arrosseguin tradicionalment o apareguin contínuament amb la dinàmica de la societat.
Per tot això, al llarg de la historia, les distintes societats s'han preocupat per la seva activitat educativa, sabedores que hi estaven prefigurant el seu futur, la qual cosa en no poques ocasions ha desembocat en sistemes de privilegi, tancats, elitistes i propagadors d'ortodòxies excloents. Això no obstant, tota transformació, gran o petita, compromesa amb el progrés social ha anat acompanyada, quan no precedida, d'una revitalització i impuls de l'educació, d'una esperança confiada en les seves possibilitats transformadores. La seva configuració com un dret social bàsic, la seva extensió a tots els ciutadans, és una de les conquestes que han calat a les societats modernes de manera més fonda."
Llei orgànica d'Ordenació General del Sistema Educatiu (LOGSE). Preàmbul

Qüestions:
1. ¿Què vol dir que l'educació ha de proporcionar una formació plena?
2. ¿Què es una societat axiològicament plural?
3. ¿Estàs d'acord que en l'educació es transmet i s'exerciten els valors que fan possible la vida en societat? ¿Hi ha altres vies socials possibles? ¿Quines? Raona la resposta.
4. Comenta la frase: "al llarg de la historia, les distintes societats s'han preocupat per la seva activitat educativa, sabedores que hi estaven prefigurant el seu futur, la qual cosa en no poques ocasions ha desembocat en sistemes de privilegi, tancats, elitistes i propagadors d'ortodòxies excloents"
5. ¿L'educació es un dret social bàsic? ¿Tothom té les mateixes igualtats d'oportunitats en l'educació? ¿Hi ha classisme a l'educació? Raona les respostes.


Las funciones de la escuela

Delval, J.

"La escuela es una institución extremadamente compleja, aunque a primera vista pueda parecer simple. Aparentemente los niños asisten a ella para recibir la formación que precisan para poder integrarse en la sociedad en la que viven. La sociedad exige cada vez más que los individuos asistan a la escuela durante un gran número de años, y allí aprenderán los conocimientos que precisarán para su vida posterior. Pero, en realidad, la escuela desempeña muchas más funciones y algunas de ellas parecen bastante misteriosas y ocultas.Desde su invención en las culturas de Oriente próximo y de Egipto, la escuela ha estado reservada a unos pocos. La función de la escuela era proporcionar una formación técnica, sobre todo en ciertas habilidades instrumentales básicas como la lectura y la escritura y el conocimiento de los números y el cálculo. En Mesopotamia y Egipto el aprendizaje de la escritura era una tarea de enorme complejidad que requería años de estudio y los escribas gozaban de un alto nivel social y muchos privilegios.En Grecia la asistencia a las escuelas estaba igualmente reservada a unos pocos miembros de clases acomodadas. La primera educación se realizaba en la casa y estaba encargada a una especie de ayo o criado, al que se denominaba "pedagogo", que convivía con el niño y tenía como misión formarle en los valores de la comunidad y ocuparse de la adquisición de las habilidades básicas, sobre todo de tipo social. Más adelante el niño comenzaba a asistir a la escuela donde, bajo la tutela del maestro, aprendía la lectura, la escritura y las matemáticas. Pero continua-ba siendo dirigido por el pedagogo y la formación que recibía de éste se consideraba más básica y fundamental que la que adquiría del maestro (MARROU, 1954).
De este modo se establecía una distinción entre lo que hoy podríamos llamar "educación" y la "instrucción". La primera consiste en una formación de tipo general que prepara para desenvolverse en la vida, que contribuye a la formación del carácter, a la identificación con la sociedad, a promover el amor y la vinculación con el propio grupo social, a la adquisición de las habilidades sociales, las formas de cortesía y el trato con los otros. Por el con-trario, la instrucción consiste en el aprendizaje de conocimientos técnicos y científicos, que, aunque sean importantes, desem-peñan un papel secundario respecto a la formación en ese sentido más amplio que constituye la educación.Esta diferencia se ha mantenido durante largo tiempo y KANT establece la misma diferencia "entre el instructor, que es simplemente un profesor, y el ayo, que es un director. Aquél educa sólo para la escuela; éste, para la vida" (KANT, 1804, pág. 29). Pero, como vemos, el cambio que se ha producido en la enseñanza actual es que la instrucción ha pasado a ocupar el lugar principal y la formación en ese sentido amplio ha dejado de tener importancia, al menos de un modo explícito. A partir del siglo XVIII, y sobre todo del movimiento de la Ilustración, se empiezan a producir cambios importantes, el principal de ellos referente a extender la escolarización a todos los individuos. La idea de proporcionar enseñanza y hacer que fuera obligatoria para todos se fue abriendo paso durante el siglo XIX pero no sin encontrar fuertes resistencias. Algunos alegaban que la educación para los individuos de la clase baja, que por su nacimiento están destinados a realizar las tareas mecánicas y más penosas, podía ser contraproducente porque puede llevarles a querer abandonar las tareas que les corres-ponden y aspirar a otra posición social a la que por su naci-miento no están destinados (DELVAL, 1990). Los partidarios de la generalización de la educación, por su parte, a menudo individuos con posiciones políticas más progresistas, sostenían que en una sociedad igualitaria en la que todos tienen dere-chos, la educación es un bien necesario al que cualquiera debe tener acceso. Pero algunos señalaban además que la asisten-cia a la escuela es lo único que puede garantizar la adquisición de los valores dominantes en la sociedad y que debe ser el vehículo preferente para la socialización. Finalmente ésta es la idea que se impuso, y paulatinamente se ha impuesto también en los países más ricos la obligación de asistir a la escuela durante un período que se ha ido alargando hasta establecerse en ocho, diez o más años.
Delval, J. (1999). Aprender en la vida y en la escuela. Madrid: Morata.

 

La educación como reproducción de la sociedad

Fernández Enguita, M.

"El objetivo de la socialización es sustituir los mecanismos de control externo de la conducta por resortes de control interno; en otras palabras, que los individuos hagan lo que tienen que hacer y no hagan lo que no deben hacer sin necesidad de que nadie venga a recordárselo. Por eso, el resultado de la socialización debe ser un proceso de interiorización de las normas sociales, el proceso por el que el individuo convierte la cultura que le rodea, o sus aspectos fundamentales, en algo propio. Da igual cómo denominemos a esto: interiorización o internalización de una cultura previamente objetivada o exteriorizada (Berger y Luckmann), asunción de o ajuste a papeles preestablecidos, específicos y universalistas (Parsons), conversión del «otro generalizado» en el «mí» (Mead) plasmación de la cultura en el «superyo» o «superego» (Freud), formación de la «persona» como combinación de la estructura caracterial propia y la socialización en papeles institucionales (Gerth y Mills) o de cualquier otra forma. Nuestra sociedad considera, por ejemplo, que todo el mundo debe saber leer y escribir y ser capaz de adaptarse a normas de
convivencia tales como no agredir a los demás o esperar su turno en una cola pero también que los militares deben ser disciplinados, los artistas creativos, los cuadros empresariales emprendedores, los artesanos meticulosos, los pobres resignados, los estudiantes aplicados, los aristócratas elegantes, etc. Por consiguiente, la socialización de cada persona presenta elementos comunes a la de los demás junto con elementos específicos relacionado con su lugar en la sociedad, presente o previsto."
Fernández Enguita, M. (1997). La escuela a examen. Madrid: Pirámide.


Adaptar a los individuos al grupo

Durkheim, E.

«La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exigen de él tanto la sociedad política en su conjunto como el medio ambiente específico al que está especialmente destinado»
Durkheim, E. (1975). Educación y sociedad, Barcelona: Península.

 


Ejercer un control social

Cardús, S.

" L'escola, el desenvolupament de la qual ha anat històricament tan lligat als processos de construcció dels estats i les nacions modernes, ha esdevin-gut per damunt de tot un instrument d'homogeneïtzació identitária, lingüística, cultural i ideològica, i això s'ha fet gràcies a un estricte control públic del sistema educatiu. L'Estat ha controlat i controla encara els plans d'estudi: quantes hores de Formación del Espíritu Nacional abans, i quantes hores de Català i Castellà o d'Ètica ara. L'Administració pública vigila els continguts de les assignatures: no tan sols autoritza els llibres de text, sinó que pot obligar a anomenar la llengua catala-na, al sud de la Sénia, valencià. L'Estat, en un sentit genèric -ara no entraré a discutir com s'exerceixen les competències dites autonòmiques en aquests camps- té el control de la formació i de la carrera professional dels mestres 1i el monopoli del control dels certificats d'estudis. I l'Estat regula el sistema de mèrits, que en el món de l'ensenyament està per-vertit per la necessitat de quantificar-los i conver-tir-los en una carrera professional. En el cas de la universitat, que conec més de prop, la situació es patètica. Segons la meva opinió, doncs, entre els principals obstacles de tota transformació de l'es-cola, fins i tot quan hi ha algú que sap què en vol fer, hi ha aquesta dependència estatal i tota l'estructura burocràtica que saboteja qualsevol intent de transformació profunda."
Cardús, S. (2000). El desconcert de l'educació. Barcelona: La Campana.


El control social

Platón

"Apenas vuelva la luz del día es necesario que los niños vayan a la escuela. Pues ni las ovejas ni otra clase alguna de ganado puede vivir sin pastor, tampoco es posible que lo hagan los niños sin pedagogo ni los esclavos sin dueño. Pero, de entre todos los ani-males, el más difícil de manejar es el niño; debido a la misma ex-celencia de esta fuente de razón que hay en él, y que está todavía por disciplinar, resulta ser una bestia áspera, astuta y la más in-solente de todas. Por eso se le debe atar y sujetar con muchas riendas, por así decirlo, en primer lugar, apenas salga de los bra-zos de su nodriza y de la madre, hay que rodearle de preceptores que controlen la ignorancia de su corta edad; luego hay que dar-le maestros que lo instruyan en toda clase de disciplinas y ciencias, según conviene a un hombre libre. Como a esclavo que en al-guna manera es, cualquier hombre libre podrá castigarle, tanto al niño como a su pedagogo y a su preceptor, por cualquier falta que viera comete cualquiera de ellos. Cualquiera que, encontrándose con ellos, no los castigara como es debido, incurre primeramente en la mayor de las deshonras, y el guardián de las leyes que ha sido especialmente elegido para atender a la infancia deberá ob-servar, al pasar, quien que se encuentre con el grupo deja de cas-tigarlos cuando debiera hacerlo, o no los castiga como sería debido. Este inspector de nuestra juventud deberá tener una vista muy penetrante y ejercer una vigilancia extrema sobre la educación de los niños, y enderezar sus naturalezas, dirigiéndolas siempre hacia el bien que prescriben las leyes."
Platón. Las leyes. Libro VII.


Servir a los fines políticos

Fernández Enguita, M.

"La manifestación más evidente de la formación de sujetos de la esfera política es la inlculcación directa de ideas respecto de ésta y del conjunto social. Cada régimen político, cualquiera que sea su natura-leza, se apresura a servirse de la escuela para lograr consenso alrededor propio. Las naciones han tenido en las aulas un instrumento privilegiado para crear o reforzar su identidad como tales, y de ahí que los nuevos Estados aborden de inmediato reformas escolares y que en los Estados plurinacionales la educación sea objeto de una pugna sin fin entre las nacionalidades que los integran y el poder central, o que en las colonias haya ocurrido lo mismo con mayor intensidad. Cuando una forma de Estado sustituye a otra no tardan en llegar los cambios en los programas escolares, tanto en la parte de los mismos dedicada explícitamente a la formación política como en las que lo están implícitamente. Así, la transición de la dictadura a la democracia parla-mentaria en España trajo consigo la desaparición de la vieja «Formación del Espíritu Nacional» y su sustitución por la «Formación Cívica» primero y la «Educación para la Convivencia» después, al igual que los cambios correspondientes, aunque menos perceptibles por ser más paulatinos, en materias como la historia, la literatura, la religión o la ética, etc. Esto es algo que hace todo régimen político, abierta o subrepticiamente, y que carece de sentido criticar o defender como tal, pues todo depende del juicio que nos merezcan tanto el régimen como sus valores e ideas. Por lo demás, a través de tales cambios es mucho más lo que permanece que lo que se transforma o sustituye. En definitiva, la escuela procede directamente a la inculcación de los conocimientos, valores y actitudes que favorecen la perpetua-ción de la estructura política de la sociedad de la que forma parte.
Fernández Enguita, M. (1997). La escuela a examen. Madrid: Pirámide.


Meritocracia escolar y consenso social

Fernández Enguita, M.

La escuela trata a todos, al menos en principio, por igual. Recoge a los niños a una edad temprana y los somete a procesos iguales o similares de aprendizaje, evaluando después sus resultados con instrumentos comunes y certificando sus respectivos logros. Periódicamente se llega a la conclusión de que la selección es demasiado temprana, los procedimientos de evaluación no son lo bastante justos o las diferencias e origen no han sido adecuadamente tenidas en cuenta o compensadas, pero tales problemas parece poder resolverse con nuevas reformas que, por fin, convertirán a la escuela en el deseado mecanismo meritocrático de distribución de las oportunidades sociales que todos queremos que sea. Todo eso se expresa sintéticamente en la idea de igualdad de oportunidades, que llega sustituir a la de igualdad de resultados hasta el punto de llevarnos a aceptar que las diferencias sociales son tolerables siempre y cuando cada cual salga de un mismo punto de partida en la carrera por los empleos, los ingresos, el poder, el prestigio, etc.
Fernández Enguita, M. (1997). La escuela a examen. Madrid: Pirámide.


¿Tiene límites la educación? El caso de N. Wiener

Ritchie, D.

Norbert Wiener nació en 1894, era el primer hijo de Leo y Bertha Wiener. Leo Wiener, emigrante ruso y miembro de la Universidad de Harvard. [...] Norbert estaba destinado a una vida sufrida, pues su padre quería que fuese un genio, y sometía al niño a un riguroso entrenamiento intelectual. Los resultados fueron espectaculares: Norbert leía a los tres años y conocía a los seis, las obras de Darwin. Las sesiones de ejercicios de matemáticas eran implacables y cualquier error era sancionado hasta arrancar a Norbert las lágrimas. Que Norbert era brillante, nadie lo negaba. Cuando tenía once años entró al Tufts College de Medford, Massachussetts. Tres años más tarde tenía su diploma y entraba a Harvard con catorce años para preparar su doctorado. Pero lo que su precoz formación le había dado en aptitudes intelectuales, le supuso estigmas emocionales a causa del brutal régimen impuesto por su padre. Norbert sabía como resolver integrales y sabía convertir una matriz, pero conocía bien poco de los sentimientos humanos, tanto propios como ajenos. Era, al mismo tiempo, un atleta mental y un desequilibrado emocional, lleno de dolorosos recuerdos y rencores que atormentarían su vida. En su autobiografía, advierte a todos aquellos padres que se obstinan en hacer de sus hijos unos 'Wunderkinder': "Todo aquel que decida modelar un alma humana a su propia medida que se asegure de tener una imagen digna de ser reproducida, y que sepa que el poder de modelar un intelecto es un poder de muerte tanto como un poder de vida".
Ritchie, D. (1985), Le cerveau binaire. París, Laffont.


Disminuir las diferencias sociales

Fernández Enguita, M.

"La escuela es una institución que gestiona colectivos más que individuos, y los alumnos aprenden en ella a comportarse como miembros de aquéllos porque así es como la sociedad espera de ellos que se comporten el día de mañana. Esto no debe entenderse en el sentido de que la escuela estimule la actividad colectiva espontánea o autoorganizada, pues lo que hace es justamente lo contrario. Aceptar ser tratado como miembro de un colectivo o agregado, o ser subsumido dentro de una categoría universalista, significa, por ejemplo, asumir que se tiene que pagar el mismo dinero por viajar en el autobús si se ese rico que si se es pobre, que robar es robar lo mismo si es por hambre o por ambición, etc."
Fernández Enguita, M. (1997). La escuela a examen. Madrid: Pirámide.


La educación en 1750: El caso de Jean-Paul

Giddens, A.

Imagínese a Jean-Paul Didion, un muchacho campesino que crece en una comunidad agrícola francesa de hace dos siglos. Jean-Paul tiene catorce años en 1750. No sabe leer ni escribir, pero esto no es nada raro: sólo unos pocos de los adultos de su aldea son capaces de descifrar más de dos o tres palabras de textos escritos. Existen algunas escuelas en distritos próximos, regidas por monjes y monjas, pero están totalmente fuera de la experiencia de Jean-Paul. Nunca ha conocido a nadie que asistiera a la escuela, excepto el sacerdote local. Durante los últimos ocho o diez años, Jean-Paul ha pasado la mayor parte de sus días ayudando en tareas domésticas y trabajando los campos. Cuanto más crece, más se espera que comparta el duro trabajo físico que precisa el cultivo intensivo de la parcela de su padre. Es probable que Jean-Paul nunca abandone el área en la que nació, y puede pasar su vida casi entera dentro de la aldea y en los campos circundantes, viajando sólo de forma ocasional al resto de las aldeas y pequeñas ciudades cercanas. Puede que tenga que esperar hasta tener casi sesenta años para heredar la finca de su padre, y después tendrá que c ompartirla con sus hermanos menores. Jean-Paul es consciente de que es "francés", de que su país está gobernado por un monarca determinado y de que existe un mundo más amplio fuera de la propia Francia. Sin embargo, sólo tiene una conciencia difusa incluso de "Francia" como unidad política concreta. No existen cosas tales como "noticias" ni medios regulares mediante los cuales la información sobre los acontecimientos en otros lugares puedan llegar hasta él. Lo que sabe del mundo más amplio procede de historias y cuentos que ha oído de los adultos, incluidos unos pocos viajeros de paso. Como otros miembros de su comunidad, sólo sabe acerca de los sucesos de mayor importancia como la muerte del rey- días, semanas o en ocasiones meses después de que se produzcan. Aunque desde un punto de vista moderno Jean-Paul carece de educación, está lejos de ser ignorante. Tiene una comprensión sensible y desarrollada de la familia y los niños, y ha tenido que ocuparse de los hermanos menores que él desde que era muy pequeño. Tiene ya muchos conocimientos sobre la tierra, los métodos de producción de cosechas y los modos de preservar y almacenar los alimentos. Su domino de las costumbres y tradiciones locales es profundo, y puede ponerse a realizar muchas tareas distintas al cultivo agrícola, como tejer o hacer canastas. Jean-Paul es una ficción, pero la descripción anterior representa la experiencia típica de un muchacho que crece en los comienzos de la Europa moderna.
Giddens, A. (1996). Sociología. Madrid: Alianza.


Los contenidos de la enseñanza

Savater, F.

"Aunque a lo largo de su historia se dieron distintos modos de paideia (ideal educativo griego), según las ciudades-Estado o polis y las épocas, se les puede atribuir en el momento tardío del helenismo la inauguración de una distinción binaria de funciones que en cierto modo colea todavía entre nosotros: la que separa la educación propiamente dicha por un lado y la instrucción por otro. Cada una de las dos era ejercida por una figura docente específica, la del pedagogo y la del maestro. El pedagogo era un fámulo que pertenecía al ámbito interno del hogar y que convivía con los niños o adolescentes, instruyéndoles en los valores de la ciudad, formando su carácter y velando por el desarrollo de su integridad moral. En cambio el maestro era un colaborador externo a la familia y se encargaba de enseñar a los niños una serie de conocimientos instrumentales, como la lectura, la escritura y la aritmética. El pedagogo era un educador y su tarea se consideraba de primor-dial interés, mientras que el maestro era un simple instructor y su papel estaba valorado como secun-dario. Y es que los griegos distinguían la vida activa, que era la que llevaban los ciudadanos libres en la polis cuando se dedicaban a la legislación y al debate político, de la vida productiva, propia de labriegos, artesanos y otros siervos: la educación brindada por el pedagogo era imprescindible para destacar en la primera, mientras que las instruc-ciones del maestro se orientaban más bien a facilitar o dirigir la segunda."
Savater, F. (1999). El valor de educar. Barcelona: Ariel.

 

La educación para todos

"Retomando la consigna de la Declaración universal (los derechos del hombre que remarcaba el derecho a la educación que tienen todas las personas, entre el 5 y el 9 de marzo de 1990, en Jomtiem, Reino de Tailandia se celebró la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos. Satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje, convocada y patrocinada por los directores ejecutivos de la UNESCO, UNICEF, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD y, el Banco Mundial. Congregó a 1500 participantes de 155 países, 160 organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales y medios de comunicación.

Como introducción a dicho evento los representantes oficiales de cada uno de los organismos reconocieron que en el mundo persisten ciertas realidades tales como:

- Mas de 100 millones de niños y niñas, de los cuales 60 por lo menos son niñas, no tienen acceso a la enseñanza primaria;

- Más de 960 millones de adultos dos tercios de ellos mujeres son analfabetos, y el analfabetismo funcional es un problema importante en todos los países, tanto industrializados como en desarrollo;

- Más de la tercera parte de los adultos del mundo carecen de acceso al conocimiento impreso y a las nuevas capacidades y tecnologías que podrían mejorar la calidad de su vida y ayudarles a dar forma v adaptarse a los cambios sociales y culturales.

- Mas de 100 millones de niños e innumerables adultos no consiguen completar el cielo de educación básica; y hay millones que, aún completándolo, no logran adquirir conocimientos v capacidades esenciales;

- El mundo tiene que hacer frente a los problemas pavorosos: el aumento de la deuda de muchos países, la amenaza de estancamiento y decadencia económica, el rápido incremento de la población, las diferencias económicas creciente entre las naciones y dentro de ellas, la guerra, la violencia criminal, la degradación general del medio ambiente."
Conferencia Mundial sobre Educación para Todos. Satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje. Jomtiem, Tailandia, 5 y 9 de marzo 1990.


Los recursos para la educación

Fabián Vitarelli, F.

"La proporción del producto bruto nacional (PBN) que representa el gasto público en educación, ha aumentado ligeramente en el curso de la década del 80 en todo el mundo. Muestra efectiva de ello son los países de Asia del Este del 3,4% al 3,8%- Asia del Sur del 3% al 3,6%, los países que conforman la OCDE del 5,3% al 5,5%, los estados Arabes del 3,99/o al 5%; la excepción lo constituyen los países de Africa subsahariana del 4,4% al 49/6 y los países de América Latina del 4,6% al 4,2%. El porcentaje de aumento en general en el mundo es del 0,2% pasando de la década del 80 en el 4,1 a la. década del 90 con 4,3%".
Fabián Vitarelli, F. (1998). Educación y sociedad en el fin de siglo: Europa y América. San Luis, Argentina: LAE.


Les causes de la mala premsa de l'escola

Cardús, S.

"Ho diré tal com ho veig: L'escola, dipositaria de gairebé totes les esperances del progrés de les persones i de la societat en general, s'ha convertit alhora en un dels més destacats caps d'esquila dels problemes del nostre temps. De manera contradictòria, la fem culpable de gairebé tots els mals i alhora n'esperem gairebé totes les solucions. Pares i administracions dediquen més recursos que mai a educar els propis cadells, mai tanta gent havia anat tant de temps a l'escola ni tampoc mai no hi havia hagut tants experts en pedagogia i sociologia de l'educació. i, malgrat tot, no s aconsegueixen els efectes que se n'esperaven. No hi ha cap partit polític que no la posi com a primeríssima prioritat en els seus programes, i tothom segueix tenint la impressió que l'escola és la ventafocs de totes les institucions. A niés, la realitat d'una escola sotmesa des de fa anys a plans de reforma permanents, i a reformes de les reformes que aviat caldrà tornar a reformar, ens la fa veure com un carrer esventrat sempre en obres 1 suggereix la idea d'una institució precària en els mitjans i incerta en els objectius. Hi ha tres causes fonamentals que expliquen no només la mala premsa, sinó també la crua realitat de l'escola: una, els prejudicis amb que és observada; dos, la confusió general que hi ha sobre què se n'ha d'esperar i tres, les sòlides rutines que la tenallen i que impedeixen que doni una resposta adequada als nous temps. Parlem-ne, doncs."
Cardús, S. (2000). El desconcert de l'educació. Barcelona: La Campana.