La presencia de alumnos con discapacidades plantea, pues, nuevos retos a los centros educativos que debieran poner en marcha toda una serie de cambios y transformaciones organizativas y curriculares, puesto que atender a la diversidad supone la consideración de principios tales como la comprensividad, la tolerancia y el respeto.

Educar en la diversidad requiere "reconocer la desigualdad de partida de las oportunidades de las distintas personas y de los grupos sociales, a la vez que exige el reconocimiento de valores, normas, intereses y saberes invisibles para la escuela. De aquí la necesidad de lograr que valores como el respeto a los demás, el compartir, la relativización de los propios puntos de vista ante criterios asumidos democráticamente por el grupo, el sentido de equitatividad, etc., se conviertan en factores integrantes del propio proceso" (Rué, 1998, 24). De esta forma, atender a la diversidad del alumnado reclama la realización de un proyecto educativo y curricular de centro atento a las diferencias individuales y de unas programaciones que lleven a la realidad del aula las intenciones y concreciones institucionales antes asumidas.

Mas cabría que nos preguntáramos: ¿es esto lo que está sucediendo en los centros educativos en los relativo a la atención a la diversidad de su alumnado?¿Cuánto hemos avanzado desde que comenzó el movimiento de la integración escolar en 1985?.

Podríamos decir que si bien es verdad que el discurso teórico sobre la integración de los alumnos con discapacidades se ha ido enriqueciendo con el paso del tiempo, todavía queda mucho por recorrer. La integración no ha cubierto en su totalidad los objetivos que se marcó, aunque haya abierto la posibilidad de que los alumnos con discapacidades se incorporen al sistema ordinario de educación. Por el contrario, en muchas ocasiones ha supuesto y está suponiendo prácticas segregadoras que producen sentimientos de inferioridad y baja autoestima en los alumnos con dificultades de aprendizaje o pertenencia a un grupo étnico minoritario.

Por consiguiente, dos son las características básicas que deberían perfilar el papel del centro escolar en el proceso integrador: la idea de fusión de la acción educativa general y especial en una síntesis unitaria; y la implicación institucional del centro en el proceso. Es necesario resaltar aquí la importancia otorgada a la institución escolar como promotora del cambio, siempre que haya una implicación y participación activa y colectiva de los miembros del centro en la búsqueda de soluciones institucionales (Escudero, 1991; 1992; 1994). Desde este enfoque, se postula una reconstrucción de la escuela que cambia desde las asunciones teóricas más elementales a los métodos y prácticas tradicionales. Ello supone acomodar el entorno a todos los alumnos en todas las áreas curriculares, ofrecer los mismos recursos y oportunidades de aprendizaje y socialización para todos los niños en un mismo contexto escolar, sobre una base de tiempo total (Wang, 1994) o reconceptualizar y adaptar la organización escolar como conjunto, como un todo que no se puede abordar fragmentando sus partes (Gartner y Lipsky, 1987).

Por ello, esta realidad está ocasionando que muchos teóricos estén abandonando el concepto de integración debido a las connotaciones negativas que ha ido adquiriendo en los últimos años y haya asumido el término inclusión o una escuela para todos. Con este nuevo término se pretende dar un paso más y señalar la necesidad de reestructurar la dinámica de trabajo en los centros y las aulas, para cambiar los diferentes procesos de enseñanza-aprendizaje que se dan en ellos.

Igualmente, un discurso inclusivo requiere como condición imprescindible, una visión alternativa para contemplar las cuestiones referentes a la discapacidad y responder a las mismas (Ainscow, 1999; Vlachou, 1999). Según Schalock, (1999), los aspectos identificativos de esta forma de pensar son los siguientes:

* la discapacidad de la persona es fruto de la interacción entre la persona y el ambiente en que vive;

* una visión transformada de lo que constituyen las posibilidades de vida de las personas con discapacidades supone enfatizar en la autonomía, la integración, la igualdad y en las capacidades;

* un paradigma de apoyo que remarque la prestación de servicios a las personas con discapacidades y se centre en la vida con apoyo, en el empleo y en la educación integrada;

* una interconexión del concepto de calidad de vida con el de mejora de la calidad, garantía en el mantenimiento de la calidad, gestión de la calidad y evaluación centrada en los resultados;

* y un desplazamiento hacia una aproximación no-categórica de la discapacidad, que se focalice en las conductas funcionales y en las necesidades de apoyo de las personas, sin tener en cuenta sus diagnósticos clínicos.

Esta nueva concepción de la diversidad establece sus raíces en una perspectiva ecológica, al considerar la discapacidad no sólo en relación a lo biológico sino como el resultado de la interacción entre la discapacidad y otras variables ambientales tales como el ambiente físico, la educación, situación social y recursos, etc.

Por consiguiente, una escuela inclusiva tiene que intentar desarrollar nuevas respuestas didácticas, para estimular y fomentar la participación de todos los alumnos. En esta línea, la educación inclusiva se opone a cualquier forma de segregación, a cualquier argumento que justifique la separación en el ejercicio de los derechos a la educación. Las ventajas que proporciona este enfoque llevado a la realidad educativa supone que:

* todos se benefician de que las escuelas inclusivas se centren en desarrollar escuelas comunitarias de apoyo para todos los alumnos, más que en seleccionar categorías de estudio. De esta manera, la educación es sensible y responde a las diferencias individuales de cada miembro de la escuela;

* todos los recursos de la escuela pueden ser usados para asesorar sobre las necesidades instructivas, adaptar el proceso de enseñanza-aprendizaje y proporcionar apoyo a los alumnos. En las escuelas inclusivas ningún alumno sale del aula para recibir apoyo, sino que éste se recibe dentro del aula, lo cual exige que los recursos estén en la misma y que los profesores de apoyo realicen una importante tarea de coordinación con el profesor-tutor;

* y proporciona apoyo social e instructivo a todos los estudiantes, ya que se centra en construir la interdependencia, el respeto mutuo y la responsabilidad.

Un centro de este tipo tiene que adoptar una serie de medidas organizativas, para alcanzar los objetivos propuestos. En este sentido Casanova (1998), señala una serie de exigencias organizativas necesarias para hacer posible una educación en y para la diversidad. En primer lugar, y en relación al centro, será necesario establecer un proyecto educativo y curricular que asuma la atención a la diversidad como principio de funcionamiento y genere los cambios necesarios en el aula; tiempos comunes para la coordinación del profesorado; distribución de los espacios en función de los objetivos del centro; agrupamientos flexibles del alumnado dentro de los ciclos; responsabilización del profesorado en función de los agrupamientos realizados; utilización eficaz y creativa de los recursos disponibles; existencia de equipos de coordinación que garanticen el seguimiento continuo del progreso del alumnado, especialmente cuando se pone en práctica una adaptación curricular; y un estilo dinámico de dirección que pilote, evalúe y tome decisiones de mejora sin dilación.

Y en segundo lugar, y en relación al aula, será imprescindible distribuir el tiempo en función de los ritmos de aprendizaje de los alumnos; realizar agrupamientos según intereses, ritmos, progresos, etc.; y diversificación del trabajo para su realización individual o en grupo.

Ante esta nueva situación, el sistema educativo debe dotarse de aquellos medios que le permitan dar una respuesta ante las necesidades educativas específicas de los alumnos, o de lo contrario no cumplirá los fines educativos para los que fue creado. Como ha expresado González (1 996, 45): "la planificación a nivel del centro escolar y la atención a la diversidad no es una cuestión exclusiva y específicamente ligada a la LOGSE. Que un centro se plantee sus grandes líneas de actuación, cómo va a organizar y desarrollar una enseñanza adecuada y adaptada a la diversidad y variabilidad del alumnado, cómo se va a organizar como centro para ello, es una cuestión que ha de estar ligada no sólo a la implantación de una reforma concreta, sino al propio desarrollo y funcionamiento del centro escolar como organización educativa que ha de ofrecer una enseñanza con continuidad, coherente y en consonancia con valores de no discriminación, igualdad, equidad".
 

BIBLIOGRAFIA Volver al Indice: Icono: Una flecha blanca sobre fondo rojo, señala hacia arriba.

Ainscow, M. (1999). Tendiéndoles la mano a todos los alumnos: algunos retos y oportunidades. Siglo Cero, Vol. 30 (1), 181, 37-48.

Arnaiz Sánchez, P. (1995). Integración segregación e inclusión. En P. Arnaiz y R. De Haro (Coord..): 10 años de integración en España. Murcia: Servicio de Publicaciones de la Universidad.

Casanova. M.A. (1998). La organización escolar al servicio de la integración. Cuadernos de Pedagogía, 269, 50-54.

Escudero Muñoz, J.M. (1991). La planificación en el contexto del desarrollo curricular basado en la escuela. Seminario de Formación en Centros. CEP Sevilla.

Escudero Muñoz, J.M. (1992). Innovación y desarrollo organizativo. II Congreso Interuniversitario de Organización Escolar. Sevilla.

Escudero Muñoz, J.M. (1994). La elaboración de proyectos de centro: una nueva tarea y responsabilidad de la escuela como organización. En J.M. Escudero Muñoz y M.T. González González: Profesores y Escuela. Madrid: DIP Ediciones Pedagógicas.

Flynn, G. (1989). Toward community. Citado por Stainback, S. & Stainback, W. (1999): Aulas inclusivas. Madrid: Narcea.

Gartner, A.- Lipsky, K. (1987). Beyond Special Education: toward a Quality System for all Students. Harvard Educational Review, 57 (4), 367-395.

Gimeno Sacristán, J. y Pérez Gomez, A. (1992). Comprender y trnasformar la enseñanza. Madrid: Morata.

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Rué, J. (1996). Investigar para innovar en educaciòn. BCN: UAB-ICE.

Rué, J. (1998). L'immigrant a l'escola. La metodología del treball cooperatiu com a via d'integració social i acadèmica. Educar, 22-23.

Schalock, R. L. (1999). Hacia una nueva concepción de la discapacidad. En M.A. Verdugo F.B. Urríes (Coord.): Hacia una nueva concepción de la discapacidad. Salamanca: Amarú.

Stainback, S. & Stainback, W. (1999): Aulas inclusivas. Madrid: Narcea.

Vlachou, A.D. (1999). Caminos hacia una educación inclusiva. Madrid: La Muralla.

Wang, M. C. (1994). Atención a la diversidad del alumnado. Madrid: Narcea.

 


©2000. Pilar Arnaiz Sánchez. parnaiz@fcu.um.es
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