Marta Mata, antiga alumna de l'escola, recorda el monument a Pere Vila.
"Curso 1931-32. La escuela es bonita y alegre (...) La felicidad empezaba cada día cuando entraba a la escuela y me dirigía al monumento. A su alrededor había un pequeño estanque del tamaño de los párvulos con una pared circular de mármol acanalado, de donde salían unos chorritos de agua, “el brollador”, y cuando te agachabas para beber se escondían unos peces rojos debajo de unas piedras que iban poblándose de terciopelo verde. Poco a poco los peces volvían a salir, y los párvulos aprendimos a no asustarlos, para verlos. Creo que llegamos a ser amigos; me parece que su vista no alcanzaba más allá de nosotros. Nuestra vista, en cambio, y nuestra persona, iba creciendo cuando levantábamos la mirada y veíamos la bronceada de aquel señor tan bueno que mandó hacer aquella escuela tan grande y bonita para nosotros, más grande que el Arco de Triunfo de ladrillo rojo que teníamos delante y mucho más bonita que la mole de piedra gris oscuro del Palacio de Justicia situado a su lado".
Marta Mata “Mi currículum en la república”, en la Revista Digital Participación Educativa, nº 2, junio 2006; p. 4-7