Caminaba el Conde Lino
mañanita de San Juan
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
cantaremos un cantar:
a camisa, la mi camisa,
quien te pudiera lavar.
Lavarte y retorcerte
y tenderte en un rosal.
La reina lo estaba oyendo
desde su palacio real.
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