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Y echándose
debajo del enebro, se quedó dormido; pero un ángel lo tocó,
y le dijo: "Levántate y come". Miró y vio a su cabecera
una torta cocida sobre las ascuas y una vasija de agua; comió, bebió
y volvió a dormirse. Regresó el ángel de Jehová
por segunda vez, lo tocó y le dijo: "Levántate y come,
porque largo camino te resta". Se levantó, pues, comió
y bebió. Fortalecido con aquella comida anduvo cuarenta días
y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. 1 Reyes, 19, 5:8 |