Fernando Gallego. Martirio de Santa Catalina (Madrid, Museo del Prado). Segunda mitad del siglo XV.

Si en la tabla anterior no se aprecia la intervención de los ángeles en la destrucción de las ruedas, el propio Fernando Gallego en otra pintura con ese mismo tema, sigue literalmente el texto de la Leyenda Dorada, de tal modo que, como se cuenta en ésta son los ángeles los que proceden a destruir el instrumento del martirio de la santa:

"Catalina (...) oró al Señor y le pidió que, para alabanza de su divino nombre y para la edificación de las muchas personas que presumiblemente habrían de asistir al proyectado espectáculo, destruyese la máquina aquella tan pronto como trataran de ponerla en funcionamiento. Dios escuchó la oración de su sierva; y, en efecto, cuando el artefacto comenzó a girar a vertiginosa velocidad, un ángel hizo saltar las ruedas".

Santiago de la Vorágine, La Leyenda Dorada