La representación del cielo como una ciudad amurallada se basa en una de las visiones de San Juan en el Apocalipsis:

Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de parte de Dios, ataviada como una esposa hermoseada para su esposo.

Apocalipsis 21, 2

Tenía un muro grande y alto, con doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. Tres puertas al oriente, tres puertas al norte, tres puertas al sur, tres puertas al occidente. El muro de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

Apocalipsis 21, 12-14

 

La Jerusalén Celeste. Beato de  San Andrés del Arroyo (París, Biblioteca Nacional). Hacia 1220-1230. Algunos ejemplares ilustrados del comentario al Apocalipsis escrito en el siglo VIII por el monje asturiano Beato de Liébana incluyen la imagen de la Jerusalén Celeste con las doce puertas, orientadas, de tres en tres, hacia cada uno de los puntos cardinales.

 

Al margen de las ilustraciones del Apocalipsis, se recurrió con frecuencia a la imagen de la Ciudad Celeste o Jerusalén Celeste para representar el cielo, de tal modo que en numeroso Juicios Finales vemos a los justos en el interior de una estructura arquitectónica o dirigiéndose hacia ella para franquear sus puertas.