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Tras Cristo otros dos condenados a muerte cargan a su vez con pesadas cruces. Son dos ladrones que serán ejecutados junto a Él. Uno de ellos se arrepiente en la cruz y Cristo le promete que ese mismo día estará a su lado en el paraiso. La tradición, que ha dado en llamarle el buen ladrón, le acabó adjudicando el nombre de Dimas, convirtiéndolo en santo. |