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        Pero Tomás, 
          uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús 
          se presentó. Le dijeron, pues, los otros discípulos: -- 
          ¡Hemos visto al Señor! Él  
          les dijo: -- Si no veo en sus manos la señal de los clavos y 
          meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, 
          no creeré. Ocho días después estaban otra vez sus 
          discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, 
          estando las puertas cerradas, se puso en medio y les dijo: -- ¡Paz 
          a vosotros! Luego dijo a Tomás: -- Pon aquí tu dedo y 
          mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas 
          incrédulo, sino creyente.   
        Juan 20, 24-27 
       
      El episodio de la duda de 
        Santo Tomás se ha representado siempre a partir de la imagen 
        de Tomás introduciendo su dedo en la llaga del costado de Cristo, 
        rodeado por los demás apóstoles. 
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