El pago del tributo
Dos episodios recoge el evangelio de San Mateo referidos al pago de los tributos. El primero de ellos expresa el sometimiento de Jesús a la ley, al aceptar pagar el tributo a los recaudadores de impuestos:
Cuando llegaron a Capernaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban las dos dracmas y le preguntaron: -- ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Él dijo: -- Sí (...) ... ve al mar, echa el anzuelo y toma el primer pez que saques, ábrele la boca y hallarás una moneda. Tómala y dásela por mí y por ti.
Mateo 17, 24-27
En la parte central de la composición se ha representado el encuentro de Cristo con los recaudadores de impuestos. En el extremo izquierdo vemos a Pedro sacando del mar el pescado con la moneda en su interior. En el lado contrario le entrega la moneda al recaudador. Esta representación pormenorizada del episodio del tributo es poco frecunte. Por lo general se ha optado por mostrar el momento en que Pedro entrega la moneda al recudador tras sacarla de las entrañas del pez.
El segundo episodio explica como los fariseos tratan de poner en un aprieto a Jesús con una pregunta acerca de la conveniencia de pagar o no los tributos que exige el emperador romano:
Dinos, pues, qué te parece: ¿Está permitido dar tributo a César, o no? Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: -- ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Ellos le presentaron un denario. Entonces les preguntó: -- ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Le dijeron: -- De César. Y les dijo: -- Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Al oír esto se maravillaron, y dejándolo, se fueron.
Mateo 22, 17-22
Tiziano ha representado este diálogo, con el que Cristo pretende poner de manifiesto la diferencia entre la esfera de lo espiritual y la de lo material, de un modo sintético a través de la imagen de Cristo recogiendo de la mano de un fariseo la moneda en que apoyará su respuesta.