Resurrección de Cristo
A los tres días de su muerte se produce la resurrección de Cristo. El arte ha tendido a hacer de ella una imagen triunfal en la que Cristo sale de la tumba (a veces levitando sobre ella) portando un estandarte con la cruz, símbolo de su victoria sobre la muerte:
Se cubre con el manto rojo que fue en su momento instrumento de escarnio durante la Pasión por parte de los soldados romanos. Convertido ahora en púrpura imperial, exponente de su triunfo glorioso, deja ver la llaga del costado. A los lados del sepulcro los soldados romanos que lo custodian, o bien duermen, como en este caso, o bien retroceden deslumbrados y, a la vez asustados, por el resplandor que envuelve la figura de Cristo. En ocasiones puede aparecer un ángel retirando la tapa del sepulcro.
En el caso de esta pintura, Piero de la Francesca ha añadido un detalle de carácter simbólico: mientras los árboles de la parte izquierda están secos, los de la derecha se hallan totalmente cubiertos de hojas. Incide a través de este recurso visual en la idea de la Pasión como un acontecimiento que marca un antes y un después en la historia de la salvación.