El
juego de etimología Eco y Narciso es el resultado de años de experiencia en
la ardua tarea de motivar a nuestros alumnos en interesarse por la adquisición
de un vocabulario culto que les sirva para hablar y escribir correctamente,
con propiedad, con claridad y precisión. El griego y parcialmente el latín
son aún hoy las lenguas de la terminología científica, técnica y humanística,
seguidas de lejos por el inglés y, de forma local, por el alemán.
A partir del conocimiento de los étimos griegos y latinos, los alumnos
aprenden el léxico científico, técnico y humanístico de las diferentes
materias que actualmente cursan y que en sus futuros estudios, carreras y
oficios tanto necesitarán conocer y aplicar. Cuando descubren el porqué de
las palabras, siempre les fascina y se interesan por la etimología porque en
ella ven la llave que les ayuda a descifrar tantas palabras ininteligibles que
han encontrado en sus apuntes y libros y que, a menudo, les han hecho fracasar
en los controles y exámenes. Además, descubren la afinidad que tienen entre
sí las lenguas y la facilidad que pueden tener en estudiar otros idiomas si
dominan el lenguaje científico, técnico y humanístico.
La etimología, pues, les resulta fascinante y muy útil cuando la descubren,
pero el estudio etimológico de los vocablos puede ser muy pesado, incluso
para la mayoría de los profesores, si no se presenta envuelta en un bello
envoltorio: Eco y Narciso. En ese afán cautivador, se ha buscado incluso un
nombre mitológico: Eco y Narciso. Narciso simbolizaría la perfección de las
lenguas clásicas, que muy lejos de ser muertas, como comúnmente se las
denomina, siguen siendo la cantera que abastece las lenguas modernas para
etiquetar un producto nuevo, poner nombre a un descubrimiento, a un proyecto
científico o a una misión espacial. Eco sería, pues, las lenguas modernas
que ensimismadas en Narciso lo buscan; esperemos pero que no languidezcan como
la ninfa al no ver correspondido su amor.