EL PAÍS 24/07/02
Fósiles de bacterias o pura
geología
M.
R. E. | Madrid
Una de las grandes preguntas
sobre la historia de la Tierra es cuándo surgió la vida y en qué formas.
Durante años, el científico más famoso en este campo ha sido William Schopf, actualmente en la Universidad de California, porque
aseguraba haber descubierto los fósiles más antiguos del mundo,
correspondientes a bacterias que vivieron hace 3.500 millones de años y que
además eran capaces de producir oxígeno como subproducto de la fotosíntesis.
A pesar de que todo indica
que en aquella época el contenido de oxígeno en la atmósfera terrestre era
todavía bajísimo, Schopf empezó a mantener en 1987
que sus fósiles, extraídos de rocas de las más antiguas del mundo en Australia,
eran cianobacterias (productoras de oxígeno) y sigue manteniéndolo hasta la
actualidad. Tanto se esforzó que lo que era una hipótesis únicamente basada en
la morfología pasó a ser considerada una verdad de libro de texto, según
explica la revista Nature, que recoge la gran
polémica actual sobre el tema.
Polémica personal
Como en tantos otros grandes
temas científicos, la polémica es muy personal entre Schopf
y su crítico Martin Brasier,
de la Universidad de Oxford. El pasado 7 de marzo Nature
publicó un artículo de cada uno de ellos en el que Schopf mantenía su tesis y Brasier
daba sus argumentos en contra. Luego, en abril, ambos pesos pesados de la
ciencia se vieron las caras en una reunión científica en California. En aquel
choque Nature da a Brasier
como ganador.
Además, hay un nuevo factor
que puede terminar con la reputación de Schopf, ya
que su ayudante Bonnie Packer,
que firmó el artículo científico con él en 1987 y que luego se distanció, ha
asegurado ahora que el propio Schopf sabía hace mucho
tiempo que había indicios de que los fósiles no correspondían a cianobacterias.
Según Packer, que ha presentado sus notas de
laboratorio de aquella época, Schopf descartaba en
sus análisis los supuestos fósiles cuya morfología no era compatible con la de
una cianobacteria.
La desconfianza de Brasier se basa en que en 1999, para actualizar un libro
suyo sobre microfósiles, fue a las fuentes, a los fósiles descritos por Schopf, que ahora se encuentran almacenados en la Museo de
Historia Natural de Londres. Allí vio formas extrañas en algunos de ellos que
no estaban descritas por el científico estadounidense y que le hicieron
sospechar. Luego viajó al yacimiento y descubrió que el terreno no era del tipo
sedimentario, como Schopf sostenía, sino que parecía
corresponder a una fuente termal. Según Brasier, las
bacterias de Schopf no son más que formaciones de
grafito en condiciones extremas de calor.
Técnica
Durante la discusión de
abril, Schopf reconoció que no estaba claro que los
fósiles correspondieran a cianobacterias, con lo cual su trabajo perdió interés
para muchos. Además, en la misma reunión, explica Nature,
el físico Stephen Hyde
probó, utilizando una técnica puesta a punto por el científico español Juan
Manuel García Ruiz, que se pueden crear a temperatura ambiente depósitos
minerales que bajo el microscopio aparecen iguales que los microfósiles de Schopf.
Después de 20 años de ser
considerado uno de los micropaleontólogos más
importantes el mundo, la estrella de Schopf parece
que ha empezado a declinar, justo cuando es mayor el interés por las técnicas
de identificación de fósiles bacterianos muy antiguos, como los que algunos
científicos han creído ver en un meteorito procedente de Marte y fueron
presentados en 1996 por la agencia espacial estadounidense NASA como el argumento
principal para su campaña de fomento de la llamada astrobiología. La búsqueda
de vida pasada fuera de la Tierra se basa necesariamente en las mismas técnicas
utilizadas en micropaleontología, por lo que el área
está en plena expansión.