El País 15/04/2002

La Cumbre de Biodiversidad pretende el liderazgo de la protección de los bosques

La reunión en La Haya esta semana quiere evitar el pillaje de recursos

Isabel Ferrer

La Cumbre de Biodiversidad, de Naciones Unidas, afronta esta semana en La Haya uno de sus retos más importantes: asumir el liderazgo de la defensa de los bosques primarios aún no invadidos por el hombre, pero amenazados por el comercio internacional y por el cambio climático. La Unión Mundial para la Naturaleza prevé la desaparición de la mitad de las especies arbóreas en menos de 50 años de no frenarse la deforestación.

En la recta final de sus dos semanas de reunión, la VI Conferencia de las Partes de la Convención de Biodiversidad, surgida de la cumbre de Río de 1992 y que no incluyó entonces un tratado sobre las zonas forestales, prepara un 'programa de trabajo' que debería ser el documento clave para contener la deforestación mundial.

Convertida en los últimos años el punto de referencia en cuestiones medioambientales, la diversidad biológica, o biodiversidad, comprende todas las formas de vida, desde los microorganismos a los animales más grandes y las plantas, así como sus diferencias genéticas y los ecosistemas que han generado tras miles de millones de años de evolución. Vista así la Tierra, las selvas amazónicas constituyen sus zonas más biodiversas, con áreas habitadas hasta por 400 especies de árboles por kilómetro cuadrado. La Antártida, el desierto del Sáhara y el norte de Siberia figurarían, por el contrario, en el extremo menos variado. La salud de ambos tipos de entornos, marcada por sus posibilidades de supervivencia, ha dado en llamarse biodiversidad genética.

Pensada como marco de referencia para la protección de la biodiversidad, la Convención, que entró en vigor en 1993, trata de conservar todas las formas de vida de la Tierra, evitando la destrucción de las especies y promoviendo su uso 'sostenido y durable' para permitir su regeneración. El reparto equitativo entre el Norte y el Sur de los beneficios derivados de la explotación de los recursos genéticos configura el otro objetivo primordial de la Convención.

Como los bosques no figuraron en el texto original salido de Río, el acuerdo alcanzado en Holanda supondría la primera medida seria para proteger las principales reservas de diversidad biológica del mundo. Incluidas por razones climáticas en zonas en desarrollo y amenazadas tanto por la tala ilegal como por el cambio climático, este último es uno de los factores que más retos impone hoy a la propia Convención.

La Unión Mundial para la Naturaleza prevé la desaparición de la mitad de las especies arbóreas que llenan los bosques en menos de 50 años de no frenarse la deforestación. Datos de la propia ONU señalan que un 1% de los bosques tropicales (unos 15 millones de hectáreas) se ha perdido anualmente desde 1980. Por su parte, el conjunto de las organizaciones no gubernamentales del ramo presentes en La Haya aseguran que un área de bosque mayor que Francia y Bolivia juntas ha sido destruido desde 1992. Si bien talar árboles sin pensar en la reforestación parece más barato a corto plazo, 'su enajenación puede evitarse si los gobiernos fuerzan a las empresas a que tengan en cuenta el valor de la biodiversidad y las consecuencias de la pérdida de zonas vitales para controlar los cambios climáticos', ha asegurado Hamdallah Zedan, secretario ejecutivo de la Convención.

Su aplicación debe servir también para evitar el pillaje de los recursos genéticos de las zonas estrella de la biodiversidad, que albergan la mayoría de las especies de animales y plantas necesarios para la obtención de medicinas, productos biotecnológicos o bien cosméticos. El reparto de beneficios que promueve entre las empresas que explotan estos recursos y los países de origen en su mayoría pobres, está bien definido en la Convención, pero sólo la adjudicación de patentes de las nuevas sustancias obtenidas mueve millones y tiene difícil arreglo.

Portavoces de la cumbre de La Haya admiten que los países del Sur quieren un acuerdo 'más duro' y de momento lo más que se ha logrado es 'seguir trabajando en su busca'.

La lucha contra las especies exóticas, desde plagas que atacan los árboles a gusanos que destrozan cosechas de maíz, es la tercera gran área de discusión del encuentro. La introducción, ya sea natural o intencionada, de especies invasoras que acaban con las autóctonas está considerada como la segunda causa de merma de diversidad biológica después de la destrucción misma del entorno a manos del hombre. 'Se trabaja en la estrategia para afrontar este problema en la próxima década, y esperamos una declaración sobre ello al final de la cumbre', según sus portavoces.