El País 16/06/2003

La UE apuesta por el hidrógeno como la energía del futuro

Las pilas de combustible se usarán en vehículos y teléfonos móviles

Alicia Rivera

Para hacer frente a la dependencia del petróleo y construir una perspectiva energética ambiental más favorable, la UE se plantea una estrategia basada en el hidrógeno y las pilas de combustible. Hace falta una inversión considerable, investigación y un marco político para introducir el hidrógeno en el mercado, según el informe que debatirán hoy los expertos y responsables políticos al más alto nivel, que se reúnen en Bruselas convocados por la Comisión Europea. El reto es hacer la transición hacia el hidrógeno y no perder este tren frente a EE UU y Japón.

El hidrógeno lanzará una nueva revolución industrial en el siglo XXI, tan poderosa en sus impactos comercial, social y político como el carbón y el vapor en el siglo XIX, y el petróleo y el motor de combustión interna en el XX, considera el estadounidense Jeremy Rifkin, asesor del comisario Romano Prodi y uno de los expertos más destacados convocados hoy en Bruselas. Rifkin, autor del libro La economía del hidrógeno y presidente de la Foundation on Economic Trends (Washington), señala que, a diferencia del carbón y del petróleo, el hidrógeno tiene el potencial de ser sostenible, no contaminante, y de poder proporcionar acceso a la energía a todos los seres humanos del planeta.

Prodi, junto con los comisarios europeos de Investigación (Philippe Busquin) y de Transportes (Loyola de Palacio), así como varios ministros europeos y el secretario de Energía estadounidense, Spencer Abraham, asisten a este encuentro, en el que se presentará oficialmente el informe Energía del hidrógeno y pilas de combustible, elaborado -por encargo de la Comisión- por expertos del ámbito científico-tecnológico e industrial, incluido el español César Dopazo, director del Ciemat.

El hidrógeno es muy abundante en el universo, pero no es una fuente de energía primaria, como el carbón y el gas, sino un portador, advierte el informe. Es decir, que hay que producirlo extrayéndolo del agua o de los hidrocarburos. De momento se utilizarían fuentes tradicionales de energía, como combustibles fósiles con tecnologías de secuestro de carbono (almacenamiento subterráneo o submarino del dióxido de carbono generado en las plantas energéticas) o centrales nucleares.

Pero, a la larga, el objetivo es producir hidrógeno principalmente a partir de fuentes renovables (biomasa, solar, eólica y oceánica), siempre teniendo en cuenta las opciones más apropiadas regionalmente.

Las ventajas de esta revolución son inmensas respecto a la economía actual, basada en los combustibles fósiles: independencia de las muy críticas (económica y políticamente) fuentes de petróleo; reducción de contaminación y de emisiones de gases de efecto invernadero, que están provocando el peligroso cambio climático, y suministro descentralizado de energía y eficiencia energética.

Los expertos proponen a la Comisión un plan de acción a corto plazo (hasta el 2010), pero con un horizonte mucho más largo, de 20 o 30 años, para la transición de Europa desde su dependencia actual de los combustibles fósiles hacia la sociedad basada en la energía del hidrógeno.

Las recomendaciones de los expertos a los responsables políticos europeos son las siguientes: un marco político que abarque coherentemente el transporte, la energía y el medio ambiente; un incremento sustancial de la financiación del I+D en este ámbito; programas piloto de demostración; un programa de investigación socioeconómica; desarrollo de iniciativas de negocios coordinando diferentes organismos de financiación; un programa de educación y entrenamiento; mayor cooperación internacional, y un centro de comunicación y distribución de la información.

Desde luego, hay que garantizar el suministro de energía a la sociedad, teniendo en cuenta que el crecimiento de la demanda mundial anual se estima en un 1,8% en el periodo 2000-2030.

El transporte es uno de los huesos duros de roer en la economía de la energía, y en este capítulo las pilas de combustible son la alternativa. Estos dispositivos electroquímicos, que convierten directamente energía química en eléctrica, con un alta eficiencia, pueden ser utilizados en muchos productos, desde ordenadores portátiles y teléfonos móviles hasta centrales energéticas, barcos y, por supuesto, coches y autobuses.

Pero el tránsito no será inmediato. Hace falta una inversión fuerte en infraestructuras y, desde luego, se considera esencial una red amplia de suministro para que los ciudadanos acepten este cambio. Los vehículos de hidrógeno pueden empezar por las flotas de autobuses, que tienen ya una distribución centralizada de combustible, y vehículos de reparto urbano. Después harán la transición los vehículos privados.

"En resumen, el hidrógeno y la electricidad juntas representan uno de los caminos más prometedores para alcanzar la energía sostenible, mientras que las pilas de combustible proporcionan el dispositivo de conversión más eficaz para convertir el hidrógeno, y posiblemente otros combustibles, en electricidad", dice el informe.

Europa está muy detrás de EE UU en cuanto a financiación pública para poner en marcha las tecnologías del hidrógeno y las pilas de combustible, advierten los expertos. El gasto estadounidense en este sector es entre cinco y seis veces superior al que la UE dedica en su programa Marco de Investigación. Como indicación, el informe señala: "La inversión requerida para construir una economía basada en el hidrógeno y las pilas de combustible se estima en varios cientos de miles de millones de euros, algo que sólo puede conseguirse en un marco de varias décadas". por ejemplo, instalación surtidores de hidrógeno en el 30% de las estaciones de servicio europeas costaría entre 100.000 y 200.000 millones de euros.

La apuesta de EE UU

EE UU está apostando fuerte por la tecnología del hidrógeno, advierten los expertos que han preparado el informe Energía del hidrógeno y pilas de combustible para la Comisión Europea. Una coalición del sector ha pedido un programa del Gobierno federal para 10 años para poner en marcha y desplegar las tecnologías de hidrógeno y pilas de combustible.

"La coalición propuso una financiación pública de 5.500 millones de dólares. La Administración estadounidense respondió con una oferta de 1.700 millones de dólares (incluidos 720 millones de nueva financiación) en los próximos cinco años para desarrollar pilas de combustible de hidrógeno, infraestructuras de hidrógeno y tecnologías de automoción avanzadas", señala el informe.

Estas actividades energéticas pueden suponer 750.000 nuevos puestos de trabajo hacia 2030, según cálculos del Departamento de Energía.

También Japón está empujando en este sentido, con una inversión de unos 240 millones de euros ya en 2002.

Japón prevé comercializar 50.000 pilas de combustible para vehículos en 2010, que serán cinco millones en 2020.