El Mundo 22/03/01
El agua es el recurso más preciado del siglo XXI, por lo que se harán indispensables políticas más activas para la conservación de los acuíferos para hacer frente a las necesidades de una población que alcanzará los 8.000 millones de personas en menos de 50 años.
La carencia de agua potable ya provoca millones de muertes cada año, y por eso hoy, con motivo del Día Mundial del Agua, las organizaciones y agencias humanitarias centrarán su mensaje de concienciación en el principio 'El agua al servicio de la salud'.
Resulta significativo que Naciones Unidas haya encargado este año la conmemoración del Día del Agua a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recuerda en su último informe que cada año mueren 3,4 millones de personas, en su mayor parte niños, por culpa de enfermedades relacionadas con la falta o el mal estado del agua, principalmente el paludismo, que mata a un millón de personas anualmente.
Tal y como recuerda en su último informe Acción contra el Hambre (AcH), hoy en día casi nadie muere de sed, pero 1.100 millones de personas (una de cada seis) no disponen de agua potable. De hecho, la enfermedad más común del mundo es la infección con lombrices intestinales. En Bangladesh, la contaminación de las aguas con arsénico de orgen geológico amenaza con provocar cáncer a entre 35 y 75 millones de personas.
Otros 2.400 millones de personas no tienen acceso a un saneamiento básico, el 40% de la población mundial carece de alcantarillado, la mitad de los ríos y lagos del mundo están contaminados, y el 80% de las enfermedades en los países en desarrollo están relacionadas con el agua. Además, la población no deja de crecer y en el año 2025 se necesitará un 20% más de agua.
Pero el problema no es tanto de carencia de agua como de mala distribución y deficiente saneamiento. Según destaca AcH, el 97,2% del agua de que dispone el planeta es salada, el 2,74% es dulce pero en forma de glaciar, y el 0,26% es dulce y disponible para el consumo. «Este agua sería suficente para todos», pero su reparto es desigual: diez países se reparten el 60% de los recursos.
Por ejemplo, en ciertas ciudades europeas cada persona consume diariamente entre 300 y 600 litros, incluyendo el agua utilizada por las industrias, mientras que en algunas regiones del sur de Angola cada persona sólo dispone de tres litros de agua diarios. En cuanto al saneamiento, dos tercios de los recursos mundiales de agua están contaminados.
Posibles soluciones
Según Acción contra el Hambre, el acceso al agua potable aumenta en un 30% la esperanza de vida. Por eso, las organizaciones humanitarias no se han limitado a constatar la gravedad de la situación: también proponen soluciones que, a veces, son más baratas de lo que 'a priori' se cree.
Así, la OMS destaca la sencillez de la esterilización del agua con cloro, que no necesita de la instalación previa de redes de saneamiento, ya que puede realizarse en pozos o incluso en recipientes de pequeño tamaño. También se ha experimentado en países como Colombia, Togo o Indonesia el tratamiento del agua mediante su simple exposición al sol, dentro de botellas de plástico que permiten su tratamiento 'gratuito' con rayos ultravioletas.
Ahora que se confirma la resistencia de ciertas enfermedades a los antibióticos, otra de las políticas que deben privilegiarse es la educación sanitaria. Según destaca la OMS, los casos de diarrea se reducirían en un 35% sólo mediante el lavado de las manos tras limpiar a un niño o tras utilizar las letrinas.
De esta forma, se constata que la responsabilidad en esta cuestión afecta tanto a los individuos como a los gobiernos, como se desprende de los problemas de despilfarro. En muchas ciudades se pierde el 30% del agua, y en la agricultura la mala gestión hace 'desaparecer' el 60%, por no hablar del consumo excesivo en los hogares. Por esta razón, Acción contra el Hambre insite en la necesidad de lanzar una 'Revolución Azul' ya que «este es un asunto que afecta a toda la Humanidad».