Astronomía práctica

Mecanismos de relojería


Bootes y Corona Borealis
Minolta 55mm f/1,8. 16 minutos con Fujichrome 400.

¿Está harto de que se le escapen del campo visual los objetos de observación?

¿Ya no le satisfacen las fotos de estrellas movidas hechas con trípode azimutal?

¡Necesita una montura ecuatorial motorizada!

Coma Berenices
Coma Berenices.
Minolta 55mm f/1,8.
16 minutos, Fuji 400.


Otro invento similar.


La montura completa.

El consejo es sincero... Aunque yo no lo he seguido (este tipo de montura es algo caro para mi pobre presupuesto), siempre he pensado que algún día acabaré comprando una.

La foto de arriba, de la región de Bootes y Corona, y la de la izquierda, de Coma Berenices, están hechas con una cámara Minolta de 35 mm fijada sobre una montura ecuatorial de fabricación casera. Aunque estaba a punto de salir la Luna, el cielo era todavía suficientemente oscuro como para permitir exposiciones de un cuarto de hora sin que el cielo se velase demasiado.

No quiero engañar a nadie: no fue nada fácil conseguirlo. Hay que dedicarle mucho tiempo y ser bastante manitas.

Un buen día, me topé con la foto de una montura movida por un despertador de cuerda: la misma que puede ver a la izquierda, de color azul. No parecía excesivamente complicada, cara, o difícil de construir. Como estaba de vacaciones, me animé a hacer algo parecido.

Lo primero fue conseguir un trípode que pudiera inclinarse. Encontré un Velbon que permite inclinar el eje azimutal y fijarlo en unas cuantas posiciones. Ninguna de ellas coincide con la latitud de mi lugar de observación, pero las patas sí se pueden encoger a voluntad, de modo que una de ellas -la norte- se convirtió en el control de latitud. Con esta sencilla operación, el cabezal azimutal se convertía en ecuatorial. El giro que antes servía para cambiar de azimut, ahora variaba la ascensión recta, y con un sólo giro podía mantener el telescopio o la cámara apuntada. Como es natural, en cuanto se ponía un poco de peso encima, se caía todo al suelo. Fue preciso encontrar algo que sirviera de contrapeso. Una vieja cámara de fotos rusa fue suficiente. Nunca más la he vuelto a usar para otra cosa.

Pero faltaba algo: el motor.

El motor

Un amigo me proporcionó el despertador de su abuela. Comprobé que la palomita de dar cuerda gira lentamente en sentido anti-horario a medida que se descarga la tensión del muelle interno (la cuerda). Aunque tiene cierta fuerza de arrastre, superado un límite se detiene el reloj, la palomita se desenrosca y se separa del eje. Comprendí que con un motor así no podría arrastrar mucha carga, y tuve que aprender a equilibrar mediante contrapesos el telescopio o la cámara de fotos hasta conseguir que girase suavemente con un pequeño impulso.


Observé cuidadosamente cuántas vueltas era preciso dar a la cuerda cada día. Consulté catálogos de rodamientos a bolas y tubos de metal. Supongamos que la palomita se desenrosca una vuelta cada 6 horas, 4 vueltas por día. Si utilizo tubo de aluminio de 5 cm de diámetro para el eje motor, necesitaré una rueda de 5 cm x 4 vueltas = 20 cm de diámetro (lo que pretendo es que dé una sóla vuelta cada 24 horas). Y si el tubo es de sólo 3 cm, la rueda habrá de ser de 3 x 4 = 12 cm. La elección está clara: dicen que "small is beautiful". En este caso, además, es más barato. El ajuste final de la velocidad se puede conseguir con la palanquita etiquetada +/- de la misma manera que se corregiría el reloj si se adelantase o se retrasase.

Lo más difícil fue intercalar entre el trípode y el cabezal el rodamiento a bolas. Un tornero me cortó a medida un par de discos de metal y talló sendas roscas en el centro de ambos. En una de ellas enrosqué un tornillo para poder fijar el cabezal, y luego pegué el disco a la llanta de la rueda (6). El otro disco, más pequeño, lo pegué al cilindro interior de la misma rueda.

Fui al relojero más cercano con el despertador, y le expliqué que quería comprar uno similar para el amigo que me lo había prestado. Me contestó: Cómprele a su amigo un despertador normal y dígale que el viejo se ha convertido en una máquina de vapor.

La alineación

Alinear el eje polar es todo un arte. Cuando tengo prisa, apunto a ojo, como si se tratase de disparar un rifle: siempre es mejor un mal seguimiento que nada. Pero para obtener fotos como las de Corona Borealis y Coma Berenices que abren este artículo, hay que afinar un poco más.

Utilizo un teleobjetivo zoom como apuntador, orientándolo de manera que el eje óptico sea lo más paralelo posible al eje polar. Mi cámara, una vieja Minolta SRT-101, tiene una pantalla de enfoque fresnel con un pequeño círculo central de microprismas rodeado por un anillo esmerilado. Esos círculos me sirven de goniómetro: para cada distancia focal abarcan un ángulo determinado.

En una primera aproximación, coloco la estrella polar en el centro del campo visual. Luego hago girar el cabezal en ascensión recta (izquierda-derecha), y observo el desplazamiento aparente de la polar en el visor. Si el eje apunta exactamente a la polar, esta no se mueve en absoluto, pero si apunta cerca de ella, la polar describe un círculo. Moviendo ligeramente las patas, y haciendo correcciones sucesivas, se puede conseguir que ese círculo tenga el radio preciso (90º - declinación de la polar). Si no se emplean tiempos muy largos con grandes aumentos o teleobjetivos, la montura se puede considerar aceptablemernte alineada para hacer astrofotografía.


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