No
fue un agujero negro, ni un OVNI, ni antimateria...
Año 1908, primeras horas de la mañana del 30 de junio: un meteorito hace explosión a 8 km de altura sobre el rio Tunguska, en la Siberia central, liberando 10 a 20 megatones de energía. La onda expansiva dió dos vueltas al mundo. El cielo de toda Europa se veía luminoso al anochecer a causa del polvo proyectado a la alta atmósfera. Fuera de la región afectada y de los alrededores, la explosión fue olvidada durante muchos años. Rusia padeció la revolución bolchevique y la Primera Guerra Mundial. Año 1921: Leonid A. Kulik, cuando estaba preparando una expedición para buscar meteoritos, encuentra una hoja vieja de calendario del año 1910, la mira por detrás y encuentra parte de un artículo publicado en 1908 en el diario Vida Siberiana. Lo que lee ya no le dejará pensar en otra cosa durante años. Los relatos de los testigos que hablaban de la caida de un gran meteorito le llevan a investigar, a hacer muchas entrevistas, a preparar una expedición a un lugar pantanoso, prácticamente inaccesible: la línea de ferrocarril más cercana pasa a 700 km más al sur. Abril del año 1927: Dos meses después de haber salido de Leningrado, Kulik contempla por vez primera un espectáculo que no podrá olvidar jamás. Escribe en su diario:
1942: Kulik muere en la Segunda Guerra Mundial, prisionero de los alemanes. |