Observaciones científicas en diversos campos
sugieren que podríamos ser los únicos habitantes
de un vasto océano cósmico.
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por ROBERT NAEYE
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Courtesy Astronomy Magazine
Artículo publicado en el número de Julio de 1996
(Fotos NASA, excepto donde se indique otra procedencia)
Incluso si aceptamos que se pueda originar vida sobre un planeta adecuado, que orbite un sol adecuado, eso no implica que tenga que aparecer alguna especie de elevada inteligencia. Muchos biólogos evolucionistas piensan que la aparición de una especie inteligente como Homo sapiens fue un proceso altamente improbable, de uno en mil millones. El paleontólogo evolucionista de Harvard Stephen Jay Gould corrige en su libro Wonderful Life el error generalizado de que la evolución "progresa incesantemente" hacia niveles crecientes de complejidad e inteligencia. Más bien, según explica Gould, la evolución de los seres vivos es semejante a un árbol. Homo sapiens, como las demás especies modernas, no es más que un pequeño brote al final de una larga cadena de ramificaciones de tamaño progresivamente reducido. Si la evolución no persigue objetivo alguno, ninguna ramita es más avanzada que las demás. Ernst Mayr, colega de Gould en Harvard, sostiene que la aparición evolutiva de una ramita capaz de desarrollar alta tecnología es sumamente improbable, subrayando el hecho de que sólo en uno de los cuatro grandes reinos de seres vivos, los animales, se han dado seres inteligentes. Sólo en uno de los 70 tipos de animales, los Cordados, ha aparecido inteligencia. Sólo en una Clase de Cordados, los Mamíferos, se ha dado inteligencia. Sólo en un Orden de Mamíferos, los Primates, y sólo en una Familia de Primates, los grandes simios, ha aparecido inteligencia elevada. Y después de 25 millones de años de evolución y muchas estirpes fracasadas, tan sólo ha surgido una especie de simio capaz de alta tecnología.
Nuestro propio linaje ha pasado a través de millones de especies. Como la evolución es en principio un juego de azar, cualquier variación aparentemente pequeña en un acontecimiento aparentemente insignificante podría haber interrumpido nuestro linaje antes de que apareciesen seres humanos. Los defensores de que existen seres extraterrestres inteligentes deberían desanimarse profundamente ante el hecho de que en ninguna de las otras estirpes, entre los miles de millones de especies que han ocupado la Tierra a través de las Eras, se ha dado jamás un progreso importante hacia una inteligencia elevada. Los ojos han aparecido evolutivamente de forma independiente al menos en 40 ocasiones distintas a lo largo de la historia de la Tierra. Pero nunca se ha dado caso alguno de "convergencia evolutiva" hacia la aparición de alta inteligencia. Puede que se haya dado varias veces un desarrollo evolutivo de la inteligencia, pero sólo en la especie humana se dió simultáneamente la destreza manual necesaria para elaborar instrumentos. Y esa combinación parece haber sido clave para que los seres humanos llegaran a desarrollar su alta tecnología. |
El
holocausto nuclear, la contaminación, los impactos de asteroides y otros desastres pueden llevar una civilización a la extinción. ¿Cuál será nuestro destino? (Foto National Archives) Esta larga serie de cuellos de botella deja bien claro que el surgimiento de vida inteligente es mucho más difícil de lo que los científicos habían pensado anteriormente. Y es posible que aún haya más obstáculos con los que los científicos no hayan tropezado todavía. La aparición de vida sobre la Tierra, por ejemplo, puede haber sido el último suceso improbable. Los defensores de que existen extraterrestres podrían oponer que la línea argumental expuesta se basa tan sólo en especulaciones antropocéntricas. Quizá la vida, e incluso vida inteligente, podría darse bajo formas diversas que ni siquiera podemos imaginar. Sin embargo, hablar de formas de vida alternativa es el colmo de la especulación. Si optamos por evitar la especulación para adherirnos tan sólo a lo observable, podremos hacer la misma pregunta que formuló en 1950 el premio Nobel de Física Enrico Fermi: Si la Galaxia está repleta de seres inteligentes, ¿dónde están? Nunca se ha podido tener ninguna evidencia observacional sobre la existencia de otros seres inteligentes en ninguna otra parte del Universo: es la pura realidad. Si la vida inteligente fuera corriente, nuestros instrumentos astronómicos quizá podrían detectar algún indicio de sus actividades. Pero, como sugiere el astrónomo Ben Zuckerman de UCLA, carecemos de indicios de que la tecnología haya puesto su mano sobre el Universo. El satélite astronómico para observación infrarroja IRAS podría haber detectado radiación térmica proveniente de grandes colonias espaciales, o proyectos de ingeniería espacial alrededor de varios cientos de estrellas semejantes al Sol. Incluso considerando las enormes distancias entre las estrellas, es difícil imaginar que todas las civilizaciones con desarrollo tecnológico se hayan quedado confinadas en sus sistemas planetarios de origen. Apenas transcurridos 40 años desde el inicio de nuestra Era Espacial ya contamos con cuatro sondas que han abandonado el Sistema Solar. En el año 1900 se habrían reído de cualquiera que afirmase que sucedería así antes de acabar el siglo. Dado que los conocimientos científicos se duplican cada 20 años, supondría igualmente miopía descartar los viajes interestelares. Si la galaxia está poblada por civilizaciones capaces de desarrollar tecnología, algunas de ellas habrían solucionado el problema de los viajes interestelares para aventurarse en el espacio profundo. Algunas habrían lanzado sondas automáticas para explorar otros sistemas solares. Algunas enviarían emisarios para colonizar otros planetas. Y otras habrían emigrado cuando su estrella llegase al final de su ciclo de vida al acabar su provisión de hidrógeno. Para las civilizaciones que se aventuren a viajar por la Galaxia, nuestro sistema solar, con su acogedora estrella y abundancia de recursos, debe ser un objetivo codiciable. Sin embargo, a pesar de los OVNIS, las caras en Marte y los astronautas del pasado, no hay ni la menor evidencia de que la Tierra -ni siquiera el Sistema Solar- hayan sido jamás visitados por extraterrestres. Incluso en el caso de que tuvieran instrucciones prioritarias de no interferir con la vida terrestre, podría tentarles explotar los vastos recursos de hierro, niquel y otros minerales de los planetas y asteroides. No obstante, nuestro sistema solar parece absolutamente prístino, como si nadie lo hubiese visitado jamás. Este argumento no es nada definitivo. Podría haber extraterrestres ahora mismo en el Sistema Solar, provistos de medios técnicos para ocultarse a nuestros ojos, y esperando pacientemente que madurásemos. Cuando los científicos se encuentran ante múltiples explicaciones posibles para un fenómeno, generalmente aplican la "navaja de Occam": Acepta la explicación más simple, la menos especulativa, y rechaza las más fantásticas y embrolladas. Puede que la Galaxia esté abarrotada de vida y de civilizaciones, pero la explicación más simple, con las pruebas de que disponemos, ha de estar en la línea de que compartimos la Galaxia con pocos vecinos, si es que tenemos alguno. Las pretensiones más optimistas de vida extraterreste provienen a menudo del grupo de científicos que se dedican a la búsqueda de señales de radio emitidas por seres inteligentes extraterrestres (SETI). Se trata de una aproximación experimental relativamente barata a este profundo problema. Y aunque la posibilidad de captar alguna señal es muy remota, también es cierto que intentarlo no hace daño a nadie. La búsqueda de señales de radio adolece del defecto de que los resultados negativos no dan información alguna acerca de la abundancia de civilizaciones tecnológicamente desarrolladas. Más aún: el descubrimiento de cuásares, púlsares y de las microondas de la radiación cósmica de fondo demuestra que, si hay más civilizaciones en la Galaxia, el primer indicio de su existencia nos llegaría, probablemente, por pura casualidad. Y mientras eso no ocurra, parece prudente afirmar que estamos solos en un vasto océano cósmico, que nosotros mismos somos algo muy especial por ir contra la regla copernicana. Y por ello, en este rincón del Universo, sobre un pequeño pedrusco que gira alrededor de una estrella normal de la periferia de una galaxia corriente, la humanidad representa matería y energía evolucionada al máximo que ha conquistado un estado de conciencia desde el que puede preguntarse cómo empezó el Universo y la vida misma, y qué significado tiene todo ello.
Robert Naeye es editor asociado de ASTRONOMY. Espera que la gente que busca vida extraterrestre inteligente demuestre pronto que este artículo está equivocado.
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Date: Mon, 7 Oct 1996 07:57:04 -0500 (CDT) To: Antoni Parra From: rnaeye@astronomy.com (Robert Naeye) Subject: Re: ET
(¡Me gustaría haber incluído esto en mi artículo!):
Si consideramos los 3500 millones de años de la historia de la vida en la Tierra y los comparamos con la torre Eiffel de París, el tiempo transcurrido desde que apareció inteligencia elevada (seres humanos) en nuestro planeta equivaldría ¡a la capa de pintura de la cúspide! Esto significa que la inteligencia elevada ocupa sólo una parte infinitesimal en la historia del planeta. Por lo tanto, a menos que algunas civilizaciones sean extremadamente longevas, permaneciendo durante cientos o miles de millones de años, aparecerían y desparecerían como destellos de luciérnagas en la noche. Y si alguna civilización durase cientos de millones de años, viajarían por la Galaxia, y deberíamos tener algún indicio de su existencia.
Recuerdos,
Bob Naeye