Aprendiendo a querer

Diálogos


Poemas para un elfo

En un árbol, pintaron un corazón dos niños,
y grabaron dos nombres a su vera:
Merlín, mago del mundo de los sueños,
y Ana, musa del cielo y de la tierra.

     Besos. Así: ligeros, descontrolados...
Supongo que vives en un lugar precioso, que debe estar lleno de duendes, elfos y champiñones...
Si pudiera inventarte....mmm. Pero dime: ¿tú, quién eres?.

     ¿Quién será ésta que se acerca por detrás, con voz chispeante, me tapa los ojos e intenta encantarme?
¿Quieres saber quién soy? si no lo sé yo mismo... Quizá un elfo, pues sé ver lo preciosos que son los lugares cotidianos, llenos de duendes, y champiñones. Amo la verdad apasionadamente, medito sobre la verdad allí donde asome, y hablo de mi amor a quienes me encuentro en el camino.
¿Y quién eres tú?

     Una mujer, amante de las letras, que vive entre poemas y busca sin buscar.
Puedes intentar descubrirlo. ¿Te animas?

     ¿Escribes poemas?

     Yo no me atrevo a llamarlos así.
 
Yo te pongo ropajes,
tú te quitas los miedos,
las barreras, los recuerdos,
la eficiencia, el seguro a todo riesgo...
Y de pronto,
te quedas desnudo de miserias,
y yo me vuelvo loca.
Y me pierdo.

Cuando se quemen, ardan,
se disuelvan en el éter del tiempo
las nubes de papel en que te meces,
fingiendo ante ti mismo,
quizá me encuentres junto a tu ventana.
Cuando menos lo esperes,
cuando tú no lo esperes,
cuando quizá ni esperes...

Pero tú no lo intuyes,
pero tú no lo quieres.
Quizá porque aún no sabes
que los versos
los escribe el objeto,
no el sujeto.


     ¿El objeto?

     El objeto amado es quien escribe los versos. El sujeto, el otro, el destinatario de los versos, arrogante, no es aún consciente de ello, no sabe que es sujeto activo, no es capaz de admitir que ama, así de sencillo.

     ¿Sufres?

     Todos sufrimos un poco, amamos un poco, soñamos un poco...
Dime: ¿los elfos no sufren?

     Cuando se ama, los trabajos no hacen sufrir, y si se sufre, hasta el sufrimiento es menos amargo.

     A mí me pareces una persona sensible... ¿o tal vez sólo lo pareces?
Anda, cuéntame un poquito de ti, me pareces una persona interesante, a pesar de tu empeño en hablarme... de Dios.

     Sólo tengo una vida, humana y divina, mortal y eterna, barro y gloria. Dios es capaz de hacer del barro mortal maravillas que manifiesten su gloria. Por eso no me gusta hablar de mí mismo. Por eso hablo de Dios con naturalidad.
Tampoco espero que los demás se hagan una idea de quien soy por lo que haga.
¿Quiénes son para juzgarme, si ni siquiera yo mismo me atrevo a hacerlo?
Este verano le recordé a mi hermano que de pequeño me decía: "¡Eres un mal bicho!"
Quizá eso es lo que soy: un mal bicho domado por Dios, enamorado de Dios, pensé. Pero una voz interior me sugirió: "Si fueras un mal árbol no podrías dar buen fruto."
Y entendí que el fruto es de Dios, de quien procede toda dádiva buena.
¡Gracias a Dios!
 

     Dicen que la fe se tiene o no se tiene.

     La fe es un don de Dios. Pídesela.
Es como una semilla, que sólo germina si se la cultiva.
Para acercarse a Dios hay que empezar aceptando que nuestra cabeza es demasiado pequeña para que quepa dentro. Eso no significa que seamos incapaces de conocer absolutamente nada de Dios. El mismo mundo físico - incluyendo la Biosfera - es extraordinariamente complejo, y la mente humana es capaz de interactuar con él, aunque no lo comprenda del todo. Para progresar en el terreno científico se requiere un mínimo de apertura a la verdad, y también para aceptar a Dios.
No necesito preguntártelo: es evidente que estás enamorada de la sabiduría, del amor, de la belleza. Pues bien: estás enamorada de Dios sin saberlo.
 

     Sabiduría, amor y belleza,  todo en uno... Entonces tal vez sí estoy enamorada de él.
¿Cómo es tu madre?

     Ya viejecita...
Una santa. Y no lo sabe. Siempre sirve a los demás el bocado más exquisito. Sabe lo que prefiere cada uno. Y luego se sirve a sí misma la cabeza del pez, o la cola del pollo.
Cuando llego a casa, siempre cambia el canal de la tele al que piensa que me gusta más.  A las cuatro empieza su telenovela. Si mi padre está viendo algún documental y el reloj marca las cuatro, o las cuatro y cuarto, nunca hace comentario alguno.

            ¡Ya son las cuatro y media, te has perdido la telenovela!
            Es igual. Por un día que no la vea, no importa... Se repiten mucho.

  Y lo que más teme es que llegue un día en que ya no pueda servir a los demás, y que tengan que servirle a ella.
 

     Sé que no viene al caso, pero quiero enviarte unos versos de Benedetti. Ahí van:
 

Mi táctica es mirarte
aprender como sos,
quererte como sos.

Mi táctica es hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo,
no sé como, ni sé
con que pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.
Mi estrategia es
que un día cualquiera,
no sé como, ni sé
con que pretexto,
por fin me necesites.

 
     ¡Qué bien describen estas palabras "mi táctica"!
 
Mi estrategia, en cambio,
más profunda y más simple,
es conseguir que un día,
no sé cómo ni cuándo,
alcances a comprender
la razón de mi vida,
compartas mi alegría,
sigas feliz tu camino,
y ya no me necesites.


     Trabajo, casa, niños, gestiones, etc, etc...
¿Entiendes por qué necesito escribir versos?.
 

Viento de incomprensión,
soledad compartida,
soledad en compañía.

Me encierro sin paredes,
pero el frío me alcanza.
Quiero arroparme
con retales de ti,
reales, inventados.

Es mi lucha.
No quiero que la entiendas,
sólo que estés ahí,
para hacerme una almohada
de momentos de ti.
 

Aunque los demás me consideran sociable y comunicativa, soy incapaz de expresar mis conflictos reales, los que me preocupan de verdad. En ese sentido, hace mucho tiempo que me siento sola. Pero... ¿no estamos todos solos en cierto modo?

     Yo tengo la psicología del que nunca está solo. En primer lugar, porque procuro tener vida interior. Sin dejar de hacer lo que debo y estar en lo que hago, me siento como si lo viera todo desde la perspectiva de Dios, como si estuviese siempre con Él. La marea de trabajos y contratiempos no me agobia. Procuro tener ocupaciones, no preocupaciones. Esa actitud me permite levantar la vista de mi ombligo y ver personas, semejantes que esperan amor, almas que - como decía santa Teresa - necesitan un desaguadero.

     Anoche soñé contigo. No te asustes: Estaba sentada en una piedra centenaria desde la que mi abuelo solía verme jugar en el pueblo.Tú pasabas por allí casualmente y te sentaste a mi lado. Lo extraño era que físicamente no eras tú sino un anciano de ochenta o noventa años de largos cabellos blancos, como el  mago Merlín.  Hablamos durante mucho tiempo de cualquier cosa, no recuerdo el contenido de nuestra conversación, sólo me quedó la sensación de calma y bienestar que me transmitías:
 

Te sueño
tras un cristal de grosor infinito.
Vienes y vas...
me meces con palabras,
atrapas mis sentidos.
Es sólo una ilusión,
sigues... tras el cristal.

Sentada en el cuarto creciente,
sólo si me lo pides tú, Merlín,
me dejaré caer hasta tus brazos...
y que la magia acune mis sentidos.

Sólo entonces...
encenderé tu boca con un beso de plata
y beberás la pócima que contienen mis manos:
polvo de estrellas, infinito y silencio.

Pero el conjuro es tuyo, amor.
¿Sabes que has de decirlo susurrando en mi oído?
Si así lo haces, Merlín,
no habrá Luna ni Sol ni mar ni cielo.
Sólo tú y yo y, quizás..., el Universo.


     Sueñas poesía, respiras poesía.

     ¿Crees que es posible volver a amar a quien se ha dejado de amar?. Respóndeme a esto, por favor, es importante para mí.

     La nada parece un huracán poderoso que lo arrastra todo.
Olvido, rutina, tibieza: manifestaciones de que algo lleva tiempo muerto.
Cenizas. Y quizá una brasa que no se ve, agonizante, pero viva. Aparta la ceniza. Avívala con un soplo, y volverá a brillar como un rubí. La llama pasó y no volverá, pero el calor permanece.

 
El amor de verdad
es más fuerte que la muerte.
No es un espejismo,
que se esfuma de repente,
rocío que se evapora,
fantasía de la mente.

¿Dejaste de amar?
No te creo.
El día que dejes de amar,
habrás muerto.

Madre, esposa:
abre tu mano generosa,
date sin medida,
y volverá el amor a tu vida.

     No sé, últimamente me siento más serena, más segura y más feliz. ¿Será tu magia, Merlín? No dejes de rezar por mí, por si acaso.
 
Estás...
en mi despertar.
Sin querer, estás.

Si me asusta el infinito,
cuando tengo miedo, estás.
Cuando más te necesito,
sin querer estar, estás.

En mi llanto y en mi sal,
en mi sangre y en mi piel,
en mis besos de papel,
cuando abrazas mi alma, estás.

Donde no llega el azul,
fantasía o realidad,
¿importa?... estás.


     No lo dudes: rezo por tí.
Lo sabes.
Reza por mí...
Tú sabes.

     Te copio unos versos de Neruda:
 

¿Mueres tú también, mueres
como lo hermoso humano,
hijo sutil del bosque?
Te aquietas por el musgo,
callas entre la niebla,
alguna nube esculpe,
iris de leve nácar.


     Muero y renazco constantemente. Al tiempo que mi casa terrenal se desmorona, me es preparada una morada eterna en los cielos.
 
Paseé por el jardín, 
conversando con las aves, 
deslizándome sobre el musgo, 
levemente, apenas rozándolo. 

Pasé junto al mar embravecido, 
donde otrora hubo una playa, 
y ahora, bloques de roca, 
harapos de arena, y pisadas. 

Le encontré allí, varado, 
donde rompían las olas, 
de espaldas al sol, 
deprimido. 

Callé. 
Respeté su silencio. 
Levanté la vista hacia poniente 
y contemplé entre la niebla, incendiada por el ocaso, 
encajes de espuma que el mar tendía sobre la arena de nácar. 
Un mundo amable, un paraíso invisible para el náufrago 
que vuelto hacia levante, de espaldas al sol, 
sentía el avance de la noche, 
inminente... 
el vaivén de las olas, 
incesante... 
La nada...
 
 

Guardé estos versos durante meses,
en una carpeta, azul como el mar.
Hoy llegan a tu playa, dentro de una botella.
El mar es virtual, pero el mensaje es real.



Te escucho.
Si puedo, te daré un consejo.
En cualquier caso, rezaré por ti.

Escríbeme.



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