ENTREVISTA A ANTONIO BERMUDO, CONCEJAL DEL DISTRITO Y EX PROFESOR DEL INSTITUTO DE BELLVITGE

 

 

 

Raúl: Vamos a entrevistar a Antonio Bermudo, concejal del distrito y ex profesor del centro. Buenos días.

 Antonio Bermudo: Buenos días.

 Raúl: Explíquenos como fueron los primeros tiempos del instituto, los barracones, etc.

 Antonio Bermudo: De hecho el instituto de Bellvitge comienza en el curso 76-77. El primer curso 76-77 fue muy accidentado. Tuvimos dos locales, comenzamos justo aquí, en el segundo piso de lo que es actualmente la regiduría de Bellvitge y en un proceso de doble lucha: la lucha por unos barracones que nos permitieran estar el resto del curso y después también un seguimiento de las obras que en aquellos momentos se estaban haciendo. En los últimos seis meses del curso 76-77 estuvimos en unos barracones prefabricados que después han servido para otros institutos en el barrio del Gornal. Durante el curso 77-78 fue cuando realmente empezó la segunda promoción del instituto. Fue la que empezó en el actual edificio y recuerdo, como anécdota de este curso, que empezamos sin luz. Estuvimos más de un mes sin luz y tuvimos que dar las clases de nocturno en un colegio del barrio. Físicamente, el instituto era como una especie de prolongación del paseo de Bellvitge, no había vallas de separación entre el patio y la calle. Eran también tiempos de bastante problemática social en torno a ciertos sectores de la juventud, algunos del barrio y otros de otros barrios vecinos que se aproximaban a un centro donde había en aquellos tiempos 900 jóvenes en diurno y 300 en nocturno. El instituto estaba absolutamente colapsado. Era un momento en que el instituto tenía una dinámica muy activa, con mucha participación de los tres sectores implicados: profesores, padres y alumnos. Era un claustro donde la participacion era casi tripartita entre los tres sectores de la comunidad educativa del instituto de Bellvitge. Nos encontramos con casos complicados sobre todo con la influencia de ciertos sectores juveniles: las famosas bandas —que en estos momentos por suerte no existen— tenían una cierta presencia negativa en la vida normal del instituto. De todas formas siempre ha sido un instituto en que la participación de alumnos y padres, conjuntamente con los profesores, ha hecho que muchos de los problemas que en aquellos tiempos teníamos se pudieran superar.

Llegué al instituto con 23 años y para mí fue una experiencia positiva. Hacíamos lo que podíamos, con escasos medios para desarrollar todo el proceso educativo. Después, el instituto mejoró: se hizo todo el patio, se arregló lo que actualmente es el muro. Eso llevó a un aislamiento fisico del instituto respecto al barrio, aunque no significa que estuviera totalmente aislado. Esto originó mayor tranquilidad en el interior del instituto y así comenzó a vivir una época de resultados muy positivos. Luego vino otra época de unos 4 o 5 años, en que hubo un cierto bajón, provocado entre otras razones porque los alumnos no tenían claras sus pespectivas, la selectividad empezó a ser más dura y los alumnos empezaron a encontrarse con problemas de no poder continuar sus estudios.

 Raúl: ¿Qué relación hay entre el instituto y el barrio?

 Antonio Bermudo: Yo creo que la relación del instituto con el barrio es absoluta. El motivo fundamental es que el instituto siempre ha tenido claro que ha de ser un centro educativo abierto al barrio y eso lo ha posibilitado fundamentalmente el profesorado, que es el motor del instituto. Un profesorado que entendía que debía de ser así, un profesorado que entendía que la escuela pública es una escuela abierta a todos, no sólo en el aspecto educativo sino en todo el aspecto sociocultural. Un centro educativo que se desarrolla en un barrio como Bellvitge. El instituto ha sido utilizado para realizar actos por todo tipo de entidades: partidos políticos, entidades vecinales... y por lo tanto ha sido una parte importante del barrio. Hay otros aspectos: los trabajos fuera de clase, las actividades culturales, las actividades deportivas, extraescolares que en el instituto siempre se han desarrollado. Yo recuerdo, ahora que me estáis grabando con una cámara, un taller de video que se creó en los primeros años, que además era un estudio sociocultural de lo que en aquellos tiempos era Bellvitge, hecho por los alumnos del instituto. A partir de ahí es importante la colaboración con el aula de cultura, donde se representan las obras del Taller de Teatro que se imparte en el instituto, las actividades deportivas, con todo lo que significa el deporte como motor de relación social. Además, este impulso de la actividad deportiva está íntimamente relacionado con una persona que hace poco más de una semana nos ha dejado, Sergio Manzano. Sergio también es un fundador del instituto de Bellvitge. Con el tiempo sabremos y analizaremos los trabajos que de forma generosa y absolutamente desinteresada desarrolló.

 Raúl:¿Vale la pena dejar el instituto y dedicarse a la política?

 Antonio Bermudo: Bueno, a veces te haces tú mismo esta pregunta. Yo no soy un profesional de la politica, ahora hago de político, pero pienso que soy profesor. Las personas que estamos en el mundo de la política tenemos que aportar a la actividad que actualmente desarrollamos toda nuestra experiencia de lo que hemos sido profesionalmente. Yo creo que vale la pena, fundamentalmente porque significa un cambio en la vida, porque significa trabajar en algo que está absolutamente relacionado con el interés general. Yo creo que la política vale la pena porque puedo trabajar por y con el barrio.

 Raúl: ¿ Piensa volver al instituto cuando acabe su etapa política ?

 Antonio Bermudo: Bueno, la verdad es que la política es algo en que las cosas van como van. Yo siempre digo que la vida política tiene días buenos y días malos. Si estuviera pensando en volver, no podría desarrollar la tarea que actualmente estoy desarrollando. Creo que no puedes estar con una especie de provisionalidad mental, sería muy difícil desarrollar esta tarea política. No obstante, creo que la política se acaba en un momento determinado y, lógicamente, lo único que sé hacer es dar clases de matemáticas. Espero volver algún día. La pena que tengo es que a mí me gustaría volver al único instituto que he conocido, que es el instituto de Bellvitge y eso no lo tengo totalmente asegurado. A lo mejor, si volver a la enseñanza significara volver al instituto de Bellvitge, pues a lo mejor volvía antes. En principio, yo creo que algún día acabaré dando clases. En caso contrario, continuaré haciendo una labor politica que pueda ser interesante para la sociedad.

 Raúl: Adiós y muchas gracias por habernos concedido esta entrevista.