La época de la Restauración   1874-1931 
       
      La interpretación de los hechos  
      Introducción general  
         El período 1874-1898  
              1. La evolución demográfica, económica y social .  
              2 La evolución política: El Sistema de la Restauración. 
                           • Las bases del sistema.  
                           • Análisis de las fuerzas socio-políticas de  la oposición: 
      
        
          
            
              
                -  El republicanismo
 
                - El movimiento obrero y campesino: socialistas y anarquistas
 
                - El nacionalismo catalán y basco.
 
               
             
           
         
             
      El período 1898-1931 
      Introducció 
                  La crisi del sistema de la Restauració  (1898-1931) 
      
        
          - La situación socio-económica  entre 1900-1931
 
          - La situación política.
            
                - El Desastre  del 98.
 
              -  La  crisis de 1909 (La Semana Trágica).
 
              -  Las  repercusiones de la I.G.M y la  crisis de 1917.
 
              -  La crisis institucional de 1918-23. La época de los disturbios.
 
              - La dictadura de Primo de Rivera. El fin del sistema de la Restauración. 
 
             
           
         
       
      
        
          INTRODUCCIÓN  GENERAL (1874-1931)  
            La evolución de Europa  
                   La época de la Restauración española (1874-1931) coincide casi  prácticamente con la época de los imperialismos (1870-1939), la fase siguiente  de la Etapa Contemporánea. En Europa, el primer período (1870-1900) es cuando  se sientan las bases del siglo XX, es una época en la que se consolidan y  evolucionan las estructuras surgidas de la época de las revoluciones y así  continuará, pero con avances y retrocesos porque la lucha entre las fuerzas  conservadoras y las progresistas será muy dura. 
                 
                 
                          A nivel económico, continúa el proceso de industrialización: en el último  cuarto de siglo se inicia la Segunda fase de la Revolución industrial (motor de  explosión, petróleo, motor eléctrico, electricidad, automóvil, aviones,  telégrafo, teléfono, la industria pesada, el trabajo en cadena y el taylorismo)  y el paso al capitalismo monopolista (concentración industrial y financiera, la  gran empresa pasa a dirigir la economía). La concentración empresarial ha  reducido costes de producción, eliminado multitud de pequeñas y medianas  empresas y ha permitido acumular grandes beneficios, capital que, a la larga,  se debe exportar para impedir crisis de sobreproducción. Esto llevará a la  conquista de nuevos territorios y áreas de influencia económica o, para  asegurar el capital invertido, a la conquista colonial directamente, en el caso  de las grandes potencias industriales (caso de Gran Bretaña, Alemania, Francia,  USA, o Japón ). Pero en la carrera colonial se añadirán pronto otras potencias  menores por la necesidad de mantener un prestigio nacional (Rusia, España,  Italia). 
               
                        La sociedad burguesa continúa evolucionando: la clase dominante es ya una fusión  de la burguesía agraria y la burguesía financiera e industrial, aumentando la  separación con el resto de la sociedad. Se observa un importante incremento de  la clase media, sector que empieza a ver dificultada la ascensión social ya que  la separación con la alta burguesía será cada vez mayor, mientras se reduce la  distancia con las capas más cualificadas del proletariado industrial. Este  sector, que llega a finales de siglo siendo ya la mayoría de la población,  conoce una mejora relativa, en sus condiciones de vida, mientras los campesinos  sin tierras continúa en unas condiciones de vida de gran pobreza. 
              
                          A nivel de política interior, las fuerzas políticas que predominan en los  países de Europa Occidental son: a la derecha, los conservadores, que en esta  época fusionan los principios liberales que tenían con un fuerte nacionalismo  teñido de imperialismo, es decir, abandonando en parte las ideas de libertad y  de igualdad-al menos por los pueblos colonizados-y adquiriendo cada vez más  ideas de tipo racista enmascaradas o justificadas por la "sagrada misión  del hombre blanco" o por la de que los occidentales deben educar o  civilizar los pueblos salvajes (e inferiores). En el centro estarían los  republicanos, liberales reformistas, partidarios de la ampliación de derechos  (derecho de voto, de asociación) y la limitación de otros (la libre empresa,  por la intervención del Estado). A la izquierda, los socialistas marxistas, que  pronto se dividieron en moderados (socialistas socialdemócratas, partidarios de  la vía reformista para lograr el socialismo) y radicales (socialistas  marxistas, partidarios de la vía revolucionaria para conseguir el socialismo),  y los anarquistas (aunque en Europa Occidental no llegarán a tener una gran  fuerza social). 
              Teniendo en cuenta esta correlación de fuerzas, la evolución política interna  de la Europa Occidental en este periodo se caracteriza por una progresiva  democratización, en el sentido de una ampliación de derechos políticos-hasta  llegar al sufragio universal masculino-, y sociales - derecho de huelga, de  asociación, leyes de protección del trabajo femenino e infantil-, que permitirán  la consolidación del sistema parlamentario a través del turno pacífico de los  partidos liberal y republicano. Parecía que el espíritu del liberalismo  progresista se imponía definitivamente y que la clase dominante era capaz de hacer  suficientes concesiones (económicas y políticas) como para detener  definitivamente la revolución, porque también la clase obrera, mejoradas las  condiciones laborales y de vida , moderaba sus reivindicaciones. 
               
                           Pero la situación internacional presenta graves complicaciones, ya desde  principios del siglo XX: la carrera por la conquista colonial y la debilidad  del Imperio turco aumentan las tensiones internacionales que conducirán a la  IGM. El fortalecimiento del movimiento obrero agudiza las tensiones sociales  internas que son desviadas hacia el enemigo exterior (contribuyente al  estallido bélico) en los países industrializados o en los países en transición,  potenciando las revoluciones (caso de Rusia, donde en 1917 triunfa la primera  Revolución Socialista de la Historia). El estímulo a las fuerzas  revolucionarias se contrapone a la acentuación del conservadurismo de la clase  dominante y el reformismo pequeñoburgués será cada vez más minoritario. 
                           En el período de entreguerras (1919 a 39), la gran crisis del capitalismo y la  miseria que provoca contribuirán a incrementar las tensiones internas y  externas: es cuando el proceso democratizador liberal se detiene y sus valores  equilibradores entre la libertad y la igualdad se hunden: fue el momento de elegir  entre libertad o igualdad, es el triunfo del comunismo, del imperialismo y del  fascismo, hasta que se enfrenten entre ellos. 
               
                 
                La evolución en España 
                                La Restauración española (1874-1923) supone la evolución de las estructuras  surgidas en el reinado de Isabel II: a nivel económico continúa el lento  proceso de industrialización y se mantiene el desequilibrio estructural entre  una España periférica industrializada y una España interior agraria , lo que  dificulta la iniciación de la segunda fase de la revolución industrial. A nivel  social, el mantenimiento de la miseria para una parte importante de la  población española incrementará los conflictos y las tensiones sociales,  impedirá la movilidad social y dificultará la ampliación de la clase media. A  nivel político, aunque se mantiene la ficción de una evolución a la europea con  la ampliación de derechos (sufragio universal masculino incluido) y un turno  pacífico de partidos, el incremento de una oposición cada vez más radical a  este Estado Liberal falsificado, dificulta la consolidación del sistema parlamentario  y provoca una inestabilidad político-social que hundirá la monarquía liberal,  dando paso a una dictadura militar en 1923 que, incapaz de resolver los  problemas de todo tipo que tiene España (economía subdesarrollada, aguda  conflictividad social derivada de la miseria de muchos, entre otros), conducirá  a una República democrática, las propuestas de la cual tampoco serán aceptadas  y, por tanto, no conseguirá resolverlos, con lo que las tensiones internas  dirigirán el país hacia la guerra: la vía de la democracia liberal es, en gran  parte, sobrepasada, y ahora se trata de imponer por la fuerza proyectos mucho  más radicales, a derecha y a izquierda, dado que había sido imposible imponer la  solución del reformistas por la vía de las concesiones a las que no estuvieron  dispuestas ni la clase dominante, ni un amplio sector de la clase obrera y  campesina. También en España los valores del liberalismo democrático se hunden,  y también queda como única salida al enfrentamiento armado.  
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      El período 1874-1898  
       La evolución demográfica, económica y social 
      
        
          La evolución demográfica, económica y social continúa en las mismas  características del período anterior. Recordaremos algunos aspectos: 
            
              - La población aumenta pero se mantiene una demografía tradicional a excepción  de las zonas industrializadas donde comienza la segunda fase de la evolución  demográfica con un cierto control de la natalidad. Se inicia una emigración de  las zonas rurales hacia las zonas periféricas industrializadas y continúa en  las colonias y en América del Sur.
 
                 
              - La producción agrícola tradicional, con poca inversión de capitales, fue  deficitaria al principio del periodo por lo que se importará cereal de los EEUU  provocando, a finales de siglo, una sobreproducción interior que conducirá a la  exigencia por parte de los terratenientes de un fuerte proteccionismo (1890,  los aranceles más altos de Europa) que permitió mantener precios elevados de  los cereales. La agricultura capitalista catalana, vinícola fundamentalmente,  se beneficiará durante unos años de la plaga de la filoxera en Francia e  incrementará los beneficios al convertirse en el principal productor mundial,  pero no se pudo impedir la llegada de la plaga y la década de los 90 sufre ya  la bajada de la producción y el fin de las exportaciones. Los productores catalanes  se añaden a los terratenientes castellanos en la petición de proteccionismo.
 
                 
              - La escasez del mercado interior, colonial (solo Cuba y Filipinas) y exterior,  junto con la poca inversión de capital propio para la industria pesada, suponen  un crecimiento industrial muy lento que obliga a los industriales a exigir un  alto proteccionismo estatal, la La entrada de capital extranjero (que terminará  controlando la explotación minera-excepto el hierro vasco-, la construcción  ferroviaria y las innovadoras empresas de gas y electricidad), y la necesidad  de créditos, que generará deuda externa (que se añadirá a la deuda público  debido al déficit de hacienda). Las zonas industriales continúan aisladas entre  sí y aisladas de la España agraria. La industria textil catalana crece  salvaguardada por aranceles proteccionistas que le reservan el mercado interior  y colonial, pero a costa de pocas innovaciones, predominio de las pequeñas y  medianas empresas. Continúa la diversificación entre los vapores y las colonias  industriales de energía hidráulica. A partir de 1880 se desarrolla la  siderurgia vasca (la burguesía vasca mantiene la propiedad de las minas de  hierro), aumentando la producción de acero y de hierro y, la mayoría del cual,  se exporta por Bilbao (escasez de la demanda interna y precios muy  competitivos) hacia Inglaterra a cambio de la importación del carbón inglés (el  carbón asturiano no era rentable). A partir de los años 90 se terminará esta  buena situación ya que los precios del hierro vasco dejarán de ser los más  baratos (innovaciones tecnológicas introducidas en Gran Bretaña y Alemania) y  las dificultades de exportación exigirán la conocida solución proteccionista,  al mismo tiempo que se produce una fuerte concentración empresarial para mejor  repartir el mercado interior (1902, Altos Hornos de Vizcaya). En definitiva,  para hacer frente a los graves problemas que aún subsistían en la economía  española, se volvió a recurrir a la opción de aumentar la protección  arancelaria para impedir la competencia del exterior. Fue la opción hecha  conjuntamente por latifundistas, los industriales textiles catalanes y los  siderúrgicos vascos.
 
                         
             
                       La coyuntura económica fue alcista durante gran parte de este período, pues, a  excepción de las dificultades de la agricultura cerealística, hay un incremento  de las exportaciones vinícolas y de la producción textil y siderúrgica. Fue la  época de la "fiebre de oro" de la burguesía catalana.               
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     La evolución política 
       
     El Sistema  de la Restauración 
      
        
          Durante un largo periodo de tiempo (1874-1898) funcionó el denominado  sistema de la Restauración que permitió disfrutar de una cierta tranquilidad, dando  una apariencia europea el panorama político español. Las bases del sistema eran  la Constitución de 1876 y el turno pacífico de los partidos liberales: el Conservador,  de Cánovas del Castillo, y el Liberal, de Sagasta. Partidos liberales que,  haciéndose mutuas concesiones, compartían una serie de principios: 
            -monarquía 
            -centralismo 
            -capitalismo 
            -clasismo 
            -defensores del orden burgués, la familia católica y la patria España. 
   
            El objetivo del sistema, que representaba básicamente los intereses de la  burguesía agraria, era mantener las estructuras establecidas: liberalismo político,  clasismo social y capitalismo económico. El turno pacífico de los partidos liberales  pretendía consolidar el sistema parlamentario eliminando la intervención del  ejército (los pronunciamientos militares), por lo que los conservadores estarán  dispuestos a aceptar el turno de poder y las leyes reformistas impulsadas por  los progresistas cuando están en el poder (ley asociaciones 1887, sufragio  universal masculino 1890), pero impidiendo al resto de fuerzas políticas del  acceso al gobierno por diversos medios, desde el fraude electoral a la  represión sin concesiones; es decir, los dos partidos liberales ganaban siempre  las elecciones porque las controlaban, las falseaban, siendo figura central de  este control el cacique. Sin embargo, este falseamiento del sistema  parlamentario que se pretendía consolidar provocó, precisamente, el efecto  contrario, porque la desconexión entre los partidos políticos y la sociedad se irá  agrandando dando lugar a un alto grado de abstencionismo y / o apoliticismo, y a  una cada vez mayor oposición política que debilitará el sistema, cayendo en una  inestabilidad creciente hasta que las crisis sucesivas acabarán definitivamente  con el sistema de la Restauración.            
           
               
               
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    Análisis de les fuerzas socio-políticass de  la oposición  
                El desequilibrio y el retraso económico, la  debilidad de la burguesía y el caciquismo causan una inestabilidad política que  impedirá la consolidación del sistema parlamentario, incrementando la oposición  al sistema de la Restauración. En efecto, a las fuerzas políticas de oposición  surgidas en el periodo anterior, republicanos y, mínimamente, el movimiento  obrero y campesino, se añadirán nuevas como los nacionalismos periféricos  (después de la tercera guerra, los carlistas son ya, como fuerza política, prácticamente  elementos residuales). Estas fuerzas contrarias al sistema político  establecido, recientemente surgidas en su mayoría, eran, sin embargo, aún  demasiado minoritarias y débiles para hacer tambalear el sistema, que, de  momento, aparentemente parecía triunfante después del convulso periodo  isabelino. 
        Las fuerzas políticas que ejercían la oposición  eran las siguientes:  
      
        - Los republicanos  que, en este periodo, estaban debilitados por la división entre unitarios y  federalistas, moderados y radicales, porque parte de sus efectivos populares se  vinculan al socialismo marxista o el anarquismo y por el fracaso de la I  República.
 
           
        - El movimiento obrero, ahora ya organizado políticamente (sin dejar el  sindicalismo), no es una fuerza política importante porque es minoritario (solo  se encuentra en las zonas industrializadas), y porque también está dividido  entre socialistas y anarquistas:
 
          
            - El socialismo, igual que en el resto de Europa, va creciendo a partir de la fundación  de partidos políticos de clase (1879, Pablo Iglesias funda el PSOE, adherido a  la II Internacional en 1889), pero solo consigue un arraigo importante entre la  clase obrera de Madrid y del norte peninsular (Asturias, País Vasco). En 1888  se ha fundado el sindicato UGT, dirigido por socialistas. Las Casas del Pueblo  son los lugares de reunión social donde se propagan sus ideas. También en  España se produce una división en el seno del partido que enfrentará a los  partidarios de aplicar el programa establecido por Marx y Engels para lograr el  socialismo por la vía de la revolución social (ruptura con los partidos republicanos  de la pequeña burguesía, toma del poder político, dictadura del proletariado,  abolición de la propiedad privada ....), y los denominados revisionistas  (seguidores de Bernstein) que plantean posturas reformistas para lograr, a más  largo plazo y por la vía pacífica y parlamentaria, la llegada al socialismo,  considerando que el proletariado no está preparado para la revolución (alianza  con los partidos pequeñoburgueses, reformas legislativas para mejorar las  condiciones laborales de los trabajadores, intervencionismo estatal para  mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos ...).
 
               
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El anarquismo también se desarrolla como movimiento social entre las masas  obreras y campesinas, fundamentalmente en Cataluña, la franja mediterránea y  Andalucía. El movimiento anarquista español será un hecho diferenciador  respecto a la situación de la Europa Occidental. Una burguesía débil y, por  ello, inflexible, poco dispuesta a concesiones de ningún tipo, la dispersión  empresarial propia del predominio de la pequeña y mediana empresa, la  permanencia de salarios de subsistencia en el campo y la ciudad, de un gran  número de parados y de la obligada emigración hacia las ciudades en una  situación de dura y difícil integración, una larga tradición de rebeliones campesinas  espontáneas, un Estado policial, la clandestinidad del movimiento obrero y, más  recientemente, el fracaso de la I República y la decepción que supuso, con su  apoliticismo, todos estos factores explican el desarrollo del anarquismo y, con  él, la radicalización del movimiento obrero español, de difícil pactismo con  las fuerzas defensoras de orden burgués (por ambas partes). En el primer  periodo de la Restauración predomina (o tiene mucha más repercusión social y  política) el anarquismo terrorista protagonizado por pequeños grupos  clandestinos que utilizan la violencia armada e indiscriminada contra los  representantes de la clase dominante para conseguir despertar en las masas su  misión revolucionària.També hay, obviamente, grupos anarquistas no violentos,  la acción directa de los que va desde los que divulgan el esperanto como idioma  de confraternización universal, los que se dedican a enseñar a leer en los  Ateneos libertario o los que utilizan la huelga más o menos pacífica como arma  revolucionaria. En todo caso, la respuesta gubernamental a los atentados  anarquistas (1892 bomba del Liceo, 1893 asesinato de Martínez Campos, 1896  bomba en la Procesión del Corpus, 1897 asesinato de Cánovas, entre los más  destacados) es la de una dura represión indiscriminada contra todo tipo de  anarquistas, fueran inocentes o culpables de los hechos imputados (torturas en comisaría,  aplicación de la ley de fugas, juicios con pruebas falsificadas, penas de  muerte). Es decir, una respuesta policial represiva contra los anarquistas más  significados que encadenaba atentados-> represión, y nueve atentado->  nueva represión, en una espiral sin salida que estaba acabando con muchos  líderes libertarios, mientras no se comprobaba la eficacia revulsiva de la  acción directa violenta en el despertar de las masas trabajadoras, tal y como  acabaron analizando algunos dirigentes anarquistas, y que conduciría, a  partir de comienzos del siglo XX, al anarcosindicalismo y al abandono  progresivo del terrorismo.               
               
             
           
         
        - El nacionalismo catalán, contrario al gobierno centralista y unificador  liberal, surge como respuesta a la crisis económica fine secular (1886), la  pérdida del mercado colonial (1898) y, consecuentemente, la ruptura de  intereses entre la burguesía industrial catalana y la burguesía agraria.  Valentí Almirall, en los años 80, pasa del republicanismo federal al  catalanismo liberal y pretenderá reunir todas las fuerzas sociales catalanas  descontentas de la situación política del momento (alta y pequeña burguesía),  con la intención de que abandonaran los partidos políticos de ámbito estatal y de que militaran en el recientemente fundado Centre Català (1882), de objetivos claramente  descentralizadores y defensores del proteccionismo y del derecho civil catalán,  tal y como refleja el Memorial de Greuges (1885). La Lliga de Cataluña (1887)  será la nueva organización representativa de la burguesía industrial, y en el  documento Missatge  a la reina presentado a María Cristina (regente tras la  muerte de Alfonso XII en 1885), se pedía ya claramente la autonomía para Cataluña.  La Unió Catalanista (1891) quiso agrupar a todos los grupos catalanistas, y su  programa político, conocido con el nombre de Bases de Manresa (1892), defiende  el autogobierno, con Cortes elegidas por sufragio corporativo y la oficialidad  de la lengua catalana . La respuesta del gobierno ante el nacionalismo catalán,  a finales del XIX todavía minoritario y débil, será puramente represiva,  prohibiendo actos, mítines y publicaciones catalanistas, acusando al movimiento  de separatista.
 
           
           
        - La abolición de los fueros tras la tecera guerra carlista (1876) y la llegada  de inmigrantes debido a la industrialización de Vizcaya que no se integraban a  la cultura vasca, propiciará el surgimiento del nacionalismo vasco, la base  social del que radicará en el pequeños propietarios rurales del interior del  país. Sabino Arana será el fundador del Partido Nacionalista Vasco (1894),  antiliberal, anticetralista, católico, tradicionalista, defensor de la  propiedad, la familia y la religión, antiburgués, antiobrero y antisocialista.  Es una fuerza, de momento, muy minoritaria.
 
           
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    No tenim, Senyor, la pretensió de  debilitar, ni encara meyns d'atacar , la gloriosa unitat de la pàtria  espanyola; ans al contrari, volem enfortir-la i consolidar-la; però entenem que  per aconseguir-lo no és bon camí ofegar i destruir la vida regional per  substituir-la per la del centre, sinó que creiem que el que és convenient i  alhora just és donar expansió, desenvolupament i vida espontània i lliure a les  diverses províncies d'Espanya perquè de totes   les parts de la Península surti la glòria i la grandesa de la nació espanyola.  
        El que nosaltres volem, Senyor, és  que a Espanya s'implanti un sistema regional adequat a les seves condicions  actuals. (...) 
        Senyor: se'ns arrebassà el nostre  sistema administratiu, que avui troem bo i imiten nacions cultes d'Esuropa, per  ser substituït pel sistema castellà, i avui per una còpia imperfecta i viciosa  del sistema francès. 
        Només podem usar la nostra llengua a  les nostres llars i en converses familiars; desterrada de les escoles, ho ha  estat més tard de la contractació pùblica i també dels tribunals, en els quals  moltes vegades, i per molt il.lustrats que siguin, ni els jutges entenen els  testimonis i processats, ni quests entenen els jutges. 
        I com si amb tot això no n'hi hagués  prou, fa temps que s'amenaça, i avui s'intenta destruir amb obstinació, o si  més no adulterar, el nostre dret civil, base indeleble de la robusta i moral  organització de la família catalana i de la nostra prpietat, que va augmentant  i creixent a mesura que unes generacions succeeixen a unes altres generacions. 
        A força de treball i privacions de  tota mena, els nostres industrials han creat una indústria espanyola que en  quaranta anys ha progressat  i assolit un  nivell altíssim. Aquesta indústria és atacada d'arrel d'uns quants anys ençà, i  darrerament ho ha estat i ho és per mitjà del tractat amb França i del projecte  de  modus vivendi amb Anglaterra. 
                                                                                                          Memorial  de Greuges presentat a Alfons XII, 1885 
                                                                        Reproduït dins: A. Balcells:  Cataluña contemporánea I (Siglo XIX),  Madrid, 1977  | 
  
  
      
       Desitgem, doncs, que torni  a posseir la nació catalana ses Corts generals lliures i independents, obertes  peI Cap de l'Estat o per son lloctinent, en les que hi tinguin representació  directa totes les classes socials, des de les mes humils a les más elevades.  Corts en les que es votin els pressupostos de Catalunya i la quantitat amb qué  te de contribuir el nostre país als gastos generals d'Espanva. Que Catalunya  sia senyora del govern interior de sa casa, assenyalant ella mateixa el  contingent de l'exércit per al Principat, no quintant- se a sos fills ni  fent-se a Catalunya lleves forçoses, sino proveint-se de soldats voluntaris i a  sou, els que no hagin de sortir mai en temps de pau del nostre territori. Que  la llengua catalana sia la llengua oficial a Catalunya per a totes les  manifestacions de la vida d'aquest poble. Que l'ensenyança a Catalunya sia  donada en llengua catalana. Que sien catalans els Tribunals de Justícia i totes  ses causes i litigis es fallin definitivament dintre del Territori. Que els  càrrecs de la nació catalana els nomenin els catalans mateixos, procurant que  recaiguin en catalans els càrrecs polítics, els judicials, els administratius i  els de l'ensenyança. Que vingui el Cap de l'Estat d'Espanya a jurar a Catalunya  ses Constitucions fonamentals, com a condició indispensable, d'antic establerta  per a excercir a dreta llei la sobirania en el Principat. 
                                                                                                                                           Missatge a la reina regent, 1888  | 
  
  
    Si quereis leer el documento ir a http://webs.racocatala.cat/seglexx/h-1892basesmanresa.htm   | 
  
  
    El período 1898-1931 
      
        
           INTRODUCCIÓN 
                          Al hablar de la evolución europea  comentábamos que la primera mitad del XX fue una época conflictiva caracterizada  por lo que parecía una crisis generalizada de los valores heredados: crisis del  capitalismo, enfrentamiento social, progresivo hundimiento de las democracias  parlamentarias y crisis internacional por las dos guerras mundiales. 
               
                          Respecto a España, decíamos que la primera época de la Restauración española  (1874-1898) supone la evolución de las estructuras surgidas en el reinado de  Isabel II: a nivel económico, continuando la transición del lento proceso de  industrialización, a nivel social, en la nueva sociedad clasista con una clase  media muy débil y aún con grandes desigualdades entre terratenientes y  campesinos, burguesía y obreros, y, a nivel político, intentando consolidar las  bases de un Estado Liberal en proceso democratizador. Pero la revolución  burguesa española, insegura por la incompleta industrialización y la debilidad  de la propia burguesía, no podrá afianzar estas bases. El proyecto político  liberal, falsificado en esta transición dificultosa, saldrá muy débil y el  segundo período de la Restauración (1898-1931) ya es de crisis y decadencia del  sistema por la creciente oposición. Después del Desastre de 1898, tres  agudísima crisis sociopolíticas (1909,1917,1918-23) señalan los años en que el  sistema estará a punto de caer, solo salvado por la debilidad y desunión de las  fuerzas de oposición, divididas con proyectos muy diferentes sobre el futuro  español, hasta que en 1923, el ejército tomó el poder y, prácticamente, el  sistema de la Restauración dejó de existir y ya no se recuperará. Se puso en  marcha el programa dictatorial que los militares y las fuerzas derechistas  tenían, pero no pudieron solucionar los problemas pendientes (económicos,  sociales y políticos) y serán luego las fuerzas reformistas de centro-izquierda  de la clase media las que tendrán la oportunidad de solucionarlos. No lo  llegarán a conseguir, entre otros factores por la enemistad de los  terratenientes, incapaces de concesiones, y porque entonces, en 1936, en un  ambiente internacional extraordinariamente conflictivo y de crisis liberal  generalizada (económica, social y política), la división política de la  sociedad española era ya abismal y la crispación generalizada, y se convirtió  en imposible por parte de la democracia liberal evitar el enfrentamiento armado  ante la rebelión militar. Aún tendrán que pasar casi cuarenta años para  conseguir completar la industrialización, asentar la sociedad clasista con una  amplia clase media y consolidar el Estado Liberal democrático 
             
            
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    La situación socio-económica entre 1900-1931 
                       Las características de la demografía, la economía y la sociedad  española siguen en la evolución iniciada en la primera etapa de la  Restauración. Diversos factores, ya conocidos, siguieron dificultando un  crecimiento industrial más grande: la desequilibrada distribución de la  industria (concentrada en Cataluña y el País Vasco), la dependencia de la  tecnología extranjera y la debilidad de la demanda interna. Y en esta España agraria,  aunque la clase media aumentó, permanecían las grandes desigualdades socials. Respecto a la coyuntura económica, varió entre la expansiva hasta 1918 y la recesiva hasta  la guerra civil.       | 
  
  
    La situació política  
      
        
           El Desastre  del 98 
              La derrota de 1898 fue como un revulsivo  para la sociedad española contemporánea: periodistas, intelectuales, políticos,  todos comenzaron a hablar de "los malos de España", es como si de  repente se dieran cuenta de los problemas que arrastraba el país y todos  empezaron a plantear soluciones a las dificultades heredadas: 
              
                - El retraso económico.
 
                   
                - Las enormes desigualdades sociales debidas a que una mayoría de la población  vivía en la miseria.
 
                   
                - La inestabilidad política causada por la falta de consolidación de la Monarquía  Liberal.
 
                   
                - El desprestigio internacional
 
                             
              Pero el impacto del 98 supuso, en primer lugar, el agravamiento de algunas de  estas cuestiones, en primer lugar, incrementando la oposición al sistema de la  Restauración y, por tanto, la inestabilidad del régimen, que ya no se pudo  recuperar, entrando en una situación de crisis hasta su definitiva  desaparición. 
                 
                La derrota bélica supuso, en efecto, el desprestigio del gobierno a nivel  nacional e internacional-la pérdida de los restos del Imperio-, la constatación  clara de cómo España hacía tiempo que era una potencia menor, de segunda fila,  y cada vez más atrasada respecto a Europa Occidental, pero la impopularidad  también afectó al ejército por el antimilitarismo de las masas populares que  irá siendo más intenso con la guerra de Marruecos. La reacción del ejército español  ante esta situación de derrota militar y de impopularidad social fue doble: por  un lado, culpabilizar a los partidos dinásticos de ineficaces y, yendo más  allá, al sistema liberal de inepto, de incapaz de hacer frente a "los  malos de la patria", de impotente ante "el separatismo  regionalista", "el desorden público" y las amenazas a las  esencias nacionales. La cúpula militar cada vez giraba más hacia un  conservadurismo que, pronto, llevará a algunos de sus dirigentes a plantearse  la oposición no al gobierno de tal o cual signo sino la oposición al sistema  liberal parlamentario como sistema político, acusando -lo de ser, por su  ineptitud, el responsable de la decadencia española y planteándose la necesidad  de que el ejército mismo tuviera que dirigir la nación. Alejar la intervención  del ejército en la política española era uno de los objetivos del sistema de la  Restauración, pero, ante los problemas crecientes, esto será finalmente  inevitable, precisamente en un momento en que el ejército, abandonando la tradición  liberal del siglo XIX, se acerca cada vez más a posiciones antiparlamentaria en  un nuevo papel de exclusivos salvadores de la patria. 
                 
              El desastre del 98 también debilitará al sistema de la Restauración aumentando  y fortaleciendo la oposición: del catalanismo por la pérdida de confianza de la  burguesía industrial catalana en los partidos liberales centralistas, la Liga,  (fundada en 1901), será el partido que representará sus intereses. Del  republicanismo, entre otros aspectos por la corrupción del sistema  parlamentario, y del movimiento obrero y campesino, mucho más radical, ya que  un sector no lucha solamente contra el gobierno sino contra el sistema mismo,  también contribuirá a la inestabilidad política. La oposición revolucionaria  será uno de los hechos diferenciadores del Estado Liberal español respecto al  de la Europa industrializada avanzada, y esta oposición no dejará de aumentar  explicando, en parte, las diferencias evolutivas.               
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    La  crisis de 1909  
      La política reformista de los gobiernos liberales  
                     Los nuevos gobiernos liberales del reinado de  Alfonso XIII (1902-1931), dirigidos ahora por Maura (Partir Conservador) y  Canalejas (Partido Liberal), conscientes de la debilidad del sistema,  intentaron reaccionar llevando a cabo una serie de reformas encaminadas a  solucionar algunos  de los problemas del país, disminuir la oposición y evitar el colapso del  régimen. 
                     La  promulgación de la Ley de Jurisdicciones (1906) para satisfacer las presiones  militares (los delitos contra la patria y el ejército pasaban a Tribunales  Militares), las disposiciones intervencionistas del gobierno de Maura (1907 a  1909) de carácter económico (Ley de protección de  la industria nacional o la de fomento de industrias y comunicaciones  marítimas), de carácter social para tratar de hacer frente a la conflictividad  (creación del Instituto Nacional de Previsión, leyes sobre el descanso  dominical, la legalización de la huelga), o de  carácter político (reforma de la ley electoral) para acabar con la corrupción  electoral, corresponden a este espíritu que fue continuado por los gobiernos  siguientes (tras el aviso de la Semana Trágica) con nuevas leyes reformistas  (Ley de la Mancomunidad de Cataluña ,  que le daba una cierta autonomía administrativa, y ley de la reforma militar  suprimiendo la liberación en metálico). Pero  los graves problemas heredados no se podían resolver con unas leyes que  intentaban contentar mínimamente a todos sin básicamente abandonar el programa  liberal ni resolver los problemas de fondo. Por  lo que, mientras continuaban los graves problemas, la oposición seguía  debilitando al régimen y la inestabilidad política será una constante en todo  el período: el atraso económico, la miseria de la población y la ineficacia  política agudizan el descontento de la fuerzas de oposición y  la conflictividad social. 
       
        La  Semana Trágica 
                      En  esta situación, la guerra de Marruecos añadía un nuevo problema a los  existentes (por la oposición de la población marroquí a una colonización que  pretendía recuperar un cierto prestigio internacional). El  reclutamiento de reservistas casados desencadena la denominada Semana Trágica, la  primera de las crisis políticas del gobierno de la Restauración. Fueron  unos días de huelga general (básicamente en Barcelona), donde se pone de  manifiesto la fuerza de la Solidaridad Obrera de 1907 (unión de sindicalistas,  anarquistas y socialistas). La  huelga general de julio de 1909 derivó pronto en revuelta social espontánea,  desorganizada y anticlerical (se quemaron numerosos conventos), mientras los  partidos políticos (Liga y Partido Radical) se desentendían de la situación. Los  sublevados tuvieron que enfrentarse al ejército que en pocos días puso paz y  orden a base de una fuerte represión con arrestos, juicios y condenas a muerte  (5, entre ellas la del pedagogo anarquista F. Ferrer Guardia como  chivo expiatorio). 
                                      La  Solidaritat Catalana recibió un golpe definitivo y la Liga un importante  desprestigio. Los  lerrouxistas, desacreditados, van ido perdiendo influencia entre los  trabajadores. Conscientes  del fracaso de la movilización popular carente de dirección, una parte de los  dirigentes anarquistas se decantan cada vez más por el anarcosindicalismo y, en  1911, fundan la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), un sindicato que iba  más allá de las reivindicaciones laborales tradicionales  pues debía ser el organismo que dirigía las masas populares hacia la revolución  social, mediante la huelga general revolucionaria, y que se convertirá en el  sindicato obrero más importante de Cataluña (sus líderes serán Salvador Seguí,  Ángel Pestaña y Juan Peiró). El  sindicalismo católico, minoritario, se desarrolló en el norte, zonas de  minifundio y de la pequeña propiedad, y en 1917 se agrupó en la Confederación  Nacional Católico-Agraria 
        
      NOTA:  http://es.wikipedia.org/wiki/Solidaridad_Obrera_(sindicato_histórico) 
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    La crisis de 1917  
                    La segunda crisis de la Restauración estuvo provocada, en parte, por  las repercusiones que la IGM tuvo en la economía española. Siendo neutral,  España se dedicó al abastecimiento de los países beligerantes, lo cual incrementó  la producción de las industrias de exportación y, al subir la demanda, aumentó  el precio, enriqueciendo a la burguesía industrial y provocando el descontento  popular al disminuir el poder adquisitivo, y militar, molestos por la  insuficiencia de sus sueldos y la constante intromisión del rey en los asuntos militares  (la guerra de Marruecos). 
                  La crisis de 1917 será el momento en que confluirán los deseos de reforma política  de la burguesía catalana (ineficacia del sistema parlamentario,  descentralización), los de reforma militar por parte del ejército (exceso de  oficiales, incrementos salariales, desacuerdo por las diferencias de trato entre  los militares destinados en Marruecos y los de la península) y las  reivindicaciones populares. La formación de Las Juntas de Defensa reclamando  aumento salarial y la anulación de los ascensos por méritos de guerra (mayo) es  el primer aviso; ante la protesta militar, la respuesta del gobierno fue la  suspensión de las garantías constitucionales. El segundo, la coalición de la  oposición catalana (Liga, P.Radical y socialistas) que se pone de acuerdo para  constituir una Asamblea de Parlamentarios de toda España y exigir elecciones a Cortes  Constituyentes (julio) que no tuvo mucho eco. Entonces entra en juego el  movimiento obrero, que termina declarando la huelga general (CNT, UGT) con  seguimiento en Madrid, Asturias, País Vasco y Barcelona (agosto). Pero, ante la  decantación social revolucionaria que tomaba la situación, el ejército y los partidos  políticos, Liga y P.Radical, se vuelven atrás en sus reivindicaciones reformistas.  El gobierno salva así la situación. Cambó es nombrado ministro de Fomento.       | 
  
  
    La crisis institucional de 1918-23. La época de los disturbios 
       
                       Las crisis políticas de 1909 y 1917, la ineficacia de las reformas  gubernamentales, la crisis económica de la posguerra por la pérdida de las  exportaciones, y el impacto de la revolución rusa supondrán la total  descomposición del sistema de la Restauración. 
        Las consecuencias políticas de 1917 fueron la formación de gobiernos de  concentración de todas las fuerzas monárquicas y la vuelta al turno de los  partidos liberales cuando la concentración no fue posible por las desavenencias  entre ellas, siempre conscientes del peligro en que se encontraba el sistema  político de la Restauración. Pero el incremento de la agitación social en las  zonas rurales y urbanas especialmente violento, que tuvo el lock-out, la  creación de bandas de mafiosos al servicio de la patronal (Sindicato Libre) y  la represión gubernamental (ley de fugas) como respuesta práctica, hizo que,  políticamente, España, entre 1918 y 1923, tuviera diez gobiernos diferentes, ninguno  de ellos de más de un año de vida, en ocasiones las Cortes estuvieran cerradas  por la declaración del estado de guerra y se gobernara a base de decretos-leyes  como costumbre habitual de un sistema que, de hecho, ya no era ni  constitucional, ni parlamentario. Son los años del pistolerismo, la época de  los disturbios. Mientras tanto, la oposición aumentará y se radicalizará, tanto  las fuerzas de izquierda como las de derecha: 
      
        - Creación del nacionalismo catalán de izquierdas por Lluís Companys (Partido  Republicano Catalán, 1917) y Francesc Macià (Estado Catalán, 1922)
 
           
        - Creación del Partido Comunista Español (1921), afiliado a la III Internacional.  Líderes: José Díaz, Dolores Ibàrruri.
 
           
        - Fuerte incremento de los seguidores de los sindicatos UGT (160.480 afiliados al  1919) y la CNT (que pasó de los 11.000 afiliados en 1910 a 700.000 en 1919, la  mayoría en Cataluña).
 
           
        - Incremento de la oposición militar tras la derrota de Annual en la guerra de  Marruecos (1921).
 
           
         
       
                 En 1923 el rey aceptó el golpe de estado del general Primo de Rivera, que  terminó, en la práctica, con la Restauración. La justificación del golpe  militar era presentada como la única solución para los graves problemas del país: 
      
        - las tensas relaciones entre patronos y obreros.
 
           
        - el peligro del separatismo en Cataluña
 
           
        - la corrupción política
 
           
        - la guerra de Marruecos 
 
       
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    La dictadura de Primo de Rivera 
       
           
      Primo de Rivera heredó de la Restauración una serie de problemas: 
      
        - El retraso económico que producía descontento entre la burguesía industrial por  la lentitud del proceso industrializador y mantenía a una parte de la población  en la miseria.
 
           
        - El problema de la administración del Estado, centralista o autonómico, que los  diversos nacionalismos defendían enfrentándose entre sí y que causaba un  particular malestar entre los militares preocupados por la unidad de la patria.
 
           
        - El problema del funcionamiento del sistema parlamentario, en el que los  partidarios del mantenimiento del sistema caciquil (burguesía agraria) se  enfrentaban los partidarios de la democracia liberal (burguesía industrial)
 
           
        - La conflictividad social agudizada por el ejemplo de la revolución rusa y la  crisis económica de la posguerra, amenazando el orden social existente y  provocando gran preocupación y temor entre la burguesía agraria, industrial y  el ejército (inquietado por el orden público) .
 
           
        - La confesionalidad del Estado, en una situación de profundo anticlericalismo  popular que causaba evidente incomodidad a los católicos (mayoritarios entre la  burguesía agraria, sectores de la clase media y campesinos del centro y norte).
 
        - La guerra de Marruecos que, tras el desastre de Annual (1921), tenía  profundamente disgustados a los mandos militares.
 
       
       
               El gobierno de Primo de Rivera, de imitación de ciertas formas fascistas  (Mussolini había tomado el poder en 1922), pero sin la existencia previa de un  movimiento político fascista (no había ningún partido de masas), contó con el  apoyo de la burguesía agraria, de la industrial y de la misma monarquía con la  idea de que sería la persona y la forma de gobierno, aunque provisional, capaz  de resolver los problemas más urgentes entre los citados anteriormente  (especialmente, asegurar la orden social tras la problemática vivida en la  época de los disturbios). 
      
        - Lo primero que resolvió fue la pacificación de Marruecos, en beneficio de las  inversiones de la oligarquía, al poner fin a la guerra tras el acuerdo con  Francia, el desembarco en Alhucemas (1925) y la derrota de Abd-el -Krim. El  dictador ganó en popularidad.
 
           
        - La política económica pretendía conseguir la autarquía económica y el  desarrollo industrial (no se intentó ningún tipo de reforma agraria). El  programa de planificación económica (creación de monopolios estatales-CAMPSA-,  descentralización industrial, fuerte proteccionismo y obras públicas) se  benefició de una coyuntura económica expansiva general durante unos años y  permitió mejorar infraestructuras (carreteras, obras hidráulicas), disminuir  desempleo y mejorar los salarios, pero, en contrapartida, se incrementó la  deuda pública y provocó el descontento de la burguesía industrial catalana y  vasca. Cuando estalló la crisis del 29, la oposición a la dictadura era ya muy  generalizada.
 
           
        - El resto del programa aplicado durante el Directorio militar (23-25) y el  Directorio civil (25-30), intentaba resolver los otros problemas que el país  tenía según el Manifiesto, donde exponía las directrices políticas que  perseguía:
 
          
            - Una vez suspendidas la Constitución, los partidos políticos y estableciendo una  rígida censura, se acabaría con la corrupción del sistema político sustituyendo  las autoridades civiles por militares y siguiendo el Estatuto Municipal que  disponía que los gobernadores civiles eran los encargados de elegir a los  alcaldes entre los principales contribuyentes (con lo cual el caciquismo siguió  funcionando).
 
               
            - La cuestión de la administración del Estado, resuelta a la manera centralista,  ponía fin a la Mancomunidad y prohibía las manifestaciones tradicionales  catalanas (con lo cual se radicalizó el catalanismo de izquierdas: 1926, hechos  de Prats de Molló, la incursión armada de F. Macià; 1931, creación de ERC).
 
               
            - Para resolver la cuestión social se declaró ilegal el PCE y la CNT (con lo cual  se radicalizó la oposición anarquista -1926, creación de la FAI), establecía  una cierta alianza con los dirigentes socialistas (a cambio de no ser  perseguido, el socialismo debía moderar las reivindicaciones populares) y se  llevó a cabo una fuerte represión contra los líderes obreros. La colaboración  con el dictador fue una decisión difícil para los dirigentes socialistas que  pensaron que desde la cooperación podrían conseguir mejoras sociales por parte  del gobierno. En la práctica, la colaboración supuso un desprestigio tal que  hará que en los últimos años se retirara el apoyo socialista a la dictadura. La  represión, la alianza con el PSOE y la mejora de la situación económica  disminuyeron la conflictividad social y evitaron, parecía, la revolución  social.
 
               
               
             
           
         
       
                          Hecho  el trabajo sucio, la clase  dominante empieza a ver más defectos que virtudes en el régimen dictatorial y lo  abandona. A partir de 1927 el clima de manifestaciones estudiantiles y huelgas  hace evidente que ya no controla la calle, mientras la burguesía industrial  critica la política económica por los malos resultados económicos (devaluación  de la peseta, crisis financiera e inflación). La falta de apoyo (incluso dentro  del mismo ejército, por las arbitrariedades del dictador) provocará finalmente  la dimisión de Primo de Rivera. 
         
                          Entonces, toda la oposición antimonárquica empieza a organizarse (Pacto de San  Sebastián), y el gobierno (Dictablanda) se ve obligado a convocar elecciones  municipales con la intención de conocer la opinión del país. El resultado de  las elecciones del 12 de abril de 1931 sorprendió a todos, empezando por los  propios republicanos, porque en las grandes ciudades triunfaron los partidos  republicanos y socialista. El 13 de abril, en Eibar, el 14 en S. Sebastián,  Madrid y Barcelona se proclamaba la República. Aquella noche, Alfonso XIII,  consciente de su impopularidad, se exilió.  
        
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