Justo Navarro (Granada, 1953)
va estudiar Filologia a la seva ciutat natal. Ha publicat
els llibres de poemes Los nadadores i Un aviador
prevé su muerte, i les novel·les El doble
del doble (1989), Hermana muerte (1989), Accidentes
íntimos (premi Herralde de novel·la de 1990),
La casa del padre (1994) i El alma del controlador
aéreo (2000).
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El alma del controlador
aéreo
Eduardo Albrandi torna a una
Granada mítica, on mai no tenia intenció de
retornar, per assistir a l'enterrament del seu cosí.
Així s'inicia un món d'històries familiars,
d'amors amagats i fascinacions que es repeteixen d'una generació
a la següent.
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(El fútbol puede ser vital:
en mi profesión es famoso el caso del vuelo RO 254
de la Varig, entre Maraba y Belem, sobre la selva amazónica:
el comandante y el copiloto oyen en la radio la retransmisión
del partido Brasil-Chile, preliminares del Campeonato Mundial,
3 de septiembre de 1989, domingo. La aeronave vuela con piloto
automático orientado sobre el rumbo 270 y el partido
termina con el vibrante triunfo de Brasil, pero nunca, nunca
se divisa el aeropuerto de Belem: el avión continúa
sobrevolando la jungla infinita como si el Brasil-Chile no
acabara jamás, con el piloto automático orientado
sobre el rumbo 270, y no sobre el 027. Hay un error de 130
grados, 87 minutos después, sin combustible, los motores
se paran y el avión se hunde en la selva amazónica:
90 minutos, duración reglamentaria de un partido de
fútbol.)
(...)
Duermo mejor en los hoteles, y casi no tengo una cama que
pueda decir que sea mi cama. Donde menos duermo es en la cama
que hay en mi casa, en la casa y en la cama que comparto con
Cecilia, y en ninguna cama duermo más de tres horas
seguidas, ni siquiera en la cama que prefiero: mi cama en
la Torre de Control del aeropuerto, que no es siempre la misma
cama. Duermo bien en las camas aleatorias de los hoteles de
mis viajes, y viajo siempre que puedo. Trabajo tres días
seguidos y descanso cuatro, y parte de esos cuatro días
los dedico a viajar con descuentos que convierten el viaje
a Estocolmo o a Milán en un viaje en autobús
entre Málaga y Cádiz o Cádiz y Almería.
Muchas veces despierto y creo estar en Bruselas, y mientras
me ducho caigo en la cuenta de que no estoy en Bruselas, sino
en Hamburgo, y cuando salgo a la calle me doy cuenta de que
no estoy en Hamburgo, sino en Dublín.
(...)
No preparé equipaje, en cuanto me invitó a ir
me puse en camino, sólo me entretuve para pedirle a
un compañero que me sustituyera en el aeropuerto. Es
una ley no escrita entre los controladores: no podemos negarnos
si un compañero nos pide que le sustituyamos, y es
una ley no escrita que sólo se pide por algo verdaderamente
inaplazable, esencial, y era esencial aquel viaje.
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