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saint-exupéry, antoine de

Dades biogràfiques

 

Antoine de Saint-Exupery (França, 1900-1944) , escriptor i aviador francès nascut a Lió. Va estudiar a la Universitat de Friburg i ingressà a les forces aèries franceses el 1921. A partir de 1926 treballa de pilot comercial. Els seus dos primers llibres, Correu del Sud (1929) i Vol nocturn (1931), es caracteritzen per una evocació poètica romàntica de l'activitat aèria, que exigeix el compliment de les obligacions tot i que amb això s'arrisqui sovint la pròpia vida.
Les obres posteriors, Terra d'homes (1939) i Pilot de guerra (1942), incideixen en una filosofia humanista que envoltà la vida de l'autor. La seva obra més coneguda, El petit príncep (1943), és una faula infantil per a adults, pel seu significat al·legòric.
Durant la Segona Guerra Mundial, Antoine de Saint-Exupery s'incorporà de nou a les forces aèries. El seu avió va ser derribat, però va aconseguir salvar-se i escapar als estats Units; més tard s'incorporà a les tropes de la França lliura del general De Gaulle. Durant una missió de reconeixement pel sud de França va desaparèixer i les seves restes no foren mai trobades.
Els seus quaderns de notes, aplegats sota el títol de Ciutadella (1948) van ser publicats pòstumament.

Obra

Vuelo nocturno. Pilot de guerra

 

Fragments

 

Mientras tanto el correo de Patagonia abordaba la tormenta, y Fabien renunciaba a evitarla con un rodeo. La juzgaba demasiado extendida, pues la línea de relámpagos se hundía en el interior del país, descubriendo fortalezas de nubes. Intentaría pasar por debajo, y si el asunto se presentaba mal, daría media vuelta.
Leyó su altura: mil setecientos metros. Apoyó las manos sobre los mandos para empezar a reducirla. El motor vibró muy fuerte y el avión tembló. Fabien corrigió a ojo de buen cubero el ángulo de descenso; luego, sobre el mapa, verificó la altura de las colinas: quinientos metros. Para conservar un margen, navegaría a unos setecientos.
Sacrificaba su altura como el que se juega una fortuna.
Un remolino hizo cabecear el avión, que tembló muy fuerte. Fabien se sintió amenazado por invisibles hundimientos. Soñó que daba media vuelta y que encontraba de nuevo cien mil estrellas, pero no viró ni un solo grado.
Fabien calculaba sus posibilidades: probablemente se trataba de una tormenta local, pues Trelew(1), la próxima escala, anunciaba un cielo cubierto en sus tres cuartas partes. Se trataba de vivir veinte minutos apenas en medio de aquel negro hormigón. No obstante, el piloto se inquietaba. Inclinado a la izquierda contra la masa del viento, intentaba interpretar los confusos resplandores que se pueden percibir aun en las noches más espesas. Pero ni siquiera había resplandores. Apenas cambios de densidad en el espesor de las sombras o una fatiga de los ojos.
Desdobló un papel del radiotelegrafista:
«¿Dónde estamos?»
Fabien hubiera dado cualquier cosa por saberlo. Respondió:
-No lo sé. Estamos atravesando una tormenta con la brújula.
Se inclinó más aún. Se sentía molesto por la llama del escape, agarrada al motor como un penacho de fuego, tan pálida que el claro de la luna la hubiera extinguido, pero que en aquella nada absorbía el mundo visible. La contempló. El viento la había trenzado duramente, como la llama de una antorcha.
Cada treinta segundos, para comprobar el giroscopio y el compás(2), Fabien hundía su cabeza en la carlinga. No se atrevía a encender las débiles lámparas rojas, que lo cegaban por largo tiempo, pero todos los instrumentos, con cifras de radio, derramaban una pálida claridad de astros. Allí, en medio de agujas y de cifras, el piloto experimentaba una seguridad engañosa: la de la cabina del navío sobre la que pasa el oleaje. La noche, y todo lo que traía de rocas, pecios(3), colinas, corría también contra el avión con la misma asombrosa fatalidad.
-¿Dónde estamos? -le repetía el operador.
Fabien surgía de nuevo y reanudaba, apoyado a la izquierda, su vigilia terrible. No sabia cuánto tiempo, cuántos esfuerzos lo librarían de aquellas cadenas sombrías. Dudaba casi de verse jamás libre de ellas, pues se jugaba su vida sobre aquel pequeño papel, sucio y arrugado, que había desplegado y leido mil veces, para alimentar su esperanza: «Trelew: cielo cubierto en sus tres cuartas partes, viento oeste débil.» Si Trelew estaba cubierto en sus tres cuartas partes, distinguirían sus luces por los desgarrones de las nubes. A menos que...
La pálida claridad prometida más lejos lo impulsaba a proseguir; sin embargo, como las dudas lo acuciaban, garrapateó para el radiotelegrafista: «lgnoro si podré pasar. Pregunte si detrás de nosotros continúa el buen tiempo.»
La respuesta lo dejó consternado:
«Comodoro(4) anuncia: Vuelta aquí imposible. Tempestad.»
Empezaba a adivinar la ofensiva insólita que, desde la cordillaera de los Alpes, se abatía hacia el mar. Antes de que hubieran podido alcanzarlas, el ciclón le arrebataría las ciudades.

1. Ciudad argentina de la provincia de Chubut, situada en la orilla izquierda del río Chubut.
2. Instrumento que sirve para comparar todas las direcciones con la del norte magnético, y que se utiliza a bordo de los buques y aeronaves para seguir una ruta determinada.
3. Desde el momento en que Fabien se siente perdido en medio de la tormenta, empiezan a multiplicarse las metáforas marinas. Pecio es todo objeto o" resto flotante a merced de las olas, fragmentos de naves naufragadas, etc. ¡
4. Comodoro Rivadavia, ciudad argentina de la provincia de Chubut, situada en el golfo de San Jorge. Está aproximadamente a medio camino entre San Julián y Trelew.

(De Vuelo nocturno)

 

Documents
 
Enllaços

http://www.saint-exupery.org/

Pàgina oficial de la fundació Antoine de Saint-Exupery (en francès).

http://www.epdlp.com/m.html

 

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