literatura i mitjans de transport
transports marítims
amb veles
corpus literari
obres d'autors estrangers
obres d'autors estrangers
 

hughes, richard

Dades biogràfiques
 
Obra

Huracán en Jamaica

 

Fragments

La travesía desde la bahía de Montego a las Caimanes -donde los niños escribieron sus cartas- es sólo cosa de unas horas; con buen tiempo, se distingue desde Jamaica el pico de Tarquino en Cuba.
No hay puerto alguno; y el anclaje, debido a los arrecifes, es muy dificultoso. El Clorinda fondeó frente a la isla Gran Caimán, en un fondo arenoso y claro que constituye en aquellos parajes el único lugar seguro para fondear, soltando el ancla a barlovento
La isla -una de forma alargada en el extremo occidental del grupo- es llana y está cubierta de palmeras. En seguida se presentó una procesión de botes cargados de tortugas, como contó Emily. Los indígenas trajeron también papagayos para vendérselos a los marineros, pero no consiguieron colocar muchos.
Por fin, quedaron atrás las incómodas Caimanes, y siguieron rumbo a la isla de Pinos, gran isla situada en un golfo de la costa cubana. Uno de los marineros, llamado Curtis, había naufragado allí una vez, y sabía muchas historias relacionadas con aquello. Es un lugar muy desagradable, escasamente habitado y cubierto por bosques laberínticos. El único alimento aprovechable es una especie de árbol. También hay allí una clase de habichuelas que resulta apetitosa a la vista, pero es un veneno mortal. Según contaba Curtis, los cocodrilos eran tan feroces en aquel lugar que a él y a sus compañeros los obligaron a refugiarse en los árboles; la única manera de escapar de ellos era arrojarles vuestra gorra: para que la despedazaran, o, si erais la suficientemente audaces, lisiarlos de un trancazo en los lomos. Había además muchísimas serpientes, y entre ellas una especie de boa.
La corriente que baña la isla de Pinos arrastra violentamente hacia el este; por eso, el Clorinda se mantuvo muy cerca de la costa para burlarla. pasaron el cabo Corrientes -que tenía a primera vista el aspecto de dos montículos en pleno mar-; pasaron la punta del Holandés, conocida también por «el falso cabo de San Antonio»; pero el verdadero no la pudieron doblar durante algún tiempo -como decía el capitán Marpole en su carta-, pues arriesgarse por el cabo de San Antonio con viento norte es echarlo todo a perder.
Fondearon a la vista del largo promontorio -rocoso y de poca elevación- en que termina la isla de Cuba, y esperaron. Se encontraban tan cerca de tierra que podían distinguir con toda claridad la cabaña de pescadores situada en la vertiente meridional.

Documents
 
Enllaços
 
LITERATURA I TRANSPORTS MARÍTIMS
corpus literari