Los castillos se solían emplazar en lugares fáciles
de defender. Una colina, por ejemplo, proporcionaba a los defensores una
posición de ventaja gracias al dominio de las vistas. En las planas,
el sistema de defensa consistía en rodear el castillo con un foso.
En lugares orientales, construían los castillos sobre una base de
piedras y barro, de una altura de 3m o en algunos casos, para tener mayor
protección de más metros.