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Escritura y Educación
Educación y Escritura están
íntimamente unidos. Pero hubo educación antes de
la Escritura y hay educación que no se basa en ella.
La Escritura lleva la idea de permanencia, fijando ideas en textos,
sobre los que se desarrolla la educación.
La Educación basada en la Escritura evolucionó desde un primer estadio por el que alguien transmitía a otro su experiencia hasta la educación general, que se implanta en el siglo XIX en los países occidentales, para formar una población encuadrada en una estructura estatal liberal y nacional y apta para el trabajo industrial.
Esta escuela surge de la separación
de la Iglesia y el Estado.
Además de la Escuela está la Universidad, que se
dedica al conocimiento y la investigación.
Hoy, en nuestro mundo de cambios y discontinuidad, asistimos al fracaso, necesario en nuestro nivel de desarrollo, de esa Educación basada en la Escritura.
En los últimos años la Educación está preparando a los alumnos para un futuro diferente del que el sistema educativo supone. La escuela pierde credibilidad; IBM ha hecho circular un slogan que dice:
Desde 1900 todas las instituciones han evolucionado menos una, la Escuela.
Se citan muchas causas para explicar este
fracaso que nadie discute: la burocracia, la falta de autoridad,
la crisis de la familia, el carácter represor de la Educación
que evita la espontaneidad y castiga la creatividad
; otros
son partidarios de resumir los libros, dar menos contenidos, sustituirlos
por tebeos o videos o webs.
Todos los que están implicados en la Educación dicen
que el programa ha de ser: Conocer lo mejor, pero esta actitud
no tiene en cuenta que, hoy, mejor es el atributo de cualquier
producto (desde un coche a un detergente).
Si la Educación falla hay que encontrar algo que la sustituya.
La idea de que la Escritura ha de ser
la base de la Escuela y que es la vía normal de acceso
de todos a la ciudadanía democrática y a la igualdad,
ya no puede defenderse en su formulación primera.
La Educación debería permitir la expresión
de las diferencias entre personas, carácter, cultura, base
étnica
; no debería uniformizar a todos sino
estimular las diferencias, abriendo avenidas complementarias a
la excelencia en lugar de pretender garantizar un acceso igualitario
a la mediocridad.
Hay gente que puede ser ineducable y deben buscarse vías alternativas para que puedan desarrollar sus posibilidades.
El igualitarismo en razón de sexo, raza o minusvalía, entre otras circunstancias, es falsamente democrático, buscando uniformarlo todo mediocremente.
La Escritura uniforma y fue oportuna en una realidad en que ello era necesario, pero no ahora.
Hay que respetar el derecho inalienable para que cada uno encuentre su propio camino.
La globalidad manifiesta la escala actual en la que crecimiento, compartición de recursos y opciones llevan a nuevos niveles de eficiencia.
¿Qué es conocimiento relevante?
Hay que enseñar cosas que sean útiles al proceso
de autoconstitución de los alumnos en ésta nuestra
civilización; no se trata de que vean la televisión
o naveguen por Internet sino de comprender que la eficacia que
nuestra época demanda no puede ser satisfecha mediante
la Escritura.
Educar es poner en situación de
aprovechar
los recursos de la nueva sociedad: cada vez hay más mediación,
nuevos lenguajes, la necesidad de establecer sincronizaciones,
trabajar en paralelo, usar la no linealidad y la lógica
polivalente; programar buscando la mejor opción (sin el
dualismo de verdadero o falso), que siempre podrá mejorarse;
entender la globalidad, la escala, el mercado, los elementos adaptados
de la tecnología y la ingeniería
Todo esto no puede darlo la Escritura.
La Educación empezó en la observación, comparación e imitación de acciones y constitución de esquemas de comportamiento; luego llegó el lenguaje; después se pasó de la vida en el clan a la estructura familiar, más adelante llegó la Escritura, como instrumento para la fijación y compartición de experiencias; así pues las circunstancias cambiaron con el tiempo y, ahora, se pretende que la Escritura no deje su papel, sin entender que los cambios continúan produciéndose.
En la Educación, el sujeto que aprende no memoriza cosas sino que gana destrezas y conciencia de su marco vital, que puede cambiar.
Hoy, la Educación ha de enseñar a integrarse, con otros, en el proceso de adquirir más conocimiento. La Escritura presenta una realidad fijada, estabilizada, que hoy, en nuestra experiencia post-industrial hetereogenea, no es útil. Ahora lo que importa es el acceso y la Educación habría de preparar a encontrar la información y conocimientos que cada uno desea, con o sin la Escritura.
La Educación se convirtió
en la institución de la Escritura, apareciendo al tiempo
que otras como la Religión, la Justicia y el Ejército.
En la Europa medieval surgen las Universidades para el conocimiento
de la Religión, el Derecho y algunas Artes pero dejando
de lado las técnicas; además, la Universidad
asume una función dirigente en la Sociedad: es el templo
del saber, el modelo social, el lugar de la Verdad; también
se convirtió en el lugar de la duda sistemática,
generando razonamientos sobre el universo, como conjunto y en
sus partes.
Pero, en los siglos XVII y XVIII, con las Revoluciones Científicas
e Industrial, emergen nuevos campos de conocimiento, como la Física,
la Química, la Biología, que produjeron considerables
avances en la situación económica de la Sociedad,
desarrollando su propio lenguaje (como la formulación química).
Entonces, el trabajo se hizo cada vez menos homogéneo:
antes la distancia entre la Teología y la Física era mínima pero ahora ya no es posible ser competente en ambos campos a la vez.
Hoy los problemas de la Física, después de Einstein, se plantean de forma distinta a como se hizo antes y lo mismo ocurre en otras ramas de la Ciencia; y los instrumentos de conocimiento, como la Escritura, ya no sirven.
La tecnología digital debería
introducir grandes cambios en la institución escolar, incluso
hacerla estallar, pero no es así. Ciertamente los ordenadores
se han introducido pero no son uno de los pivotes de la educación
como ocurre en la empresa; los administradores educativos, prisioneros
de un pensamiento tradicional basado en la Escritura, no pueden
comprender la magnitud del cambio que va a provocar la desaparición
de sus actuales puestos de trabajo. El impacto de los ordenadores
ha sido limitado cuando deberían ser tan presentes como
la electricidad, que está en cualquier parte.
Como ya antes se ha dicho, la Escritura y su permanencia no sirven
hoy para las demandas del sistema económico y del mundo
en general, cambiante, variado, mediado, global y heterogéneo.
Por otra parte el uso de la Escritura, en la Educación,
parte de una asunción: hay que saber bien lo que se conoce
para descubrir cosas nuevas; entonces se producen dos hechos sorprendentes:
el primero es que los hechos nuevos no repiten los antiguos y
que el pasado nos impide enfrentarnos correctamente a los problemas
actuales; el segundo es que son nuevos sistemas, distintos de
la Escritura, los que sirven más adecuadamente al estado
actual de autoafirmación con una estructura claramente
diferente.
Se ha producido una matematización de las ciencias y de todos los ámbitos del conocimiento, para explicar hechos que la Escritura trata defectuosamente.
Mientras, todos estamos de acuerdo en la importancia y continua expansión del fracaso escolar: muchos alumnos no pueden seguir los estudios y abandonan, los niveles bajan cada vez más, los alumnos se expresan cada vez peor; todo ello manifiesta que la Institución no es capaz de reconocer y enseñar los nuevos patrones en una situación que cambia dinámicamente.
Y hay un hecho significativo: en los EE.UU. casi el 50% de los que están considerados analfabetos tienen, en buena parte, un alto nivel de vida porque no saben usar de la Escritura pero son capaces de hacer la tarea que precisamente se espera de ellos: mantener la máquina económica en marcha.
La sociedad industrial necesitaba trabajadores formados para integrarse en el proceso productivo; entonces, la inversión educativa fue productiva para el sistema: comunicaba valores, ideas, destrezas que luego se rentabilizaban en la empresa;
las familias enviaban a la Escuela
a sus hijos como envases vacíos para que los llenaran y
prepararan funcionalmente (médico, ingeniero, arquitecto,
matricero, mecánico
).
El lenguaje era el medio para ese nivel de desarrollo puesto que
todo se transmitía con su estructura; pero hoy sabemos
que podemos guardar lo hablado en formas no escritas, con más
eficacia y menor costo incluso (cassettes, cd-rom, video, archivo
informático
).
La Educación ha de liberarse de la
Escritura como ya antes se liberó de la tutela de la Iglesia,
donde se desarrolló primero.
Por otra parte hay que tener en cuenta que los profesores no son
siempre los más adecuados para transmitir conocimiento;
a algunos niveles los estudiantes pueden saber más que
sus instructores y en algunos campos el conocimiento caduca con
gran rapidez (en las ciencias y también en las Humanidades,
por ejemplo la Historia del Este de Europa).
Solamente se podrá encontrar solución a los problemas
educativos tomando conciencia de ellos y no es previsible que
esto se produzca milagrosamente.
La escala humana ha cambiado y, así,
la experiencia de autoafirmación del Ser Humano; se ha
producido un rompimiento con lo anterior y la Escritura no nos
sirve en el nuevo marco.
La institución educativa (escuelas, profesores y materiales
educativos) conceden más importancia a las Matemáticas,
a la expresión visual y a la imagen, en general, que antes
pero sin cuestionar el carácter fundamental de la Escritura.
Pero no es suficiente:
hay que considerar al niño no como un envase que se llena sino como alguien que busca y halla
(educación heurística, del griego eurisco, hallar, inventar, de donde viene la exclamación ¡Eureka!, lo encontré).
La escuela es una fábrica para producir
personas educadas para la siguiente generación. Deseamos
que todos los niños vayan; en los EE.UU. el número
de alumnos pasará de 49.8 millones en 1994 a 54.6 en el
2006. Pero de los 49.8 millones del 1994 sólo 2.5 millones
han sido capaces de terminar la enseñanza secundaria y
en el 2006 se prevé que no llegarán a los 3 millones.
Muchos que acaban los estudios, a cualquier nivel, después
de grandes esfuerzos, descubren que lo aprendido no es de utilidad
en su trabajo. La Educación hoy resulta de un compromiso
entre lo que nuestra vida pide (económica y socialmente)
y los intereses de la institución educativa (los profesores
y administradores no quieren cambios que puedan cuestionar sus
puestos de trabajo).
Por una parte se desea extender a todos una misma educación, uniformándonos mentalmente, llevando probablemente a la mediocridad; por otra el sistema reclama que las experiencias de autoafirmación de cada persona permitan identificar y cultivar diferentes formas de creatividad, adaptadas al marco vital distinto de discontinuidad, polivalencia y heterogeneidad.
¿Quién está ganando con todo esto?
Para la institución educativa el
examen se convierte en lo más importante; los estudiantes
quieren tener un libro que puedan empollarse; se ha generalizado,
en los EE.UU., la administración de tests de elección
múltiple y, así, el esfuerzo de aprender se convierte,
tan sólo, en la habilidad de sortear con éxito el
test y, en muchos campus, el libro más popular es Cómo
hacer trampa en un test. Los exámenes se convierten en
un fin en sí mismo cuando tan sólo deberían
ser un instrumento más de medición.
Además el sistema funciona como una máquina que
sólo busca su propio provecho; se usan los resultados
de los tests como parte del mercadeo para justificar la eficacia
de una institución y obtener más dinero, de las
familias e instituciones; todo se ha convertido en un juego de
lenguaje en el que los intereses de los estudiantes y su creatividad
son dejados de lado.
La Institución educativa está fuera del río de la vida; se presenta como aquellos castillos que dan fe de la época feudal; es tan anacrónica como las viejas máquinas de vapor y las antiguas ciudades.
La Escuela no sabe ver los cambios, tantas veces citados, de nuestro mundo global, mediado, heterogéneo, no lineal, de lógica polivalente, dinámico y cambiante.
La Educación, hoy, no acepta que distintos seres humanos pueden requerir ritmos de aprendizaje distintos y que fortificar las diferencias entre nosotros ha de ser uno de los objetivos de la educación, lejos de la voluntad uniformizadora.
También hay que tener en cuenta vías
de expresión y trabajo distintas y que la Escritura es
una de ellas, como la visual, la multimedial y otras que ya existen
o puedan aparecer.
Por otra parte hay que tener en cuenta la integración que
de los diferentes ámbitos de conocimiento se está
produciendo; así la educación ha de contemplar un
esfuerzo globalizador y ha de ser un medio de compartición
de experiencias.
Hasta ahora definimos así el ser educado, el ciudadano ideal: un vecino supertolerante, una persona de paz, integrado en una familia feliz, buen amante, en lo sexual, buen trabajador e irreprochable conductor. Posiblemente los ciudadanos de la nueva sociedad deban tener, además, otras características.
Y la Educación se ha de contemplar
en el contexto, más amplio, de cambios que llegan con el
fin de la Sociedad de la Escritura en el status de la familia,
la religión, la ley y el gobierno.
Es posible que recuperemos valores de la Escritura y que nos sean
muy útiles, pero teniendo en cuenta que nuestro actual
proceso de autoafirmación requiere mucho más que
lo que ésta permite.