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Sexualidad desatada
La polémica sobre sexo y comunicación es la primera confrontación entre un pasado basado en la Escritura y un futuro de libertad sin límites que se sitúa en un medio social de las Expresiones Variadas, disputándose más acerca de la democracia que sobre el sexo.
La Sexualidad humana es una faceta más de nuestra identidad, distinta de cualquier otra, puesto que el deseo sexual en los humanos es permanente y no es sólo un medio de reproducción sino de placer.El nacimiento de la ciudad consolida la división del trabajo en función del sexo para incrementar la eficacia.
Este libro considera que todo aquello que pertenece al mundo de la Escritura se ha configurado como una experiencia humana secuencial, lineal, jerárquica y centralizada. Cuando esta estructura ha dejado de ser eficaz para la autoafirmación humana el marco se ha modificado, afectando a los diferentes aspectos de la existencia, entre ellos la Sexualidad.
Hay elocuentes testimonios de la experiencia sexual en el pasado, desde el Cantar de los Cantares, de Salomón, hasta el Kama Sutra hindú, condicionados por aquel contexto que ahora, más allá de la Escritura, cambia y suscita nuevas expectativas que no están basadas en la reproducción.
La Sexualidad pasa a ser una experiencia humana diversificada, sujeta a divisiones, mediaciones, dentro de la dinámica general de nuestro mundo; y así como el mercado se ha hecho global, también lo es el sexo.
Una vez la experiencia sexual entra en la
cultura, se convierte en un sistema de signos, con sus símbolos
y su lenguaje; cada vivencia sexual es una frase de ese lenguaje,
escrita con un alfabeto de gestos, olores, colores, gustos, movimientos
corporales y ritmos.
Nosotros somos el signo sexual: primero en su condición
indexal (una condición determinada genéticamente,
varón o mujer); segundo, como icono, imitando la identidad
de otros con referencia al sexo; también poseemos el signo
del simbolismo sexual y, así, las imágenes fálicas
y vulvares se manifiestan en la expresión humana. Nuestra
autoafirmación en la actividad sexual pone de manifiesto
nuestra doble identidad, natural de una parte, tendiendo a la
supervivencia de la especie, y cultural, por la que seguimos un
camino de progresiva definición de nosotros mismos, contradiciendo
muchas veces la parte natural; los conflictos sexuales se explican
mediante la lucha entre el placer (libido) y supervivencia (ego),
en la alternativa entre la pulsión a la vida (Eros) y la
de la muerte (Thanatos). Hoy mantenemos estos términos
pero la situación ha cambiado.
La distinción entre varón y mujer estableció uno y su negativo; la pragmática antigua requirió un modelo sexual basado en la reproducción, dejando de lado otras posibilidades; la situación actual, en la civilización de las Expresiones Variadas, implica grandes novedades.
Nuestro sistema ha cambiado nuestra actitud hacia el sexo y muy especialmente hacia la reproducción; la gente se casa cada vez más mayor, ya en los treinta, y los hijos no se ven como una forma de asegurar la pervivencia de la especie, la continuidad familiar o patrimonial o nuestra vejez.
Las formas sexuales que antes eran conocidas pero se perseguían ahora se practican libre y ampliamente.
Ciclos más cortos no sólo afectan a la producción sino también a la relación sexual; mayor rapidez, no linealidad, libertad de elección y la marginación de las opciones tajantes, se refieren tanto al sexo como a cualquier otro aspecto; por ejemplo, la división entre heterosexualidad y homosexualidad exclusivas pierde fuerza.
Las webs pornográficas registran
muchas visitas, tanto como las de consejos médicos; referencias
al sexo se hacen ahora en ámbitos, como el científico,
político o militar, en que habría sido impensable
hace algún tiempo.
La emancipación también ha tenido su reflejo en
la vida sexual.
No obstante las experiencias sexuales, a menudo, resultan decepcionantes:
la actividad sexual sin base afectiva es causa de frustración y refuerza el carácter insular del individuo que se siente utilizado pero no realizado. Esta situación se produce por el impacto que la escala tiene en este dominio sexual: en las experiencias a pequeña escala, uno no se siente perdido y, aunque pueden ser vinculantes, permiten participar de sentimientos afectuosos y vinculación personal; no obstante, este aspecto personal, se ve negado en el anonimato de los encuentros mediocres y fugaces.
Toda esta evolución, que tiene sus pros y sus contras, viene determinada por la necesidad, ante la presión de las nuevas circunstancias y no la vamos a comprender mejor si nos ceñimos a nuestra moral tradicional; el sexo también toma parte en los grandes cambios de la vida humana en su globalidad, en nuestra experiencia de autoconstitución.
Los esquemas sexuales se hacen discontínuos, las fantasias sexuales se expresan virtualmente en programas en los que uno puede copular con animales virtuales, plantas o con uno mismo, dejando de estar clara la diferencia entre lo que está bien y mal.
Los grupos homosexuales están presentes en Internet, más que en el mundo impreso; visitamos webs que pueden resultarnos, desde una perspectiva antigua, obscenos, íntimos o vulgares, pero ciertamente también hay mucha información sobre SIDA, prevención y apoyo mutuo entre miembros del grupo. Varones y mujeres homosexuales se expresan libremente, dejando atrás el lenguaje escrito.
Freud, homosexualidad moderna, SIDA
La práctica homosexual pone de manifiesto
como personas se autoafirman como tales mediante una identidad
constituida diferentemente a la considerada normal, quedando integrada
en nuestro mundo global y, por ello, afectando a todos los demás
que no comparten sus inclinaciones.
La satisfacción homosexual radica en la estricta relación
sexual, sin tener en cuenta la reproducción y, a menudo,
el contrato social del matrimonio. Justamente esta expectativa
de gratificación instantánea es característica
de la pragmática que hace la experiencia homosexual viable
y aceptable en un mundo que busca la máxima eficacia; por
otra parte está la actual escala humana:
nuestras necesidades reproductivas y nuestras condiciones de vida hacen que la Sexualidad basada en la generación pierda interés en provecho de otras prácticas no reproductivas, como la homosexual.; así hay una inflexión desde lo que interesa a la especie (la generación) a lo que conviene al individuo (el placer y la comunicación).
La globalidad se pone de manifiesto también con el SIDA, afectando a todos por igual, tanto a las poblaciones más atrasadas de África como a las estrellas de Hollywood o del basket.
Así, la preferencia homosexual alcanza
un estado de controvertida aceptación en la civilización
de las Expresiones Variadas. A menudo, hay un activismo que se
desarrolla usando los recursos de la Escritura: los homosexuales
desean volver a componer los textos en que son atacados en lugar
de liberarse de ellos y desean reescribir la Ética y que
sus derechos se reconozcan en las leyes.
Nuestro mundo más allá de la Escritura lleva a diversificaciones
sin fin, afectando a la Sexualidad en sus diferentes manifestaciones,
como familia y comunidad, usos sociales, valores morales, económicos
y educativos.
Antes Sexualidad y genitalidad iban unidas; ahora que las condiciones que hicieron posible la Escritura han cambiado, la Sexualidad evoluciona también; básicamente la nueva Sexualidad busca lo inmediato, desplegándose en un amplio conjunto de posibilidades, escapando a aquella determinación natural reproductiva. Acorde con los ciclos humanos cada vez más cortos, se convierte en una experiencia de encuentros transitorios; además, se consolida como cualquier otra expresión de la condición humana, como otro sistema de signos.
Los humanos han liberado la Sexualidad del ciclo natural.
Así, se desarrolla una amplia producción de literatura, cine, video, realidad virtual, multimedia de carácter erótico; todas estas manifestaciones desean liberar la Sexualidad de su identidad natural y del marco escrito; además, hay un deseo de legitimar un territorio considerado prohibido hasta hace muy poco.
Rota la imagen homogénea y en desuso la función que se hacía del sexo, se buscan nuevos niveles de eficacia: es mucho más barato comprar placer sexual, todo lo limitado y vulgar que pueda resultar, que comprometerse a una relación matrimonial con muchas responsabilidades recíprocas y etapas eventualmente difíciles.
Desde esta perspectiva, el acceso a la pornografía
en Internet puede presentarse como una opción de libertad,
ya de palabra o de elección.
Casi todo lo que se anuncia tiene una referencia sexual, estimulando
su deseo y todos los grupos sociales reciben esos reclamos en
los términos que les son culturalmente propios, incluso
étnicos y religiosos; hay gente que no tiene para comer
pero ve complacida los videos de Madonna y le gusta esa forma
no literaria de expresar la fantasía sexual.
Hoy, los humanos ya no tienen la idea sexual que había
en el tiempo de la Escritura, y se muestran una infinita variedad
de experiencias y actitudes.
La Sexualidad siempre ha tenido dos lados, el luminoso y el oscuro,
como el arte de Pompeya, por ejemplo, nos nuestra; lo que es nuevo
es que un lado, hoy, ya no excluye al otro.
Hoy la experiencia humana es más indirecta y transitoria,
afectando también a la Sexualidad que integra, a menudo,
aspectos antes considerados como desviaciones; el SIDA no afecta
a esta situación, limitando la relación, que se
da igualmente, buscando su racionalización y mayor eficacia
mediante las oportunas precauciones: el preservativo sale más
barato que un parto y las pastillas anticonceptivas se prefieren
a la responsabilidad de cuidar toda la vida a los hijos; todo
es una cuestión de rentabilidad.
Pero esta tendencia a tener cada vez más por menos se configura como una forma de violación, de los recursos naturales y de las personas; además lleva al agotamiento del objeto y también del sujeto; así esta tendencia a la violación proyecta la acción sexual más allá del ámbito biológico al de la economía y la política.
Desearlo todo, y a la vez, significa no querer nada en particular.