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Obras de Arte y procesos de Estética
Hoy el Arte se produce mucho más deprisa que antes. Ya no usamos los valores canónicos de la originalidad, homogeneidad e integridad estética. La producción artística se disemina por los nuevos medios de comunicación y caduca, como si fuera una mercancía perecedera, muy rápidamente, incluso antes de ser conocido.
Los ciclos de la actividad artística se abrevian hasta el extremo de ser indefinibles. El nivel de calidad artística va bajando al tiempo que aumenta el público que accede al Arte y a la Literatura y ya no se da aquella experiencia larga y profunda que se esperaba antes de ellos. El mundo del Arte y la Cultura está obsesionado con la idea de la fama, una fama mediática.
Los museos son los nuevos palacios (Gugenheim de Bilbao, nuevo Prado, Tyssen, Reina Sofía, ), centros de atracción adonde la gente va a distraerse y comprar, ya personalmente o por catálogo o web.
La experiencia artística
no se hace directamente, como antes, sino mediante los modernos
recursos tecnológicos, que han hecho que el Arte deje de
percibirse individualmente para convertirse en una actividad colectiva.
A menudo el acto artístico se produce en un mundo interconectado,
como los conciertos que se ven, a la vez, en varios continentes,
los intentos de integrar arte de varias culturas en una superobra,
o las creaciones, estructuradas interactivamente y difundidas
por Internet.
Todo esto puede entenderse como un testimonio de los cambios en
la condición humana que pasa de un contexto artístico
dominado por la Escritura a otro de muchas Escrituras parciales,
con mediaciones y nociones más imprecisas que las nuestras
para las ideas del valor y del significado.
Naturaleza y Cultura se relacionan en la
experiencia artística de autoconstitución como en
cualquier otra experiencia humana.
Lo que hace este encuentro extraordinario es que
en nuestra
percepción del Arte captamos la expresión de esa
relación de Naturaleza y Cultura.
En el Arte proyectamos elementos de los sentidos (como la vista
o el oído) con otros de carácter cognitivo.
Las experiencias de construir piezas (las obras) y aquella complementaria
de autodefinición (de expresión de la propia identidad)
constituyen el dominio artístico; además, las personas
obtienen significado de su relación con la creación
artística.
Somos lo que hacemos: cazamos, pintamos, explicamos historias, representamos algo; en sus acciones
los artistas se identifican con alguna destreza en particular (ritmo, movimiento, voz, armonía, contraste ).
Sólo los Humanos hacen Arte. La experiencia artística tiene una relación directa con nuestra estructura biológica pero, a la vez, se constituye en el ámbito no existencial; por ello la creación y la contemplación artísticas son experiencias muy relacionadas.
El lenguaje las coordina porque muchas motivaciones de la experiencia estética (mágica, ritual, política, económica ) y la propia estructura artística pertenecen a ámbitos distintos.
Desde que el Arte tuvo un valor en el mercado se estableció el carácter irrepetible de cada obra, del estilo de cada artista y de sus posibilidades de interpretación; este carácter único del Arte es lo que lo hace más difícil de clasificar que cualquier otra mercancía.
Mirar una pintura
es mucho más que reconocer su realidad física. La
acción de pintar es, a la vez, la de constituirse uno mismo
como pintor y proyectar socialmente esa identidad; así,
el Arte es antes que todo expresión y luego comunicación.
También contemplar es, primeramente, una experiencia individual
de contextualización y, luego, de establecimiento de significado.
Pintando, o contemplando una pintura, se proyectan elementos innatos
y otros que se han aprendido, entrando en relación en un
proceso de autoconstitución, del artista y del contemplador,
ya como individuos o parte de un colectivo.
Así, se establecen dos procesos, uno de interacción entre el creador de obras y el que las usa y otro por el que se establecen sistemas de interpretación de éstas, como unos esquemas establecidos o recetas (mimético, expresivo, pragmático, formal) de interacción mediada con las obras; para esto hay que usar el lenguaje que tiene sus especialistas, los historiadores del Arte, críticos y estetas.
El lenguaje es una experiencia de varias dimensiones; la relación entre creadores de Arte y contempladores se produce mediante el lenguaje; en otras situaciones del mercado esta integración se produce mediante el intercambio de bienes o valores.
Pintar algo y mirarlo son dos actividades estructuralmente distintas: el creador se expresa y el contemplador responde. Pero las dos experiencias se pueden poner en relación: exponer la pintura y el asunto juntos; explicar la pintura a los que la miran; entregar el texto de una descripción, pero la descripción, que lleva a identificar, no hace posible la interacción con la obra.
El arte(facto) y la experiencia de apreciarlo son muy distintas. El lenguaje permite representar esta experiencia de aproximación (o interacción) a la obra.
El lenguaje, en sus diversas facetas, ayuda
a que se puedan producir las diferentes experiencias artísticas:
educación artística, técnicas, crítica,
política artística
En la Civilización que usa varias Escrituras a la vez se
dan formas artísticas que no se basan en la Escritura (cine,
multimedia) y que son coherentes con el altísimo nivel
de eficacia que caracteriza nuestro desarrollo humano.
Así,
el Arte intenta liberarse del dominio del lenguaje mediante sus esfuerzos por dejar atrás la figuración y la narración, explorando la abstracción o su propia identidad, estableciendo nuevas formas expresivas que manifiestan ese alejamiento de la Escritura.
Hoy hay dominios alternativos de creación
e interpretación artística que nos proyectan hacia
nuevas experiencias.
La reflexión sobre la identidad del Arte hace que los procesos
artísticos sean más importantes que las obras.
Desde la Primera Guerra Mundial, con la aventura dadaista del lenguaje de un solo uso, llegó el Arte también de un solo uso.
Creación y apropiación fueron distanciándose: el Arte actual se alejó de los principios de realismo, perspectiva y narración; aparecieron nuevos elementos como instinto, energía, elección y cambio; la práctica artística deja de ser coherente con las convenciones establecidas por el lenguaje (de las Academias y de la Crítica) apareciendo una realidad diferente de aquella, que tenía unos modelos que se podían aplicar; este movimiento empieza con el Impresionismo que rechaza el asunto, el imitacionismo y renueva la técnica de la Pintura.
Es el deseo de hacer obras eficientes (como lo es la Civilización Industrial) lo que determina el alejamiento del mundo de la Escritura; se buscan nuevas formas de expresar la realidad y el modelo se reemplaza con el iconoclasma (que es aquello que causa escándalo).
La obra deja de ser única, puede ser reproducida, y el artista quiere sacudirse toda limitación, sea ésta de asunto, materia o técnica, afirmando la libertad como el objetivo de su experiencia.
Es en nuestra época de comunicación electrónica e interactiva, que integra la información en redes cuando mejor se dan estas posibilidades y nos vemos abocados a nuevas experiencias, expresadas en el muy inestable medio digital.
Esta tecnología y los nuevos objetivos
del Arte condicionan la experiencia artística y la relación
del artista con el mundo; así, por ejemplo, el proyecto
Sombrilla (Umbrella), de Christo de poner sombrillas en las costas
japonesas y californianas del Pacífico, nos hace notar
el cambio de escala, la globalidad y las nuevas posibilidades
de interpretación.
Por otra parte el Arte se hace perecedero, cambiando el gusto,
o la moda, muy deprisa, y los artistas dejan las obras sin acabar.
La creación artística siempre ha sido una experiencia práctica de autoconstitución; por ejemplo: los pintores barrocos holandeses celebraban el éxito en los negocios mediante asuntos mitológicos; antes, los motivos eran casi siempre religiosos;
el arte tenía una estructura similar a la de la experiencia del lenguaje, con un desarrollo secuencial mediante un proceso bien establecido de operaciones; esto se da incluso en tiempos bien próximos a los nuestros, como en la Bauhaus.
Pero el Arte en la Civilización de las múltiples Escrituras simultáneas ya no se basa en la invención, como era con la Escritura, sino en la selección, en poner marcos y hacer infinitas variaciones. Desde fines del XIX, los artistas se distancian de las características propias a la experiencia de la Escritura, como la jerarquía, el centralismo y el nacionalismo; también, manifestando este cambio, se interesan por formas artísticas distintas de las de tradición occidental.
Ahora no se siguen leyes y el método es la apropiación; los artistas no conocen técnicas (óleo, acuarela, talla, modelado ) sino que saben manejar determinadas herramientas parciales (aprovechan fotografías, hacen fotocopias, saben usar programas informáticos ). Duchamp había anticipado esta orientación con sus ready-mades: para él la elección se convirtió en una forma de creación.
Hoy, la creación artística ya no es individual (por ejemplo, el artista ya no se hace los colores) y resulta de la naturaleza colectiva de nuestro esfuerzo humano; los elementos de las obras provienen de otras experiencias humanas basadas en la ciencia y tecnología; el video art, la fotografía y el cine, la música, el arte virtual, resulta de tales dependencias. Así, la libertad del artista es sólo aparente y los límites del nuevo sistema afectan la elección y la integridad artística.
Estos medios no verbales que se usan para integrar los elementos de las obras sustituyen el lenguaje y aumentan los elementos de mediación.
El Arte se hace volátil, rechazando la permanencia, como cualquier otra actividad humana, emancipando con la connotación de eternidad que cristaliza en los museos.
En este tránsito algunos rompen leyes por el placer de romperlas pero sin tener realmente ningún motivo importante para hacerlo (esto es, decir algo interesante).
El Arte se establece en una pluralidad de niveles de interacción; así, varios lenguajes especializados producen mediaciones a diferentes niveles: el lenguaje de los historiadores del Arte no es el mismo que el de los aficionados, y ambos florecen en variedad de revistas especializadas.
La práctica artística asume una función de reflexión sobre la propia creación artística y el concepto del Arte; una vez creada la obra se propone a la atención del público; el artista rechaza la tradición buscando nuevas metas y el concepto de Arte cambia:
Va contra la Escritura porque rechaza las normas aceptadas, proyectando un lenguaje muy individual,
usando leyes creadas especialmente por los artistas para su trabajo, que se constituyen a sí mismo como elementos de cambio más que como productores de objetos, y variando sus conceptos continuamente; por ejemplo, dibujar ya no es aquella técnica auxiliar, base de la pintura, arquitectura o escultura.
Hoy, la expresión artística resulta del procesamiento de información que resulta de la deconstrucción de la tradición artística. Imágenes y sonidos derivan de varias experiencias (fotografía, imprenta, electrónica). Espontaneidad y elaboración se combinan, reifican y emmarcan en un nuevo concepto interpretativo. La obra se presenta al público con el deseo de agradar, criticar, confundir o provocar, exponiendo aspectos del artista que pueden ser muy íntimos.
El Arte se presenta fragmentado, incompleto, ninguna tendencia permanece; a menudo se presenta incompleto, como un punto de entrada que el usuario puede completar según le convenga.
La copia es mejor que el original
Es el actual un tipo de Arte que queda mejor en foto que en la realidad, una música que suena siempre mejor en compact; las creaciones escénicas siempre son mejores en video o en la tele que vistas en el teatro. Entonces, el significado que damos a las obras está en función de esas experiencias individuales que no se dan ante el objeto de creación sino que se producen a solas.
La especialización de la técnica se proyecta en el Arte. El pincel ya no se usa, ahora es el escáner y el programa de ordenador (Brush, PhotoShop ); la música se sintetiza a partir de los recursos que hay en los instrumentos informatizados, como el teclado electrónico: hay músicos que no saben solfeo y trabajan a partir de esos recursos almacenados (la biblioteca de sonidos, ritmos, voces ) en los instrumentos digitales.
Se produce una descentralización masiva, cada uno puede ser artista, integrándose todos en las redes interactivas cuyos nudos más importantes son los museos y otras instituciones que tienen relación con el Arte.
Los museos prestan sus muros para presentar el trabajo original de un artista (instalación) que dejará de existir cuando termine el tiempo de exposición y sólo quedarán las fotos.
La llegada de estos medios tecnológicos permite crear fuera de los lugares y circuitos tradicionales, cada uno a su aire, cambiando las preferencias según el gusto, o la moda, va también cambiando; así, arte y artistas se desmitifican; además las obras, imágenes, músicas , pueden almacenarse en soportes magnéticos y no en libros.
Los géneros artísticos se convierten en soportes para formas de expresión muy fluidas e inestables.Todo esto cuestiona la eternidad y trascendencia del Arte puesto que evoluciona en ciclos cada vez más cortos: sus usuarios lo consumen como cualquier otra cosa; llega con una abundancia y carácter perecedero que contradice el ideal de excepcionalidad y permanencia del Arte en los tiempos de la Escritura.
La creación depende de la Industria (fotográfica, informática ) y el concepto de original se desvanece puesto que las obras pueden reproducirse casi infinitamente. Así el Arte se convierte en un objeto más que en un acto.
La creatividad en la realidad virtual nos permite convertirnos en gacelas, langostas, piedras, pianistas o conceptos abstractos. Esta realidad virtual puede permitirnos conocer a otros, apreciando los medios que eligen para expansionar su creatividad en el espacio virtual que compartimos; también,
diferentemente que el Arte tradicional, la realidad virtual permite interacciones en tiempo real en las que artista y obra tienen vida propia independiente.
El lenguaje de la poesía y el de
cada día no son el mismo; la literatura no existe más
allá de la Escritura.
La Literatura trasciende lo inmediato y permite crear en el lenguaje
una experiencia del tiempo y del espacio. El Pekín o Florencia
de una novela no son los mismos que en la realidad.
Los lectores de una novela consideran reales las cosas que leen
porque se expresan en el lenguaje.
Los autores se autoafirman proyectando, mediante palabras, un mundo que está entre el real y las palabras.
Los lectores recrean un mundo a partir de
las palabras, que no es necesariamente el mismo creado por el
autor; el proceso supone una reducción de las infinitas
posibilidades de la realidad en la expresión del texto
concreto que el lector puede comprender de mil formas distintas.
La práctica de la Literatura está en relación
con las diferentes formas de vida.
En la fase sincrética, primitiva, de la actividad humana, la relación entre las palabras y las cosas se basaba en la identidad y el lenguaje era uno: lobo era sólo aquello que podía morderte y no un símbolo de la noche o del mal. El lenguaje de la astronomía o agricultura estaba basado en la observación de las estrellas o ciclos naturales.
Leer hoy lo que nos ha llegado de aquello es una experiencia poética y literaria y no práctica. Aquellos textos no son poéticos porque contengan ideas falsas sino porque su lenguaje pretende trascender los límites de la experiencia humana, estableciendo un dominio sistemático que hoy nos parece situado en la ficción
(como, por ejemplo, algunos textos del Antiguo Testamento).
Así, el lenguaje se convirtió en un medio de convenciones que llevaron a los símbolos;
y los lectores reviven la ficción en sus propias vidas.
La relación entre escritor y lector
se hace en el texto; tiene un carácter culto que contrasta
con la apreciación de las artes visuales o la música
que se hace de forma natural, mediante los sentidos.
Escribir literatura implica vaciar el lenguaje de cada día
de su sentido y darle otro.
El Dadaismo, el Happening, la danza moderna, son vías expresivas
que cuestionan el lenguaje como medio expresivo.
Por otra parte la Literatura busca nuevas vías mediante
la realización que es, como en Ciencia, la descripción
de un sistema que pudiera comportarse según la descripción;
un ejemplo de esto puede ser el Ulysses, de Joyce, que segmenta
el tiempo y el espacio para extraer relaciones buscando un objetivo
(expresar la terrible condición humana) para el que el
lenguaje común no está bien dotado. El autor ha
inventado su propio lenguaje con nuevas palabras y nuevas normas
de uso.
Todo tiene relación y esta experiencia no se produce en
el vacío: es contemporánea a la formulación
de la teoría de la Relatividad y de la aventura cubista.
En función de los cambios generales, los autores someten
al lenguaje también a cambios; Gramsci quiso crear un lenguaje
para el proletariado; Passolini escribió algunos de sus
textos en Friaul o en el habla de los chicos pobres de las calles
romanas; Burgess, en La Naranja Mecánica, combina lenguajes
exóticos
La gente necesita nuevos intrumentos para nuevas experiencias,
como la meta-ficción: fotonovelas, libros de cómics
Un texto de meta-ficción establece unas convenciones distintas
de las de un texto informativo o normativo, aun cuando use palabras;
el lector no buscará referencias en la realidad sino sólo
en el texto.
Cuando la escritura se convierte en el objeto de la experiencia
de escribir, su objeto se convierte en meta-objeto.
Escribir como escribir con otros (pintar como pintar con otros, componer como componer con otros )
Lo escrito ya no es un monumento que no deba ser manipulado; hoy se da la experiencia de la re-creación, uniendo diferentes lenguajes en una misma práctica (escritura y pintura, música ). El hipertexto hace que esto sea muy fácil.
La lectura puede convertirse en un juego en el que el lector establece lo que desea leer, el orden de lectura y los resultados que va a obtener; así, infinitas lecturas son posibles de un mismo texto (por ejemplo, una web puede leerse de muchas formas). El lenguaje se convierte en algo muy personal,
como hace Borges, creando mundos cuyos objetos
son ficciones y no realidades.
Esta co-escritura puede formalizarse mediante códigos que
comparten el pequeño universo de lectores a los que el
texto concierne; así los artículos, muy especializados,
de las diferentes críticas, análisis fenomenológicos,
interpretaciones semióticas, deconstructivismo, son tan
difíciles de leer para el profano como un artículo
de medicina o macroeconomía.
En la Civilización de varias Escrituras aparecen círculos
de lectores especializados para los que crean autores usando un
lenguaje especial.
También hay un esfuerzo por reciclar el Arte y la Literatura, integrando lo antiguo en una nueva experiencia; esto contradice la secuencialidad del texto y la noción, tan valiosa, de la originalidad; es un proceso que no queda lejos del transplante de órganos, ubicando una víscera, o una obra o parte de ella, en un nuevo contexto y haciendo que funcione.
El esfuerzo de reprocesar, interpretar, leer y comprimir corresponde a nuestro estadio de desarrollo de más rápida interacción.
La idea de la gran novela era crear un monumento de la Escritura, algo que era unitario, homogéneo y universal. Hoy, la variedad de realidades se imponen contra ese ideal; el substrato común es limitado y muchos aspectos no son comunes a todos los grupos sociales.
Pero surgen nuevas formas de lectura para posibilitar nuevas formas de relación humana: uno puede escuchar mientras conduce una novela grabada en cassette; el libro electrónico ofrece nuevas posibilidades: un personaje animado puede presentarnos la historia y asistirnos durante nuestra lectura, un escáner manual puede marcar las palabras que no entendamos y activar un sistema de voz que las explique, como un diccionario on-line.
El lenguaje servía de puente entre las generaciones para transferir experiencias y dar continuidad a la evolución histórica; y el libro sirvió de modelo existencial; igual que nuestras vidas tiene principio, desarrollo y fin, fijando la experiencia en la memoria; puede continuarse en otros libros; estableció las pautas de acción social (leyes, principios científicos ).
Hoy nuestra relación con los sistemas de tratamiento de texto permite una gran fluidez, la posibilidad de reformar, interactivamente, tantas veces como queramos, una expresión; tenemos unas posibilidades claramente, cognitivamente, distintas a las que tuvieron Cervantes o Balzac. Se trata de algo que nunca se pudo hacer en la etapa de la Escritura a mano o a máquina.
Luego están los cómics, uniendo texto e imagen y guardando relación con el cine y los nuevos medios expresivos. Los clásicos de la Literatura, incluso la Biblia, han pasado a expresarse en cómic, como si fueran libros. La estructura del cómic (rápido, denso, focalizado, corto y expresivo) se corresponden claramente con el marco de la civilización de las múltiples escrituras.
¿Significa esto la muerte del libro?
La Escritura, y la narración de una historia, puede tomar otras formas diferentes a las del libro;
el video puede ser un triste sustituto pero es un pretendiente popular a la sucesión.
La mayoría de los libros que nuestros niños y jóvenes estudian tienen una versión en cine o televisión y casi todos los libros que se publican para niños van con su video o cassette; algunos títulos, como El Principito, de Saint-Exupéry, están ya en versión para CD-ROM.
El libro seguirá existiendo mientras haya gente que pueda extraer provecho de él, ya en palabras sobre papel o datos digitales en algún sistema electrónico de lectura; pero será uno más entre los diferentes sistemas, escritos o no, que habrá a nuestra disposición; y nos hemos de alegrar de disponer así más recursos expresivos que antes.
Los cambios
económicos que requieren mayor productividad y mejores
precios no sólo determinan nuestras expectativas como trabajadores
o consumidores, sino también como personas, afectando a
nuestra manera de leer y escribir, crear y experimentar el Arte,
esto es a toda nuestra experiencia estética.