Conclusión
Como
habréis podido ver, los escritores del Siglo de Oro no eran precisamente
moderados en sus juicios y opiniones, y sus insultos eran, en ocasiones, tan virulentos
como peligrosos. La polémica entre los defensores y los detractores de ambas
posturas queda como un episodio importante de nuestras letras, pero sin duda
alguna no es lo que les ha dado la inmortalidad, sino poemas como los que podéis
leer a continuación.
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte en la ribera,
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha
sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, más tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Mientras por competir…
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello.
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Por cierto, ¿sabes a quién pertenece cada uno de estos dos poemas? ¿Y a qué genero pertenecen?