En una película de Woody Allen, un psiquiatra incapaz de resolver la
transferencia con su paciente una - oveja armenia -, se enamoraba de ella.
¿Quién se resiste a la mirada interrogante que “Dolly” nos ofrece en los
diarios?. Hoy cuando me afeitaba y el espejo me devolvía mi imagen simétrica y
inversa allá en el fondo, me ha venido la idea de cómo es posible que el ser
humano que se quiere tanto a sí mismo, haya sido capaz de inventar un
artificio, como este que nos refleja nuestra realidad. Decididamente no veo
ningún motivo por el cual clonarme.
La lluvia de noticias relativas al tema
me han hecho pensar en la cantidad de metáforas significativas que se derivan
del hecho de la clonación. Sin frivolidad pensaba que Dios y así lo manifiesta
el Génesis, creó primero al hombre a su imagen y semejanza, posteriormente a la
mujer para que no estuviera solo y los situó en el paraíso.
Ian Wilmut, un
embriólogo, varía los hechos y en lugar de Adan, da prioridad a una hembra
“Dolly” y no en base a su imagen y parecido, sino de una raza especial “Funn
Dorset” y en lugar del paraíso lo hace en el Instituto Roslin de Edimburgo
(Escocia). Si el Creador lo hizo de la nada, Wilmut, de un célula de la
ubre (incosnciente), será por ello que a su creación le ha puesto el nombre de
Dolly, en referencia a Dolly Parton, cantante de country que tiene dos (no
célula, sino tetas voluptuosas).
La polémica está servida. Algunos piensan
que más que un creador, es un científico inspirado per las malas ideas de
Mefistófeles. La cuestión sibilina está en el hecho de la experimentación en
humanos; pero con unas referencias curiosas. Piensen si no que se ha empezado
con ratas y ranas… y se ha conseguido con corderos, animales a los cuales por
sus costumbres gregarias nos parecemos mucho. Tal vez para llegar a la clonación
humana se tiene que practicar con aquellos animales a los cuales recurrimos para
insultarnos. Basándose en esta aventurada hipótesis, seguro que continuaran
después de las ovejas con cerdos, hienas, lobos. La cuestión, siguiendo la
sátira, no es tan nueva. Pienso que hay dos formas de clonar. Una es esta
noticia, la clonación genética, repetición de individuos de forma asexual, sin
fecundación; que considero aberrante por el hecho de que nos quiten el
mecanismo. Mediante este método podemos pedir una Claudia Shiffer (todos los han
pensado ya), un Einstein, un Freud, once Ronaldos… Por tanto podremos crear
genios, pero no olvidemos que la característica que los define es la
individualidad, no la copia. Evidentemente la cuestión del copyright se tendría
que resolver con sus familiares. Me imagino a la Patronal y los Sindicatos
negociando el número de trabajadores clonados, sumisos y sin derecho de
vaga, que tendrían que formar parte de la empresa. Los políticos clonando en
masa a los votantes… También, por qué no, podrían clonarse médicos sin
fronteras, ONG, Teresas de Calcuta, Mahatma Gandhis.
Hay otra manera de
repetir individuos no tan genética, pero sí más cultural que es tan vieja como
la humanidad. Repetirnos es lo que mejor sabemos hacer. Nos clonamos en
política, socialmente, en música seguimos como ratas al flautista de Hamelin o a
Motzar, educamos a los hijos como copias, siendo nosotros los originales. Nos
repetimos en las guerras, en la agresividad, en el amor, la violencia, los
vicios, por ello somos tan parecidos a las ratas, lobos, cerdos y ovejas como
“Dolly”.
Pero mira por donde, ahora nos da por el futuro, como si el
presente fuera más esperanzador. Pienso que en este final de milenio asistiremos
a conquistas que nos acercarán a Adam y a “Dolly”. Clonar es un reto casi
divino, cada vez más cerca del sueño de Ícaro. Como Cesar acabamos de pasar el
Rubicón: “Alea jacta est”. La cuestión esta ahora en manos de los hombres y
mujeres y la experiencia nos dice que ni la palabra, ni el hierro, ni el átomo
han sido creados para hacer el mal a pesar, el insulto, la espada y la fusión
fisión han sido aprovechamientos erróneos. De la “Doly” ya hemos conseguido que
no sepa quién es su madre (o sus madres), la edad, y si será fértil. Cada
vez que nos acercamos a la creación, que variamos el curso de la naturaleza, que
abandonamos nuestra condición de humanos y nos acercamos a la divinidad
comenzamos a temblar. El límite entre lo divino y lo humano es peligroso y los
científicos nos ayudan a desmitificarnos, pero no estamos preparados y lo que
aportamos como novedad se nos escapa al control.
Mientras tanto piensen en
el condenado a muerto que delante del patíbulo y expresando su última
voluntadafirma: -¡Que me clonen!. O el enamorado y celoso Otelo viendo a
su amada clonada con otro.
“Dolly” pastoreará por los verdes campos de
Escocia y parándose delante de una fuente de agua nítida, contemplará su imagen
y pensará: -¡ Te pareces a tu madre!. La imagen responderá:-¡ Querrás decir a tu
hija!