ESO, PRESUNTA INOCENTE
Cuando en un problema nos falta un dato que nos imposibilita continuar, es
normal poner una letra, que llamamos incógnita y seguimos el trabajo. En
psicoanálisis, cuando llegamos a un punto inefable con relación a la causa del
deseo, o nos paramos y abandonamos el saber o colocamos una letra (a) y
proseguimos el acercamiento a la verdad del paciente. La sociedad, cuando
intenta saber los motivos confusos de sus fracasos, intenta buscar un culpable,
alguno a quien cargarle el muerto. Estas paradas teóricas se llaman aporías.
Últimamente, entre líneas, en los artículos que se publican siempre hay un
lugar, silenciado, escotomizado, donde aparece el neutro ESO. Él o ella es la
culpable de todos los problemas, éticos, morales, culturales que nos afectan.
Recibe críticas a su implantación, que no a su filosofía, comparamos el fracaso
en otros países…y sobre la base de estos argumentos, como en matemáticas o
psicoanálisis, ponemos letras y continuamos adelante satisfechos de la denuncia.
Todos saben que cuando dividimos, no todas las divisiones dan exacto. Con
relación a la sociedad, con la cultura o con el poder siempre hay un residuo, un
plus. ¿Qué hacer con este plus cuando no es cero?. Esto es lo que pretende la
ESO, dar una respuesta educativa equilibrada a todo lo que genera la sociedad.
Empresa, ya sabemos difícil.
Parece ser que antes de la ESO, no había
problemas. Los alumnos filtrados a EGB, seleccionados una y otra vez, daban de
sí todo lo que de ellos se pedía en el Instituto. Sabían leer, hablaban con un
léxico exquisito, dominaban las ciencias, estudiaba carreras difíciles, hasta el
punto de que nunca acababan siendo maestros… ¡Por favor!.
Ahora no saben
leer…Bien, parece ser que a los universitarios leer al pragmático Pla les
patina. No es de extrañar, yo en la universidad nunca había trabajado a Freud,
ni mucho menos a Lacan y entender la clínica sin ellos es imposible. A veces me
pregunto quién formó a estos profesores universitarios.
Hace un año
aproximadamente, en este mismo diario, hice una crítica al paternalismo o
maternalismo de ciertas concepciones psicopedagógicas de la Reforma. Crítica que
continuo manteniendo. Considero que desde el biologismo de Piaget, pasando por
el aprendizaje significativo de Aussubel, hasta llegar a la perspectiva
sociohistórica de Vygotski, se han obviado teorías que podrían dar luz más azul
a los mecanismos de aprendizaje. Esto no me impide reconocer que la contribución
de sus concepciones a la enseñanza ha sido magistral (no creo que haya palabra
más precisa), debido a que han abierto las puertas a todos, es decir, a aquellos
que por motivos sociales o de capacidad siempre han sido relegados a ser el
problema de la sociedad. No ha dicho nada más que no se trata de enseñar lo que
yo sé, sino lo que ellos desean y no saben; comenzar no desde donde yo quiero,
sino desde donde ellos están.
Es cierto que el conocimiento ha cambiado, es
cierto que no saben, ni saben buscar el saber. No es menos cierto que no hay
nivel de exigencia. Es cierto que la figura del educador (el que educa, no el
que sabe) está en la picota, desprestigiada. Confirmo que cada vez son menos los
padres con los cuales llegamos a puntos concordantes en materia
educativa…Noticias fresca: ¡Ha subido el hielo!. Esto ya lo sabía cualquiera. Se
critica su analfabetismo desde los púlpitos universitarios. Esto es
diagnosticar, ahora faltan las soluciones. Pero si hay un lugar desde donde se
generan las críticas es desde el seno de los mismo centros. Seamos incisivos y
mojémonos el culo. Lo que realmente preocupa es este significante tan realista:
La diversidad. “La diversidad es la norma”. Esto nos dicen que es lo que nos
encontraremos en las aulas. Niños y niñas con diferencias que piden una
respuesta que se adecue y que a veces no coincide con lo que nosotros
entendemos por conocimiento. A pesar de este concepto no podemos negar que la
diversidad no es exclusiva del alumnado. También está en las tarimas, en las
pizarras. ¿Este es todo el problema?. ¡No!. Falta explicar que esta ESO ha ido a
perturbar el normal funcionamiento de Secundaria, la estabilidad del
profesorado, la organización y sobre todo la puñetera diversidad. Ha llegado con
la consigna de levantarnos de la poltrona, del ostracismo del saber. Acompañada
de todo un paquete de personas de diferentes niveles, especialidades,
categorías, que llevan sobre sus espaldas el estigma del maestro. ¿Sólo faltaba
esto!. Maestros que han tenido que demostrar con méritos que estaban capacitados
para hacer lo que algunos ya llevaban haciendo más de veinte años. Tendríamos
que revisar el concepto de axioma y continuar cual Sisifo arrastrando la pesada
roca.
Por esto la ESO es el fracaso, la causa eficiente. Es obvio que aun no
hay datos ponderables, pero ya nos arriesgamos a predicciones apocalípticas en
forma de innumerables artículos críticos que cuelgan de los tableros de los
centros, manifiestos, escritos de quejas por falta de infraestructuras
físicas, materiales y de personal; hechos que ninguno puede negar, pero que no
son exhaustivos, ni agotan las verdaderas razones del rechazo. In dubio, pro
reo. La presunción siempre es de inocencia. No es culpable la ESO, sino que se
ha creado una ESO para solucionar los problemas que la sociedad genera. Si que
hay alumnos más conflictivos que hace diez años, pero no se habla de la
violencia.
La educación no ha tenido las mismas oportunidades que la
política (salvando la democracia), la economía, la lengua, la medicina, la
conexión visuales violencia…y no podemos decir que hayan sido un éxito. Somos
capaces de denunciar el hecho, pero no damos soluciones.
La distancia entre
el saber y la capacidad de enseñar viene a ser como la guía de restaurantes y el
arte culinario. Es evidente que a mi me presentaron la guía, quiero que mis
alumnos aprendan a cocinar. Pero, ¿sabéis qué pasa?. Algunos no quieren. Maldita
diversidad.