ESO, PRESUNTA INOCENTE



Artículo publicado al Diari de Girona de fecha 05-05-1997


Cuando en un problema nos falta un dato que nos imposibilita continuar, es normal poner una letra, que llamamos incógnita y seguimos el trabajo. En psicoanálisis, cuando llegamos a un punto inefable con relación a la causa del deseo, o nos paramos y abandonamos el saber o colocamos una letra (a) y proseguimos el acercamiento a la verdad del paciente. La sociedad, cuando intenta saber los motivos confusos de sus fracasos, intenta buscar un culpable, alguno a quien cargarle el muerto. Estas paradas teóricas se llaman aporías. Últimamente, entre líneas, en los artículos que se publican siempre hay un lugar, silenciado, escotomizado, donde aparece el neutro ESO. Él o ella es la culpable de todos los problemas, éticos, morales, culturales que nos afectan. Recibe críticas a su implantación, que no a su filosofía, comparamos el fracaso en otros países…y sobre la base de estos argumentos, como en matemáticas o psicoanálisis, ponemos letras y continuamos adelante satisfechos de la denuncia.
Todos saben que cuando dividimos, no todas las divisiones dan exacto. Con relación a la sociedad, con la cultura o con el poder siempre hay un residuo, un plus. ¿Qué hacer con este plus cuando no es cero?. Esto es lo que pretende la ESO, dar una respuesta educativa equilibrada a todo lo que genera la sociedad. Empresa, ya sabemos difícil.
Parece ser que antes de la ESO, no había problemas. Los alumnos filtrados a EGB, seleccionados una y otra vez, daban de sí todo lo que de ellos se pedía en el Instituto. Sabían leer, hablaban con un léxico exquisito, dominaban las ciencias, estudiaba carreras difíciles, hasta el punto de que nunca acababan siendo maestros… ¡Por favor!.
Ahora no saben leer…Bien, parece ser que a los universitarios leer al pragmático Pla les patina. No es de extrañar, yo en la universidad nunca había trabajado a Freud, ni mucho menos a Lacan y entender la clínica sin ellos es imposible. A veces me pregunto quién formó a estos profesores universitarios.
Hace un año aproximadamente, en este mismo diario, hice una crítica al paternalismo o maternalismo de ciertas concepciones psicopedagógicas de la Reforma. Crítica que continuo manteniendo. Considero que desde el biologismo de Piaget, pasando por el aprendizaje significativo de Aussubel, hasta llegar a la perspectiva sociohistórica de Vygotski, se han obviado teorías que podrían dar luz más azul a los mecanismos de aprendizaje. Esto no me impide reconocer que la contribución de sus concepciones a la enseñanza ha sido magistral (no creo que haya palabra más precisa), debido a que han abierto las puertas a todos, es decir, a aquellos que por motivos sociales o de capacidad siempre han sido relegados a ser el problema de la sociedad. No ha dicho nada más que no se trata de enseñar lo que yo sé, sino lo que ellos desean y no saben; comenzar no desde donde yo quiero, sino desde donde ellos están.
Es cierto que el conocimiento ha cambiado, es cierto que no saben, ni saben buscar el saber. No es menos cierto que no hay nivel de exigencia. Es cierto que la figura del educador (el que educa, no el que sabe) está en la picota, desprestigiada. Confirmo que cada vez son menos los padres con los cuales llegamos a puntos concordantes en materia educativa…Noticias fresca: ¡Ha subido el hielo!. Esto ya lo sabía cualquiera. Se critica su analfabetismo desde los púlpitos universitarios. Esto es diagnosticar, ahora faltan las soluciones. Pero si hay un lugar desde donde se generan las críticas es desde el seno de los mismo centros. Seamos incisivos y mojémonos el culo. Lo que realmente preocupa es este significante tan realista: La diversidad. “La diversidad es la norma”. Esto nos dicen que es lo que nos encontraremos en las aulas. Niños y niñas con diferencias que piden una respuesta que se adecue y que a  veces no coincide con lo que nosotros entendemos por conocimiento. A pesar de este concepto no podemos negar que la diversidad no es exclusiva del alumnado. También está en las tarimas, en las pizarras. ¿Este es todo el problema?. ¡No!. Falta explicar que esta ESO ha ido a perturbar el normal funcionamiento de Secundaria, la estabilidad del profesorado, la organización y sobre todo la puñetera diversidad. Ha llegado con la consigna de levantarnos de la poltrona, del ostracismo del saber. Acompañada de todo un paquete de personas de diferentes niveles, especialidades, categorías, que llevan sobre sus espaldas el estigma del maestro. ¿Sólo faltaba esto!. Maestros que han tenido que demostrar con méritos que estaban capacitados para hacer lo que algunos ya llevaban haciendo más de veinte años. Tendríamos que revisar el concepto de axioma y continuar cual Sisifo arrastrando la pesada roca.
Por esto la ESO es el fracaso, la causa eficiente. Es obvio que aun no hay datos ponderables, pero ya nos arriesgamos a predicciones apocalípticas en forma de innumerables artículos críticos que cuelgan de los tableros de los centros, manifiestos,  escritos de quejas por falta de infraestructuras físicas, materiales y de personal; hechos que ninguno puede negar, pero que no son exhaustivos, ni agotan las verdaderas razones del rechazo. In dubio, pro reo. La presunción siempre es de inocencia. No es culpable la ESO, sino que se ha creado una ESO para solucionar los problemas que la sociedad genera. Si que hay alumnos más conflictivos  que hace diez años, pero no se habla de la violencia.
La educación no ha tenido las mismas oportunidades que la política (salvando la democracia), la economía, la lengua, la medicina, la conexión visuales violencia…y no podemos decir que hayan sido un éxito. Somos capaces de denunciar el hecho, pero no damos soluciones.
La distancia entre el saber y la capacidad de enseñar viene a ser como la guía de restaurantes y el arte culinario. Es evidente que a mi me presentaron la guía, quiero que mis alumnos aprendan a cocinar. Pero, ¿sabéis qué pasa?. Algunos no quieren. Maldita diversidad.