LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
            



  Artículo publicado en el Diari de Girona  el día 10-12-2000

Han pasado 100 años desde la primera edición de “Die Traumdeutung”, tiempo suficiente para juzgarla y desde esta perspectiva temporal valorarla como una aportación crucial al conjunto de la clínica y al conocimiento del ser humano. Quando es preguntado Freud sobre cuáles habían sido sus grandes obras, muy humildemente manifiesta que la teoría sexual y la interpretación de los sueños, ya que en ellas quedaba plasmada la importancia del deseo del sujeto. Iniciaba un camino parecido al de Copérnico y Darwin poniendo en duda ciertas creencias narcisísticas muy enraizadas entre los racionales.
Al inicio del siglo, Freud estaba elaborando un nueva teoría, en cierta manera ya presente en la literatura, en la poesía, en la mitología, en el folclore, pero que hasta ahora no disfrutaba de una estructura donde basarse. Es en aquel momento un neurólogo que observa que el saber médico es insuficiente para abordar los problemas de la clínica, en especial de la histeria. Su “Eureka” tiene lugar después de interpretar el sueños de “La inyección de Irma” y es cuando le comenta a un amigo que posiblemente en el restaurante Bellevue de Viena, algún día colgará una placa donde diga: “Aquí le fue revelado al Dr. S. Freud el secreto de los sueños, el día 24 de junio de 1895”.
El libro es editado el 4 de noviembre de 1899, pero el editor le cambia la fecha por la de 1900. La obra es fruto de un verdadero esfuerzo y una vez acabada pasa inadvertida por la prense, debido a su poca cientificidad. Con el paso del tiempo es traducida a muchos idiomas. En España aparece en 1922. Hoy por hoy es de una lectura fresca para el neófito y de profundidad manifiesta para el especialista.
La “Traumdeutung”, es un recorrido por la mitología, por la obra de Shakespeare, Goethe, Heine, Sófocles… algunos habían tocado el tema de los sueños: Hildebrandt y Scherner, pero ninguno como él hizo que cristalizara en una sólida teoría. Se enfrentaba a los más recóndito del ser humano, hasta el  punto de afirmar que sería la vía regia para conectar con el inconsciente. Era su método y su vida, tal vez por ello escribe en la porta la frase de “La Eneida” de Virgilio: Flectere si nequeo Superos Acheronta movebo” (Si no puedo dominar los poderes superiores, moveré las regiones infernales). Lo que estaba rechazado por la mentalidad consciente se manifestaba en el mundo oculto del inconsciente, sólo faltaba un método de lectura.
 Tal y como le comunica a su amada Marta Bernays, él soñaba mucho. Estaba haciendo su autoanálisis, siempre ayudado por la correspondencia que mantenía con el otorrino Fliess, recientemente había muerto su padre y había fracasado en su teoría de la seducción, según la cual, sus pacientes le comunicaban que habían sido seducidas por sus progenitores. Años más tarde dijo: “Ya no creo más en mi histérica”. Era un momento, por tanto, clave en su elaboración teórica. Invitaba a todos los de su alrededor a que le aportaran sueños para recoger material, él mismo, su hija Anna, su nieto y especialmente sus pacientes, los cuales le comunicaban dentro de la asociación libre muchos de los sueños donde él encontraba parecido y conexión con los estados alucinatorios de los psicóticos.
El sueño no es nada más que una manifestación del insconsciente. Hay sueños inocentes, que tan solo quieren manifestar necesidades; otros, hacen servir los recursos más rebuscados que invitan a su lectura. Todos conocemos el sueño del Faraón interpretado por José, o aquel otro famoso que tiene lugar cuando Alejandro Magno, ante el sitio a la ciudad de Tiro, sueña con un sátiro. Angustiado por la intriga busca un intérprete que le dice: Sátiro quiere decir: -¡Ta Tir! (Tiro es tuya). ¡Adelante, Ataca!.
Freud observa que hay contenidos en la consciencia que por su carácter son vergonzosos, hostiles, sexuales, tal y como pasaba con los sentimientos de amor y de odio hacia los progenitores por parte de los niños que teoriza en el Complejo de Edipo. Por tanto, son rechazados, reprimidos, censurados. Pero el deseo no queda satisfecho y busca nuevas maneras de manifestarse y satisfacerse. Cuando dormimos, la censura se relaja y lo que no hemos podido conseguir durante la vigilia, se realiza en el sueños.
El proceso onírico nos dice que lo que no podemos satisfacer en la realidad, encuentra satisfacción mediante la pantalla alucinada de la  fantasía. En el sueño los que quieres se realiza, no necesita que te levantes y lo hagas. La pesadilla sería un fracaso, no se ha inventado la solución.
La realización del deseo no se hace como en la vida ordinaria, sino de forma disfrazada, por eso aparece como enigma, desconcertante, desprovisto de sentido. Hace servir las técnicas más precisas  de ocultamiento. La censura es especialista en los juegos de palabras, en la analogía, en el uso de los contrarios, en las contradicciones, pero en especial dos figuras claves, la metáfora como condensación y la metonimia como desplazamiento… El trabajo del sueño es la posibilidad de pasar del contenido manifiesto (lo que explica el soñador) al contenido latente (lo que esconde el inconsciente). Todo ello constituye la interpretación. Interpretar no consiste en dar explicación al simbolismo onírico, sino en escuchar atentamente la manera como explica cada persona su sueño, es decir, cómo pone en escena el guión que ha confeccionado. Por tanto es bueno alejarse de los manuales de recetas interpretativas basadas en referentes simbólicos. Lo que cuenta es el relato y las asociaciones a él ligadas. Lo que nos enseña su lectura es una pesadilla para el “Cogito, ergo sum” de Descartes. Del pienso, luego existo, al ¿Quién ha escrito esta noche, mientras dormía, el guión de un texto creado por mí, pero del cual soy ajeno?. “Pienso, luego soy pensado por mí”. Freud contribuye de esta manera a conocer que el inconsciente no es un depósito de pulsiones, un pozo de maldad, sino que su estructura es la del lenguaje, El inconsciente está estructurado como un lenguaje, que diría Jacques Lacan. Un saber sin sujeto en definitiva.
Han pasado cien años de posibilidad de lectura del deseo que han dejado de manifiesto cómo el inconsciente se expresa y cómo es sensible a la historia.



 

 
 
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