Fenomenología
Escribir sobre violencia es una manera y no
la peor para avanzar en su comprensión e incluso para interpretar su mensaje. Es
un hecho constatado, afirmar que es tan antigua como la humanidad y que
ahora, cuando nos revisamos con el paso del milenio su actualidad sigue
interrogando. El tiempo ha ido coleccionado sus manifestaciones hasta el punto
de medir la historia por hechos violentos: guerras, tratados, expulsión de los…,
conquista, reconquista, defenestración de…
Argumentos varios han intentado
frenar sus manifestaciones. La profilaxis desde la familia, el estado, la
educación parecen impotentes para contrarrestarla. Hoy está ahí como nuestro
patrimonio.
Una recolección
de datos de los años 90 informan sobre 14531 guerras en 5560 años, lo que
equivale a 2,6 por año; tan solo 10 de las 185 generaciones han vivido en paz
ininterrumpidamente. Datos para la aséptica estadística nos indican que en
España, en 1966 se cometieron 954 homicidios y 174 asesinatos. Hoy en enero del
2001 da escalofríos pensar tan solo en las agresiones dentro del hogar con
resultado de muerte. Su actualidad está evidenciada en las columnas de los
diarios, en las discusiones que promueven las mesas redondas o seminarios. Su
repertorio de manifestaciones se perfecciona. Podemos afirmar, sin
vanagloriarnos, que incluso en la guerra se mata sin ver al supuesto enemigo.
¿Acaso la tecnificación de la guerra no ha evitado el terrible cuerpo a cuerpo?.
Triste manera de humanizarnos.
Aprovechando unas jornadas sobre VIOLENCIA Y
SOCIEDAD que se celebraban en Girona, recogí información muy limitada en la
prensa nacional, centrándome en lo sesgado que puede ser la lectura de un solo
diario y en un sesgo temporal determinado:
-
Un juego de ordenador “Cruis world” que simula el recorrido que le costó la vida
a la Princesa Diana de Gales en el túnel del Alma, tiene mucho éxito (Vicente
Verdú, en El País del 29-11-1997).
- La película “En la línea de
fuego” pretende matar al Presidente no por venganza o conspiración, sino por el
mero hecho lúdico. Tengamos en la memoria los efectos de ciertos juegos de rol.
- Un artículo de Rosa Montero en El País: “Paquidermos”, 1997, narra
lo que hace una banda de elefantes jóvenes que está agrediendo a rinocerontes
africanos. Atacan como gamberros y los matan con los colmillos. No lo hacen con
animales más débiles, sino con alguno que se les parezca. Actúan en grupos. Se
trata de ejemplares huérfanos que han sido situados para acogimiento en el seno
de otras familias. ¡Qué paralelismo con los humanos!
- El sexo de la
violencia. La fascinación masculina por la violencia: “Buscando el sexo de la
violencia”, es el tema de un debate en la Universitat Autónoma de
Bellaterra, (Barcelona) sobre el comportamiento violento de los varones: La
Catedrática de ética Victòria Camps dice que “No hay demostración científica
de que al hombre le fascine la violencia”, aunque sí vivimos en una sociedad
violenta y el poder de ésta lo ejerce mayoritariamente el hombre.
- María
Pau Trianer, Teóloga, dice que en la Biblia el hombre está fascinado por la
violencia, pero cree que ésta no tiene sexo. Lo que es violento es la estructura
del patriarcado. En el Antiguo Testamento podemos observar a un Dios cargado de
violencia que en el Nuevo Testamento pasa a predicar el amor. La mujer, Eva, es
la madre de todas las desgracias, la provocadora, no la causante. En la Biblia
las mujeres que no pueden tener hijos son repudiadas.
- Roman Gubern,
Catedrático de Comunicación Audiovisual, concreta la violencia en grupos de
patología psicológica.
- Los preservativos acaban con el orden patriarcal,
manifiesta Milagros Rivera.
- Carmen Magallón, profesora de Historia, piensa
que el hombre es violento porque tiene miedo a la potencialidad de la mujer para
dar la vida. Algo similar es la respuesta que dan las feministas al
falocentrismo psicoanalítico, olvidando que no es cuestión de tenerlo o no
tenerlo, sino de que todos podemos perderlo. Freud fue criticado de misoginia.
Posiblemente de no haberlo sido la histeria continuaría ligada al útero.
-
Adela Cortina Catedrática de Filosofía Moral, opina que hoy se domina el mundo
con la economía, no con la fuerza y manifiesta que se tiene que sustituir la
violencia por el verdadero poder humano, el comunicativo.
Su fenomenología, lo más llamativo, sirve para impresionar, pero poco para
comprender el hecho agresivo.
El poder del Significante
Una amplia terminología viene a determinar el hecho violento
Agresión: Aggredi, agredior (latín), avanzar,
acercarse, dirigirse a alguien, atacarlo. En el siglo XVIII se emplea como
sinónimo de causar daño, como uso de la fuerza. Aquí, agresión viene significada
por un ataque no provocado, desconocemos si es un acto de defensa o quién es el
agente interno que motiva la agresión.
Agredir: De latín
aggredi, dirigirse a alguien, atacarle. (Joan Corominas, Breve diccionario
etimológico de la lengua castellana, 3ª ed., Ed. Gredos).
De la raíz
"gradi" (caminar) se derivan palabras como ingresar, congreso, progresista.
Agresivo:. Propenso a agredir físicamente. Acometedor, agrio,
violento, crudo. (María Moliner, Diccionario de uso del español,
Ed. Gredos).
Persona o animal que obra con agresividad. Implica
provocación o ataque (Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua
Española, Espasa Calpe.)
Agresividad: Se emplea con una
connotación diferente con relación al individuo sexual, trabajador, ejecutivo,
sádico… donante en cada caso de una valoración o no positiva.
Agresividad: Desde un punto de vista clínico, en la primera infancia,
es la actitud del sujeto que tiende o apunta a fragmentar el cuerpo de sus
semejantes, identificado con el suyo. (Fages, J.B., Para entender a
Lacan, Amorrortu ed.).
Agresividad: Tendencia o conjunto de
tendencias que se actualizan en conductas reales o fantasmáticas, dirigidas a
dañar a otro, a destruirlo, a contrariarlo, a humillarlo… el psicoanálisis ha
concedido una importancia… señalando que actúa precozmente en el desarrollo del
sujeto y subrayando su unión y desunión con la sexualidad. (J. Laplanche, J.B.
Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, ed. Labor)
Violencia:
Utilización de la fuerza en cualquier operación.
Violento: Acto que
se hace con brusquedad. Estar fuera de su natural estado (Julio Casares,
Diccionario ideológico de la lengua española). Definición de aspecto
moral, ya que supone un estado ideal del sujeto.
Hay una violencia sujeta al
lenguaje que se expresa en forma de:
Calumnia: Acusación falsa o
maliciosa. Atribuir palabras o actos deshonrosos.
Injuria: Ofensa,
insulto grave con palabras o hechos injustos.
Insulto: Ofensa con
palabras agresivas. Insultar con la palabra. (María Moliner,
Diccionario de uso del español, op. cit.).
Infamia: Dicho
infame, mala fama o descrédito. Ofender.
Hostilidad: Poco acogedor.
MODELOS EXPLICATIVOS
Un recorrido por los manuales clásicos sobre el tema intenta dar razón desde
diferentes ópticas, a veces sin diferenciar claramente lo que nos separa del
reino animal. Bandura y Walters siguiendo el modelo psicológico, dan importancia
a los primeros años de vida. Estudian la adquisición de controles internos y de
los procesos de identificación con los padres. Vienen a decir que de padres
agresivos se derivan hijos imitadores de la agresión. Los agresivos tienen un
desarrollo defectuoso de la conciencia y sentimiento de culpa debido a una mala
internalización de las prohibiciones, problemática identificación con los padres
más que con las madres. Proponen la teoría del aprendizaje social, como
reforzamiento de conductas agresivas.
Este modelo de aprendizaje cae por su
propio peso. La experiencia nos demuestra que de padres permisivos surgen con
tanta vehemencia sujetos descontrolados, posiblemente por la falta de referencia
estructural con respecto a la ley. Observemos si no la multiplicidad de casos de
sujetos procedentes de familias acomodadas.
Los modelos etológicos parten de
teorías instintivas como algo condicionado filogenéticamente. Sus fuentes son
darwinistas. Pero, el biologismo no puede dar respuesta a las conductas
sociales. Los animales son seres biológicos, los humanos estamos sujetos al
lenguaje. No se pueden aplicar analogías orgánicas a las ciencias sociales. Ello
no ha evitado que se haya intentado buscar razón a la segregación en conceptos
darwinistas. Ya lo intentaron otros que se empecinaron en buscar razones en la
frenopatía (Gall), en la anatomopatología como hiciera Bayle con la PGP, incluso
en la neurobiología como pretensión del control físico de la mente.
Al decir
que estamos sujetos al lenguaje queremos expresar que la psicología o la
lingüística no tratan de un sujeto real; ante tal falta se busca el refugio en
la biología o la etología. La íntima conexión cuerpo mente nos indica que las
necesidades instintivas biológicas tienen su origen en el cuerpo y se
manifiestan en la mente buscando tal vez una satisfacción. El sujeto que agrede
contra sí mismo o contra el semejante es algo más que biología.
Sabemos que la conducta (no el comportamiento que es más animal) es
una reacción específicamente humana basada en supuestos como la
inteligencia, la voluntad, el carácter, los valores y principios éticos (son
estos últimos los que controlan y dan valor a la conducta o los actos), tan solo
falta saber mediante qué causa y mecanismo han surgido.
Por ello los
etólogos dan una importancia clave a las cuestiones morales y éticas:
Sorel
dice que la violencia cumple la única función creadora de la historia.
Konrad Lorenz, nos comenta la pulsión de agresión de los animales,
manifestando que es innata, sin conexión con el mal y con una función de
conservación (selección, territorio, orden jerárquico…)
Nico Tinbergen
manifiesta que el hombre no tiene barreras instintivas naturales que le impidan
como al resto de los animales matar a sus compañeros. Por tanto la agresividad
sería un síntoma.
En otra dimensión están los modelos ambientalistas de
Adler, quien opina que el niño en su lucha por la satisfacción es
agresivo. La pulsión agresiva sería causada por la pulsión primaria y su intento
de satisfacción. Reich piensa que la destructividad es una cuestión de
cultura y la agresión estaría al servicio de la satisfacción vital.
Fromm,
comenta que en les pinturas rupestres no hay manifestaciones de violencia. Y
agrega que “tan solo el hombre puede ser destructivo más allá de la finalidad
de defenderse o de obtener lo que necesita”.
La hipótesis frustración –
agresión, de la Escuela de Yale, expone que la agresión siempre implica la
existencia de una frustración y ésta a algún tipo de agresión. Marcuse
culpabiliza más a la sociedad que al sujeto; acusa a la sociedad de la
opulencia. Por ello piensa que ha habido una disminución en la edad de
manifestación.
Desde el punto de vista del existencialismo Rollo May se
expresa en términos de necesidad del ser humano de refugiarse en movimientos
grupales, unidos por ideales políticos, religiosos o intelectuales…, que dan
sentido a su existencia. Estos argumentos aglutinadores están en déficit en la
actualidad .
"Estamos asistiendo al final de una larga etapa de la humanidad que se inicia en el renacimiento y agoniza en nuestro mundo actual (..) que obligará al hombre a buscar nuevos cauces espirituales e intelectuales para superar su crisis de crecimiento". (2)
No es la agresión en su aspecto de relación social el motivo del presente recorrido sino su concreción en la esfera de la clínica. A tal efecto bueno es comenzar por:
El modelo pulsional
Comúnmente se habla de una agresividad dirigida al exterior en el sentido de hostilidad. Posiblemente respondería a una acción al servicio de la conservación, supervivencia, autoafirmación existencial, si queremos. Ello implica un grado de destrucción, humillación, opresión a través de actos, palabras, ironías, chistes… dirigidos al otro y que en ciertos momentos, en forma externa puede llegar a la violencia.
Hay una violencia dirigida al interior, contra el propio sujeto que se
manifiesta en una amplia sintomatología, ya sea en forma de autorreproches,
sentimientos, de culpa, severidad del superyó, suicidio, depresión, melancolía,
anorexia…, patologías del acto que hoy proliferan sobre las patologías de las
ideas y que al recaer sobre nosotros mismos nos cuestiona y conduce a un más
allá del principio del placer. Analicemos sus causas.
Tres fechas son claves
en el desarrollo freudiano del modelo pulsional basado en el dualismo:
1905.- Pulsión sexual. Pulsión del yo
1914.- Libido narcisista. Libido
objetal
1920.- Libido objetal. Libido narcisista. Pulsiones de vida: Eros.
Pulsiones de muerte: Tánatos asociado a agresividad.
Agresividad unida a la sexualidad y la libido
Hacia 1905 aparece la palabra “trieb” (pulsión) en Tres
ensayos…, donde lo primero que resalta es que la sexualidad no se remite a
la necesidad biológica. Freud elabora en su investigación sobre las causas
etiológicas de las neurosis un modelo especulativo que básicamente se basa en un
dualismo pulsional. Inicialmente, su primer modelo presenta las pulsiones de
conservación y las pulsiones sexuales, hacia los años 20 será sustituido
por un nuevo modelo que presentaba las pulsiones de vida versus la pulsión de
muerte (hay quien atribuye su origen al hecho de vivir la Gran Guerra).
Este
primer modelo da cuenta de la génesis sexual y la correspondiente erotización
del cuerpo motivado por la dependencia inicial materna (amor anaclítico, de
apoyo “Anlehnung”). Las partes de su cuerpo, las partes biológicas son
erogenizadas (la sexualidad en los bordes del cuerpo. La boca que sirve para
comer también es zona erógena. Igual la zona anal). La libido es la energía
misma del deseo sexual: puro instinto de vida inmortal irreprimible, que se
deposita en el yo en forma de cuerpo sexuado: Lo que conocemos por Goce.
Existen pulsiones sexuales y otras, las de conservación o yoicas. Sabemos
que son opuestas; pero ¿por qué se oponen?. Las pulsiones sexuales pasan por el
filtro cultural, son sojuzgadas por la cultura. El yo no deja de ser un producto
de tales representaciones. Es el efecto regularizador de la cultura sobre el
sexo motivado porque la sexualidad es peligrosa y ha de regularse. En 1914
la oposición libido objetal – libido del yo, hace que la teoría de las pulsiones
se venga abajo. Existía un vacío: la relación del narcisismo con la agresividad.
Efectivamente las observaciones clínicas le indican que hay componentes
agresivos en el seno de las tendencias eróticas. El odio “Hass” siempre
aparece con el amor. Se trata de la ambivalencia afectiva. En 1920 en su texto
sobre Narcisismo, no habla de agresión ni de destrucción.
Hay una relación
del narcisismo con la agresividad. En "Las pulsiones y sus
destinos" en 1915, manifiesta que siempre aparecen juntos el odio y el
amor. El yo percibe como hostiles las partes del mundo que no puede incorporar.
Dentro de su astucia, hace suyo todo lo que su narcisismo le permite en el tira
y afloja con las exigencias del placer. Percibe como hostil la realidad que le
es extraña. El residuo no incorporado es odiado. Así el caso de la melancolía
donde el sujeto no soporta la pérdida debido a que por identificación
narcisística ese otro es uno mismo.
Similar el odio entre pueblos
donde parece ser que el prójimo es un peligro para el yo. Hecho que dejó
reflejado Freud con sus ideas del narcisismo de las pequeñas diferencias,
otros han preferido hablar del peligro del borramiento de las singularidades y
su reacción en nacionalismos, sectarismos…
Was will das weib?. (¿Qué quiere la mujer?). Merece atención especial
el tema de la agresividad de la mujer ligada al padre que aparece en El tabú
de la virginidad (1917). Freud se pregunta por qué la mujer es un ser hostil
y extraño. Para él la agresividad femenina es una pesada carga que la encadena a
la madre, hostilidad difícil de aislar en el sujeto femenino. Por el contrario
la hostilidad masculina encuentra en el padre un referente y un punto hacia
donde dirigirla, hecho este que siguiendo a Freud derivaría en la
heterosexualidad. Si la niña siguiera el ejemplo del niño (hostilidad hacia el
padre) entronizaría en un Edipo homosexual, aumentando el temor a la devoración
materna típico de la histeria y paranoia femenina, donde la hostilidad entre
madre e hija es patente.
La realización de la mujer (continúa Freud) del
amor objetal completo, sólo puede ser observada en el amor de la madre por su
hijo.
Agresividad cruel y arcaica. Deseo canibalístico.
En Tres ensayos…” presenta a la agresividad junto a la sexualidad y la
libido. Agresividad como crueldad arcaica, reliquia del canibalismo, ligada a la
oralidad y analidad (pasividad – actividad).
Anna Freud (3). Dice que el
instinto agresivo es una apetencia primaria. Manifestaciones claras las
encuentra en la fase oral, el sadismo oral, la incorporación oral. El sadismo
anal, elabora sujetos tercos y dominantes.
La fase fálica determina
características como la virilidad, la temeridad, la protección… Para ella, en
cualquier caso las fuerzas agresivas están al servicio de la autoconservación.
Demostración de la presencia de apetencias sexuales y agresivas en la infancia.
Relacionar frustración con agresividad, supondría que un sujeto educado al
abrigo y resguardado de la frustración no manifestaría actitudes agresivas.
¿Estamos en condiciones de asegurar que este individuo no sería agresivo?. No
sería de extrañar que el componente agresivo se canalizara hacia él mismo o que
le faltara energía para la vida.
En la evacuación de niños durante los
raids aéreos (1939-1945), el gobierno británico les enviaba con el
consentimiento de los padres hacia hogares sustitutos. Eran niños en edad
escolar y preescolar, que eran recogidos por extraños, solteros, casados,
enfermeros, profesores. Lo que se esperaba como fruto de esta protección se
transformó en sujetos insaciables, destructivos con los juguetes, crueles con
los animales, con los más débiles, interesados en los excrementos, se chupaban
los dedos, se masturbaban, se interesaban por los otros cuerpos. Estos datos
resultaron tan estremecedores que se guardaron de comunicarlos a la opinión
pública, quedando como datos para los especialistas.
Posiblemente una
protección excesiva, una relación que motivada por las circunstancias fuera
demasiado protectora y en demasía aséptica puede hacer que se desencadenen
justamente los efectos que se quieren evitar. De todos es sabido la reacción
ante la permisividad en el campo familiar, social, educativo…
Algunas
experiencias como la de Summerhill, paradigmas de la educación en libertad no
dejaron resultados de sus educandos cuando llegaron a adultos.
La
agresividad en el componente agresión - frustración de los niños contra los
padres debido a frustraciones (Versagungen) y privaciones
(Entbehrungen) no tiene significación. Las frustraciones lo son sobre
exigencias libidinales. Esto sí produce agresión. Se trata de la relación del
niño con sus objetos libidinales. Así entendida la frustración es la ruptura de
una promesa de los padres que la ofrecen para luego prohibirla. Nos referimos al
incesto y al nacimiento del superyó del que más tarde hablaremos.
El chiste sirve al servicio de los impulsos hostiles expresado a
través de significantes. Sabemos que la palabra dice más de lo que una simple
lectura capta. Hasta el punto por ejemplo que el doble sentido de la misma es
traicionero para el emisor: Actos fallidos, lapsus linguae, lapsus
talamis…escapes donde los haya a través de los cuales se delata nuestro odio,
rechazo, amor… Agresión verbal y física son equivalentes. Una contiene a la otra
porque generalmente el que agrede verbalmente sabe que también puede hacerlo
físicamente. Hay dialéctica en la agresión, sabemos que entra en juego el
sistema significante, las palabras, los gestos…
La carga libidinal de la
palabra invita al chiste, a los eufemismos que canalizan la agresividad: La
muerte es diñarla, fiambre, palmarla. La recurrencia del chiste al desprecio:
viejo, gordo, borracho. La ofensa a los colectivos marginales…
En cualquier
caso el chiste contribuye a la recuperación del goce mediante una perífrasis.
Heinrich Heine se permitía una licencia poética al afirmar:
“Mis
deseos son: una modesta choza, un techo de paja; pero buena cama, buena mesa…
flores…árboles hermosos ante la puerta, y si el buen Dios quiere hacerme
completamente feliz, me concederá la alegría de ver colgados de estos árboles a
unos seis o siete de mis enemigos. Clon el corazón enternecido les perdonaré
antes de su muerte todas las inquiedades que me hicieron sufrir en vida. Es
cierto: se debe perdonar a los enemigos, pero no antes de su ejecución.”(4)
Frase donde se conjugan la entelequia del amor y el odio.
Lacan da un enfoque especial al tema clínico a través del recorrido por la
agresividad, el transitivismo, y los celos, todo para detenerse en su
estadio del espejo. Lo que Lacan pretende con el estadio del espejo es llegar a
un antes del yo que sirva para comprender nuestra diferente actitud con
respecto al mundo animal, para como en el caso que nos ocupa, entender la
agresividad como un más allá de la lucha biológica y los preceptos etológicos.
Las investigaciones llevadas a cabo por Charlotte Bühler, Elsa Köhler y la
Escuela de Chicago y las realizadas por Wallon sirvieron de base para el
conocimiento de cómo se estructura el yo del sujeto (5)
Pasar del
autoerotismo (el autoerotismo, sin el eros es el autismo) a la relación de
objeto, requiere de la constitución del yo.
AUTOEROTISMO - NARCISISMO (constitución del yo) - RELACIÓN DE OBJETO
Es propio del Autoerotismo la gresividad contra el propio cuerpo (golpes,
balanceo). Es necesario que la agresividad se aparte del propio cuerpo, fuera de
la autodestrucción y se encamine hacia los objetos.
Lacan hace
intervenir diversos componentes como son la agresividad, los celos infantiles,
el complejo fraterno y el transitivismo. Una vez trabajados los abandona para ir
más allá con su estadio del espejo.
.
"Vi con mis propios ojos,
(dice San Agustín), y observé bien a un párvulo presa de los celos, aún no
podía hablar y no podía sin palidecer fijar su mirada en el espectáculo amargo
de su hermano de leche." (6)
No se trata de la pérdida por robo o por ofrecimiento del pecho materno, sino
de una “identificación mental” que tiende a manifestarse en forma de
celos.
Al nacer surgen los primeros momentos agresivos, la envidia al
hermano, al padre que comparte la madre. El sujeto debe aprender a obedecer. Si
se rebela los padres dirán que la agresión es innata. Cabe preguntar quién ha
dictado primero la ley.
El transitivismo da cuenta de los procesos de
identificación, de los celos y de la simpatía. Fácilmente podemos recordar que
cuando observamos la evolución del lenguaje de los pequeños, al dirigirse al
adulto emplean el artículo “él” para referirse a sí mismo:
- El niño
quiere. - Juanito quiere…en lugar del típico: - Yo quiero. Aparece
antes la tercera persona que la primera.
"Si se deja a niños de entre seis meses y dos años confrontados por parejas y sin tercero, y abandonados a su espontaneidad lúdica, se puede constatar el hecho siguiente: entre los niños puestos así en presencia aparecen reacciones diversas en las cuales parece manifestarse una comunicación".(7)
Pega y dice que le han pegado, ve caer a los otros y llora él según nos
narra Charlotte Bülher. No es un conflicto entre sujetos, sino dentro de cada
sujeto. Es a través de lo que le devuelve la imagen del otro que el infans se
estructura. Ya sabemos por el estadio del espejo que ante tal artificio el
sujeto ve su imagen como si fuera él mismo: es dual, confusión entre sí mismo y
el otro que es él mismo (alienante). Así es la primera relación con la madre:
Dónde empieza ella y dónde acabo yo; es un hecho de indiferenciación.
El
espejo constituye el advenimiento de una unidad, de una subjetividad
cinestésica. Es anterior a la constitución del yo, es necesario para que el
humano se humanice, para pasar de su Innenwelt (interior) al
Umwelt (lo que nos rodea). Rasgos del orden de lo imaginario. Este
imaginario pretende a toda costa una totalidad, la busca porque pensarse
atomizado, es angustioso, es necesario integrar todas las partes que nos forman.
Sabemos de los esquizofrénicos que tienen órganos pero no saben dónde
colocarlos unificados como cuerpo, como totalidad. Por tanto la imagen del
otro es generadora del yo, se reconoce en el espejo y comprende que los
movimientos son suyos, su realidad es doble. El artificio del espejo
dejará paso a los semejantes.
“El deseo del hombre encuentra su sentido en el deseo del otro, no tanto porque el otro posea las claves del objeto deseado, como por el hecho de que su primer objeto es ser reconocido por el otro”. (8)
Violencia de uno y violencia de dos. ¿Es necesario que exista un yo `para
agredir a otro?. Recordemos la definición de agresividad en clínica:
En la
primera infancia es la actitud del sujeto que tiende o apunta a fragmentar el
cuerpo de sus semejantes identificado con el suyo. Situado un niño junto con
otro tiende a dominarlo, les agrede, imita, juega a decapitarlos, los
descuartiza.
El mensaje que lleva implícito la agresividad es el hecho de
que el yo del otro y mi propio yo no están separados por los propios sujetos,
más allá el otro es un yo para mí mismo. Por tanto la unidad del otro indica mi
división. Hechos que se verán reflejados en el caso Aimée
La agresión no
tiene nada que ver con las tendencias a la conservación. El yo odia porque
persigue el objeto, más allá de que este objeto le signifique una frustración de
la satisfacción sexual o de necesidades de conservación.
La clínica se hace
eco de que el neurótico fantasea lo que el perverso actúa. Sabemos que la
agresión necesita del objeto que permite la satisfacción, bien sea explotándolo
laboralmente, abusando sexualmente, humillándolo o matándolo. Hay otras
modalidades más culturizadas que nos recuerdan la pulsión de muerte.
La
crueldad humana “delante de la cual los mismos animales carniceros dan un
paso atrás horrorizados”(9) . Porque si bien sabemos que los niños juegan a
juegos mortíferos, los pintores llenan sus cuadros de cuerpos desmembrados como
Hieronimus Bosch. Incluso la expresividad de Picasso en sus pinturas se basaba
en desproporciones y deformaciones. Qué decir del Guernica que nos
recuerda la universalidad de la guerra y los groseramente llamados efectos
colaterales. Son los efectos de la presencia de la pulsión de muerte que Freud
presenta en El malestar de la cultura (p. 3051) "Ubicuidad de las
tendencias agresivas y destructivas".
Van Gogh y sus sillas son
representaciones del recuerdo de la separación de su padre. No le perdonó nunca
este hecho. En una discusión con Gauguin esta agresividad se vuelve contra su
amigo. El deseo de matar se expresa en las sillas vacías (simbolismo) que
personifica la muerte. Recordemos que el pintor llevaba el nombre de un
primogénito ya muerto. Así portaba el significante de la muerte.
Las
fantasías de desmembración tienen un sentido solo en la expresividad humana. La
crueldad en estas manifestaciones como en otras implica racionalidad,
comunicación, expresión, requiere de la presencia del otro, del que mira, o del
agredido, de su reconocimiento como semejante.
Pero esta presencia a
veces es muy sutil. En la música clásica (no ya en el rock) es delatante.
La marcha militar, precursoras del combate, los himnos como el del legionario:
“soy el novio de la muerte” son claros. Pero, qué decir del Saúl de
Háendel, la Sinfonía heroica de Beethoven, las pasiones de Verdi, donde
morían las heroínas de forma trágica, La Cuarta sinfonía de Mahler, la Sinfonía
fantástica de Berlioz, con su Dies irae dramático, La Consagración de la
primavera de Stravinsky donde una virgen danza hasta la muerte.
Agresividad y clínica del SUPERYÓ
¿Qué observamos en la clínica?.
Es en la clínica donde asistimos a la ingente variedad de conductas
autopunitivas que van más allá del supuesto y esperado principio del placer. La
presencia del suicidio como violencia más radical, es irreflexiva, cuestiona la
norma personal. Las autoagresiones de los autistas y psicóticos. La nihilidad de
la melancolía y sus reproches, la abulia del depresivo…
En el superyó reina entonces el instinto de muerte, que consigue, con frecuencia, llevar a la muerte al yo” (10)
El superyó pone en jaque la discusión de si el ser humano es bueno o malo por
naturaleza o por educación. Recordemos que Rousseau proponía la “tabula
rasa” como principio que vendría a pervertirse por efecto social. El hombre
era bueno por naturaleza. Por el contrario este hombre que Freud –para algunos-
hereda de Nietzche no es tan bueno, la diferencia está en que esta
falta de bondad no es impulso hostil al otro, sino punición contra sí mismo.
Partamos del: “desea lo absoluto, a lo cual deberás renunciar porque
te está prohibido y es peligroso”, frase que parece tomada de Schreber padre en
su manual de pedagogía de las buenas costumbres, donde proponía después de
enseñar la golosina, el arte de la renuncia. El superyó nace de una renuncia
provocada por la prohibición de realizar el deseo incestuoso que acabará
transformándose en el yo del sujeto en un conjunto de normas morales y
prohibiciones dirigidas a él mismo (No entraré en digresiones teóricas sobre un
superyó anterior al Edipo propuesto por M.Klein). Esta herencia es el resto
resultante del Complejo de Edipo. Es así una huella psíquica, una oposición
entre la ley prohibitiva y lo prohibido: el incesto. No es que la ley prohiba
desear, a lo que hay que renunciar es a la plena satisfacción que denominamos
goce. Para evitar el dolor de la castración, que no es otra cosa que el goce
trágico del incesto, el sujeto niño tiene que asumir psíquicamente la ley, pero
mientras una parte del yo se identifica con la figura paterna iterdictora
(Superyó), la otra continúa deseando: “Desea lo absoluto, (mantén
el deseo) a lo cual deberás renunciar (Goce) porque te está prohibido
y es peligroso (tragedia, desmembración, anulación como sujeto)”.
Este
es el superyó como modelo ideal, regulador, crítico juez social, es el más
conocido, pero no el más importante en clínica. Hay otro superyó que subvierte
la supuesta bondad, la supuesta tendencia del ser humano hacia el placer, el
bienestar, es el causante dentro de nosotros de las acciones más reprobables que
tienen su representación en el suicidio, la violencia sin justificación propia
de la defensa.
El sujeto del que imaginariamente se espera la felicidad es
esclavo del superyó y es presa de sus vicisitudes. Por tanto no hay
norma social sino goce absoluto, superación de límites, recuperar el goce
perdido..
“El superyó, abogado del mundo interior, o sea, del ello, se
opone al yo, verdadero representante del mundo exterior o de la realidad”.
(11)
Se trata de un superyó inconsciente que invita al más allá: - ¡Goza!. El
superyó es el imperativo del goce ¡Goza!; imperativo siempre fracasado. (12)
Y el sujeto obedece más allá de la norma que se espera de él. En él reina
una pura cultura de la pulsión de muerte. Así se personifica en deseos homicidas
y suicidios, en autorreproches melancólicos, en castigos como las paranoias
autopunitivas. En cualquiera de sus manifestaciones siempre hay un yo que sufre
el síntoma y un sujeto Otro que goza del sufrimiento.
Es común su
manifiestación en la dirección de la cura al encontrarnos con la paradoja del
“empeorar al mejorar”, el fracaso, la reacción terapéutica negativa. No
se trata como algunos suponen de una transferencia negativa, ni de una respuesta
de odio a los intentos por parte del analista de dirigir la vida del analizante.
Hablamos del momento donde los haya de la presencia del castigo y el sufrimiento
como goce superyoico. Especialmente cuando el progreso de la cura se acerca al
hecho de la castración, aparece el masoquismo con los emblemas de la pulsión de
muerte. A partir de este momento se presentificará la compulsión a la
repetición. Puede sonar paradójico, pero el sujeto no quiere correr el riesgo de
curarse.
“Los sufrimientos de la neurosis y de la psicosis son para nosotros la escuela de las pasiones del alma” (13)
Cuando los impulsos agresivos no están en paz psíquica con los sexuales,
veremos sus manifestaciones en tendencias destructivas hacia fuera, pero también
introyectadas en forma de somatizaciones, autocrítica, culpa, depresión o
suicidio. Sabemos que la conducta suicida es una agresividad contra sí mismo.
Manifestaciones encubiertas en toxicomanías, accidentes, descargas psicomotoras
en la onicofagia (como satisfacción autoerótica), suicidios falsos en histerias…
La depresión no deja de ser un hecho autoagresivo motivado por la pérdida
del objeto amado del cual ya no puede obtener ni dar amor. Deprimiéndose
destruye esa parte de su yo que ocupa el objeto perdido e introyectado.
Pero
mientras que el depresivo al contrario que el paranoico, asume e interioriza la
agresividad y la culpa. La patología paranoide se manifiesta en reivindicación,
celos, erotomanía (sobrevaloración del propio yo), al contrario que el
neurótico, proyecta la culpa de forma moral en críticas y de forma física en
agresiones y homicidios.
El Caso Aimée presentado por J. Lacan, (14), se
apoya en la noción freudiana de “elección de objeto narcisista”
Aimée
es de origen campesino, vivía en París separada de su marido e hijo. Una
personalidad difícil y testaruda. Trabajaba de oficinista eficiente y estudiaba
a la vez cursos de bachillerato que nunca acababa, aunque le dedicara infinidad
de tiempo con la consecuente pérdida de contacto social.
En un momento
determinado, cuando va a ver a su hijo, se presenta ante la salida de artistas
en busca de una actriz muy conocida. Según manifestó la actriz, preguntó por
ella y cambiando el rostro sacó un cuchillo y hiere a la víctima que intenta
parar el golpe.
Su reacción cuando es conducida a prisión consiste en llorar
y reconocer que estaba loca. Es internada y tratada por Lacan: Este manifiesta
que la enferma buscaba una respuesta social castigadora, en realidad buscaba
castigarse a sí misma. Después del castigo el delirio cesa y adquiere la
convicción de su locura.
La libido había quedado fijada a la imagen de su
hermana. Esto quiere decir que era gracias a su hermana que se constituía su yo.
Este objeto, la hermana, integra, estructurada, le devolvía a ella su
atomización, era a la vez invasor y persecutorio. Por tanto su reacción agresiva
es una reacción defensiva ante la llegada de un objeto adorado pero invasor.
Narcisismo y agresividad corren paralelos. Si destruía aquella imagen la tensión
disminuiría y la libido volvería a su yo. Ante la imagen del perseguidor se
negaba ella. Lo significante de una “vedette” es que encarna personajes
de ficción, teatrales, llenos de personajes, algo llamativo para un yo deseante
de identificación.
Se recupera por el camino de la autopunición, de la
culpabilidad, algo que posibilite manifestar ante el mundo: - ¡Soy yo!
Así nace el superyó, hecho con palabras, así es como el sujeto buscará
impulsos agresivos (destruir al otro) y necesidad de realizar actos
extravagantes e importantes (conservarlo como testimonio). Cuando el sujeto no
se satisface volviendo hacia el exterior los impulsos agresivos, estos se giran
contra él mismo, agravando al severidad del superyó.
Un caso de severidad
superyoica lo encontramos en la neurosis melancolizada de Cristobal Haizman y su
trato con el diablo ante la imposibilidad de pintar.
“El hombre de las
ratas”, era castigado por su padre fustigándole, le insultaba, pero al
desconocer palabras insultantes, él decía: lámpara, toalla, plato…, ante tal
retahíla de insensateces el padre exclamó: “Este chicho será un gran hombre o
un gran criminal”
Un estudiante de Bonn, hizo callar y llorar en una
ocasión a una verdulera que le insultaba, con tan solo los nombres de las letras
del alfabeto griego y hebreo:
"- ¡ Eres una alfa, eres una beta !”
(15)
CULTURALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA
"El malestar en la
cultura"
En 1915 en Consideraciones de actualidad sobre la guerra y
la muerte, Freud nos propone una alternativa: “Si vis pacem para
bellum”, “Si vis vitam para mortem”, en ella se refleja el dualismo
pulsional. No obstante es necesario aclarar que Eros no es lo contrario a
Thánatos, sino su asociado, como el odio lo es al amor: odioenamoramiento.
Tampoco se trata de una reminiscencia platónica. Freud no considera a Thánatos
como uno de los aspectos del dualismo platónico.
En El malestar de la cultura (1929) [1930], Freud nos propone el
binomio cultura- prohibición. La cultura ha nacido como reacción, como
necesidad al problema de la violencia, ello no evita que a la vez sea su
generadora.
“Kultur” (civilización) es el punto que nos diferencia de
los animales y se define como un conjunto de obras y organizaciones. Pretende
proteger al hombre contra la naturaleza y reglamentar sus relaciones. Nacer
hombre o mujer, es una cuestión biológica, mientras que el sentirse humano
pertenece a lo cultural. Por ello podemos afirmar que el hecho cultural produce
efectos sobre la vida, la existencia o la muerte.
El sujeto humano
para dar sentido a su existencia necesita de las muletas de la religión, del
arte, del lenguaje, ética, economía, política… pero si observamos estas
manifestaciones, todas suponen una renuncia al goce.
La pregunta que todos
se formulan es ¿por qué no optar por la felicidad si es más fácil y menos
doloroso?. ¿ Por qué la existencia de esa dimensión extraña al principio
del placer?. Sabemos que la civilización quiere decir renuncia al goce. Sabemos
que esto ocurre porque la sexualidad es perturbadora. Las pulsiones destruyen y
dividen al sujeto. Por ello podemos afirmar que la responsable de la neurosis es
la actitud moral frente a la sexualidad. Siguiendo a Freud en esta obra crucial,
expone que el plan de la creación no incluye el propósito de que el hombre sea
feliz. Siempre estamos sujetos a la amenaza del sufrimiento.
¿Qué nos indica
todo lo anterior?. Que hay algo indomable en nuestra naturaleza que no es otra
cosa que nuestra constitución psíquica: La civilización tiene la culpa. La
cultura reposa sobre la renuncia de las satisfacciones pulsionales. Todos los
síntomas, el orden social, la religión, el arte la ciencia son el retorno
deformado de lo reprimido. (nota pie de página El yo y el ello, 1920.
Dice Freud, citando a Morgan, que las sociedades con elevado nivel de
civilización (las occidentales) son por consiguiente las que más coerción
imponen y son exclusivamente monógamas. La cultura impone barreras, sacrificios.
En Moral sexual y nerviosidad modern (1908) dice Freud que entre las
disposiciones del hombre está la agresividad. El prójimo se presenta como
colaborador, objeto sexual, pero también para satisfacer la agresividad, la
capacidad de trabajos sin retribución, aprovecharse sexualmente, sin
consentimiento, disfrutar de sus bienes, decidir sobre su vida.
Hay una
relación entre progreso y malestar. Siempre que hay una relación, una
transformación de lo real se produce un resto. El mismo avance de la ciencia,
deja residuos no digeribles bien sean orgánicos o éticos: drogas, racismo,
segregación, separatismos…
Este resto será origen y causa de una búsqueda
eterna por parte del sujeto como intento de complemento que le falta. La falta
es necesaria para que haya deseo. La angustia es el momento en que falta la
falta.
...Si el hombre pudiera satisfacerse estaría privado de algo más
importante que el placer y que es la contrapartida de la insatisfacción: la
simbolización. El deseo da que hablar en cuanto es demanda insaciable.(16)
Hubo un primer momento en el que el ser humano tuvo que resignarse y poner
límite a sus impulsos. Origen de la cultura, base de la ley que regula las
relaciones y pone límites a las pasiones: odios, violencia, sexualidad.
El mito
Lévy-Strauss piensa en la prohibición del
incesto como el paso de la naturaleza a la cultura, como transmisión por código
cultural. “El incesto es antisocial, y la cultura consiste en la progresiva
renuncia al mismo. Lo opuesto es el “superhombre” (17)
Con Tótem y Tabú,
el mito más moderno, Freud nos dice que al principio fue la agresividad, el
odio, la envidia, los celos. El padre primitivo único poseedor de todas las
mujeres debe ser eliminado. Así ocurre, pero lo que no esperaban es que una vez
muerto su efecto fuera mayor que en vida. El parricidio está en los albores de
lo cultural y con su acto instaura una ley prohibitiva, limitadora del goce. En
Tótem y Tabú el parricidio crea ley y lo que es prohibido por el padre, se lo
prohiben los hijos.
El antropólogo, historiador y crítico literario René
Girad (Avignon, 1923) en su obra “La violence et le sacre”, es de la
opinión de que toda unión de los hombres nace no del contrato, sino del
asesinato de una víctima por un colectivo: El chivo expiatorio. Un padre
muy particular.
El padre es la raiz del sentido, del árbol cultural. Su
necesidad es manifiesta. Su imagen en vida, su presencia en el discurso materno
hace de él el símbolo de la ley y de la cultura. Cuando el hijo no puede volver
su agresividad contra el padre por la falla de la función paterna, se vuelve la
agresividad contra sí mismo (masoquismo) o contra la sociedad que actuará de
organismo represor. Recordemos que el superyó y el masoquismo son fieles
embajadores de la pulsión de muerte. Inicialmente se niega al padre, a la
familia, después se pasa a delinquir como manera de negar los valores sociales.
Si no hay padre, no hay enfrentamiento, no hay represión. Si no hay padre se
actúa. Podemos afirmar que la educación ha sido monopolio del hombre hasta el
siglo XIX. A partir de entonces ha existido cierto grado de feminización
cultural que ha generado un grado más elevado de rebeldía. Hoy la autoridad
paterna está alterada (por defecto o por exceso). Lo que ello puede provocar
debe hacer que la clínica dé respuesta a la subjetividad de cada época.
Al hablar de función paterna estamos lejos de limitarnos al tema de
satisfacer las necesidades. Los padres que dan mucho a sus hijos son
frecuentemente los que menos aman. Sus regalos son la compensación a
la falta de amor. Los hijos demasiado amados, alimentados en demasía tienen
pocas posibilidades de denunciar. Antes de formular un deseo es taponado con
exceso de amor y alimento. Este exceso es una forma refinada de sadismo
parental.
El padre de tótem y tabú es el padre fundamental, el representante
de la ley el que ha puesto freno a los impulsos, permitiendo con su muerte que
el hombre pasara del comportamiento animal al humano. El sujeto debe de
enfrentarse a las prohibiciones. Estas serán generadoras de culpabilidad. Como
los sentimientos de culpabilidad de los hermanos parricidas del mito.
Enfrentarse a las prohibiciones rememora el sentimiento hostil hacia el padre.
A través del Complejo de Edipo, el sujeto interiorizará los sentimientos
agresivos en el superyó. Todo, por consiguiente, se basa en la coerción, la
restricción pulsional. La sublimación, una de las posibles salidas consiste en
la negación o el abandono de las pulsiones más primitivas que se orientarán
hacia finalidades más sociales: simbolización.
Podemos recurrir a la
tragedia griega, fuente freudiana clara al respecto. El oráculo avisa a Layo del
parricidio, previene contra el incesto. Expone Lacan al comentar
“Dostoyevski y el parricidio” que el parricidio es el más antiguo de los
asesinatos.
"A la concupiscencia que relucía en los ojos del viejo Karamazov cuando
aseveraba a su hijo: Dios ha muerto; luego, todo está permitido", ese
hombre el mismo que sueña con el suicidio nihilista del héroe de Dostoyevski o
que se esfuerza en soplar en la tripa nitzscheana, responde con todos su males y
también con todos sus gestos: "Dios ha muerto; ya nada está permitido". (18)
"Si Dios no existe, entonces todo está permitido"
"Si Dios no
existe... nada está permitido”. El efecto es inmediato: Sentimiento de culpa
y tiranía del superyó.
La fórmula del ateísmo no es que Dios ha muerto, sino
que Dios es inconsciente. Dice Freud en Shakespeare: "La conciencia moral nos
vuelve a todos culpables" (Los que delinquen por culpa (1914). ¿Qué hace la
cultura para coartar la agresión?: Dirigir la agresividad a su origen: El yo, El
superyó. La culpa. La tensión entre ambas instancias psíquicas hace que la
agresividad se introyecte y retorne al lugar donde partió en el yo: conciencia
moral, culpa, castigo.
La culpabilidad es un sentimiento inconsciente que se
sufre sin que se tenga representación consciente del hecho. No hay culpabilidad,
pero sí sintomatología por ella causada. Para manifestarse el sentimiento
inconsciente de culpa, recurre a afecciones psicopatológicas, neurosis obsesiva,
melancolía, duelo no elaborado, reproches, autoacusaciones. Reacción
terapéutica negativa.
En la melancolía la persona no ha podido sobreponerse
a la pérdida del objeto (muerte de la persona amada, decepción amorosa…), el
melancólico no puede elaborar la pérdida, es decir el duelo, dice Freud debido a
una antigua identificación narcisística con la persona perdida:…Cuando el
amor de objeto…llega a refugiarse en la identificación narcisística, recae el
odio sobre este objeto sustitutivo, calumniándolo, humillándolo, haciéndolo
sufrir y encontrando en este sufrimiento una satisfacción sádica…” Duelo
y melancolía, pág. 2096).
Todo el odio hacia el objeto es retraído al yo
del sujeto. La sombra del objeto cae sobre el yo. Recordemos que el yo se forma
a partir de una imagen. Con ello Freud manifiesta que el sufrimiento de los
síntomas expía una falta ignorada por el sujeto consciente, motivada por el
hecho de la culpabilidad del yo. Los esfuerzos del sujeto para
encontrar la culpa son vanos. Ella se instala como la angustia, aparece
antes de iniciar cualquier acto, sólo el castigo la pacifica pues hace de
concreción de la angustia.
Curiosas manifestaciones de la culpa, de la
deuda, son comunes en la clínica, donde a veces se intenta saldarlas con el
Otro, ofreciéndole prendas: entregando la vida al tercer mundo, a las misiones,
dando un hijo a la Iglesia, permaneciendo célibe o psicotizando a la prole.
Pulsión de muerte y goce. Sublimación de la agresividad. Sublimación de la violencia.
Nuestras ideas nos sorprenden: Comenta Sartre el hecho de …La
persona que pasea sobre un acantilado peligroso teme caer, pero siente angustia
porque sabe que no hay nada que le impida arrojarse al vacío.(19)
Platón, por igual narra el conflicto mental de la persona que se
encoleriza consigo misma cuando siente un insistente deseo de mirar una pila de
cadáveres y se disgustaba por desearlo (La República (435-41).
¿Hay alguna manera de controlar los impulsos agresivos, alguna forma de
dominarlos, de sublimarlos en lo relativo a su objeto y su finalidad?. Sabemos
que la agresión es el más peligroso de los instintos humanos. Es fácil recurrir
a la educación, pero sabemos que no se puede resolver con actitudes pedagógicas
que tienden a coartar, a reprimir los impulsos. Si alejamos a un sujeto de estas
situaciones que le son tan propias, su estructura a parte de seguir intacta
buscará otros derroteros para manifestarse. Podemos educar el tema de la pena de
muerte, pero no negar su evidencia. Educar no es negar. Por tanto cabe
preguntarse si es bueno eliminar la agresividad. Ocultar lo que no está aceptado
y que solo se vea lo bueno, es una manera de reprimir. Mejor aceptar que siempre
cabalgan juntos el odio y el amor. “Nuestras mejores virtudes, han nacido, en
calidad de reacciones y sublimaciones, sobre el terreno de las peores
disposiciones” (20)
La forma normal de superar la violencia es transformándola (no reprimiéndola)
en algo que la concrete en forma de ley o norma. Darle un sentido reglamentado,
arbitrado. De esta manera la violencia como síntoma en sí no desfallece, solo se
canaliza a través del deporte, la política, la cultura…
Rousseau opinaba que
el hombre es naturalmente bueno. La sociedad lo cambia. Hobbes no piensa igual.
Plauto presenta el lapidario "homo hominis lupus".
La cultura
transmite a las generaciones los símbolos y cuando Eros y Thánatos se
identifican a un ideal como la bandera o la guerra todo está dicho.
Hay formas legalizadas de agresión y la historia se ha hecho y se hace eco de ellas:
"Se mata a un hombre y se es un asesino. Se mata a millones de hombres, y se es un conquistador. Se mata a todo el mundo y se es un dios." (21)
Siempre ha habido mecanismos liberalizadores de la violencia. La misma
sociedad de la norma, de la cultura, sanciona con violencia basándose en la
justicia.
En el verano del 72 unos colonos asesinaron a una banda de indios.
Les invitaron a una fiesta y los masacraron. Acusados de asesinato alegaron que
no sabían que era un crimen matar a los indios. Fueron absueltos.
Siguiendo a Espina Barrio (22) los datos en juego se reflejarían en el siguiente esquema:
PROCÈS
PRIMARI
PROCÈS SECUNDARI
Eros
-Tánatos
ANANKÉ (Necesidad, realidad)
LOGOS (saber, prudencia)
Imaginemos un prisma triangular encuya cúspide se sitúa LOGOS y en su
base triangular, respectivamente tanatos, eros en oposición y ananke
LOGOS como prudencia
THANATOS
EROS
ANANKE
Es un prisma antropométrico de opuestos que se equilibran, entre lo
apolíneo y lo dionisíaco, o como reminiscencia platónica. En este esquema
notamos la ausencia de aquello que la clínica nos manifiesta: la presencia del
goce. ¿Dónde colocamos el goce?
Freud manifiesta en “El
mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos. Comunicación preliminar” que
el primer hombre que lanzó contra su enemigo una injuria en lugar de una lanza
fue el fundador de la civilización. Esta es la prudencia, el logos.
Nuestro
propio yo como sorna a su narcisismo, está condenado a la decadencia. Nuestro
mundo interior nos cuestiona, las relaciones entre humanos en forma de familia,
estado tienden a fracasar. El ser humano necesita refugios imaginarios para
esconderse de lo desagradable. No es así de extrañar que a ciertas bebidas se
les llame “quitapenas” .
Contra lo doloroso de la realidad:
- La rechazamos huyendo de ella, buscando refugio en una actividad o en la
soledad.
- Intentamos cambiarla, imponiendo nuestra propia realidad (la
paranoia). Nos unimos en el dolor construyendo ideales en la religión, la
filosofía, la política. Una manera de negar la pulsión de muerte la podemos
observar en el trabajo de ciertas religiones, en la idea del sentimiento
oceánico, en la sensación de eternidad como fuente religiosa y en la supuesta
bondad humana.
¿A qué sujetos nos referimos cuando hablamos de malestar?
No es el sujeto de la ciencia, el sujeto orgánico sometido a experimentación
positivista, no es el sujeto alejado de su subjetividad, por el contrario
hablamos del sujeto que padece y es inconsciente de su sufrimiento: el sujeto
del inconsciente, el sujeto sujeto al Otro.
La ciencia en su intento de dar
respuesta al malestar inventa salidas esotéricas, religiosas terapéuticas, la
magia, la religión… discursos del amo. Por el contrario la respuesta del
psicoanálisis es ética, alejada de juicios de valor, apuntando al deseo y
a la verdad del sujeto en particular. Esto no facilita para nada las cosas al
psicoanálisis, ya que descubre que el sujeto no quiere saber nada de su verdad
inconsciente y aunque a algunos les cueste reconocerlo, se empecina en encontrar
el sufrimiento y no la felicidad. ¿Por qué?. Pues, porque este sufrimiento tiene
mucho de valor para él, ya que encuentra y obtiene una compensación a la primera
pérdida “Das Ding” (la cosa). Sufrir es una forma de satisfacción
(siempre que nos alejemos del concepto de sujeto para la ciencia). En esta
verdad estamos, con ella trabajamos en clínica.
La sociedad excluye de su
seno a los que no aceptan lo establecido: la capacidad de adaptación del sujeto
es la base de ciertas psicopatologías. Si el sujeto se ve privado de ciertas
gratificaciones se cuestiona la validez de las normas culturales.
La
profilaxis, la educación y la moral fracasan porque intentan cercenar la
realidad psíquica. Por igual la política. Cuando se intenta unificar a los
sujetos, políticamente, educativamente, económicamente (consumo, tv.
Tecnología…) hacemos que la singularidad de cada sujeto se pierda y provoque una
reacción de reivindicación personal i individual en forma de nacionalismos,
fanatismos y sectarismos. Reacción al borramiento de las singularidades.
Ampliar con:
Lacan, J., Agresividad en psicoanálisis, pag. 65 a 87. Escritos 2
Siglo XXI
Masotta, O., El modelo pulsional, Oscar Masotta. Ed.
Argonauta
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