corpus literari
Allende, Isabel
biografia
obra
documentació
links
obres en castellà

[index] [obres en català][obres en castellà][obres autors estrangers][links][articles][correu]

 

Biografia

Isabel Allende (Lima, 1942), escriptora xilena, va néixer a Lima en 1942 mentre el seu pare complia funcions diplomàtiques en aquest país. De nena va voler ser ballarina. Des dels disset anys ha treballat infatigablement, primer com periodista en la revista Paula i en programes de televisió a Santiago de Xile. Va exercir també el periodisme a Veneçuela, ja en l'exili, i més tard es dedica completament a la literatura. L'escriptora afirma que el seu futur com a tal es va decidir en 1973, amb el cop militar en el que el seu oncle el president Salvador Allende va ser enderrocat. Dos anys després del mateix és declarada sospitosa per a la dictadura i ha d’exiliar-se amb el seu marit i els seus fills a Caracas, on va començar a escriure La casa de los espiritus, una llarga carta al seu avi que es va publicar en 1982 a Espanya convertint-la en un dels noms clau de l'actual narrativa llatinoamericana. Acollida amb excepcional entusiasme per la crítica i públic, des de llavors la seva obra, traduïda a nombrosos idiomes, ha estat marcada per l'èxit. En 1994 va publicar Paula, en la que parla de la mort de la seva filla Paula Fredes (a Barcelona, desembre de 1991) després d'una llarga malaltia. Actualment, Isabel Allende viu a Califòrnia amb el seu segon marit, l'advocat nord americà William Gordon.

Obra

El plan infinito

Aquesta novel·la narra la història d'un home que, després d'una infància conflictiva en una família molt peculiar, es fa a si mateix en el difícil món dels hispans de Califòrnia. En el seu aprenentatge de la vida, Gregory Reeves haurà de recórrer un dur camí: la marginació social, el racisme, la guerra de Vietnam, el obsessiu materialisme d'un món competitiu. Història de grandiosa concepció, El plan infinito recrea mig segle de la societat nord-americana en la vida del seu protagonista. Amb tendresa i impecable factura literària, Isabel Allende perfila el destí dels seus personatges com part indissoluble del destí col·lectiu d'un continent marcat pel mestissatge, les injustícies socials i la recerca de la pròpia identitat.

Documentació

Entrevista publicada a “La Vanguardia” el 08/09/2003 per Marc Homedes

La chilena Isabel Allende (Lima, 1942) se encuentra en Santiago de Chile para presentar el segundo libro de la trilogía de novela juvenil protagonizada por la aventurera abuela Kate Cold (personaje en el que muchos descubren un álter ego de la escritora) y su nieto Alexander. En El reino del dragón de oro , ambos viajan a un reino prohibido de Asia, donde corren innumerables aventuras. ­El reino del dragón de oro habla de la espiritualidad budista.

¿Reivindica una fe más pura en un momento de la historia en que el fundamentalismo se expresa de forma tan brutal como el 11-S en Nueva York?

­Sin duda el libro es una respuesta a un tema de actualidad, que es el fundamentalismo. La ciudad de las bestias tiene como tema principal la ecología. Éste es sobre la espiritualidad, una forma esencial, más pura y no fundamentalista de ver el espíritu. El tercer libro, El bosque de los pigmeos (aún no publicado) trata de la paz. Son tres temas tan de actualidad que era difícil eludirlos.

­Sus críticos señalan que trata temáticas demasiado ligadas a la actualidad, como si sólo buscara temas que fueran a venderse.

­Eso sería atribuirme una gran intuición. Tengo la deformación del periodista, estoy al tanto de lo que pasa en el mundo, pero hay veces en que los temas están en el aire y son inevitables. Tengo tres nietos, sé lo que les interesa y lógicamente escribo sobre esto... Mi intención no es escribir best-séllers, tengo la buena suerte de que mis libros se venden más o menos bien, pero no es premeditado. Si no, cualquiera podría escribir un best-séller, sería cuestión de ponerse al día con el periódico.

­¿Le molesta que la comparen con la escritora J.K. Rowling, la creadora de Harry Potter?

­¡No, ojalá pudiera escribir como ella! Harry Potter abrió un espacio. Antes había la idea de que los niños no leen, y ahora se ven niñitos de ocho años leyendo libros de 800 páginas en el autobús. Los padres, los maestros y los editores saben que los niños leen si les dan a leer lo que ellos quieren y no unas latas que fueron escritas hace cien años.

­Su trilogía transcurre en la selva amazónica, Himalaya y África ecuatorial, donde la globalización no ha penetrado... El personaje malvado recuerda mucho a Bill Gates...

­El protagonista, Alexander Cold, es un niño de California que, como tantos niños norteamericanos, no tiene idea de que existe el mundo más allá de su pueblo. Estados Unidos es un país muy provinciano, donde las noticias sobre el mundo sólo son sobre las zonas con las que está en guerra. Quería mostrarles que no todos viven con el celular en la mano. El mundo es mucho más diverso. Hay una saturación del materialismo y los jóvenes van a reaccionar: pronto va a haber un movimiento semihippy, ecológico y espiritual.

­¿Le afectó que al morir Roberto Bolaño se recordaran las declaraciones en que la definía como una “mala escritora lisa y llanamente”?

­Bolaño hablaba mal de todo el mundo. Era una persona extraordinariamente conflictiva que nunca dijo nada bueno de nadie. A una obra no le da valor lo que diga Bolaño o un profesor o un crítico, ni siquiera las ventas de un libro: es el tiempo. Ahora, Bolaño es un buen escritor que desgraciadamente murió, pero eso no lo hace mejor persona. Cuando vino a Chile habló mal de todos, no creo que haya un complot contra mí.

­Sí reconocerá que el pasado año, cuando fue candidata al premio Nacional de Literatura, se armó una gran polémica...

­Dijeron cosas horribles, pero se hubieran dicho de cualquier otro escritor. En este país a cualquiera que no sea futbolista y sobresalga un poquito lo tiran para abajo. Si te va bien dicen que lo haces por plata, si ganas plata dicen que eres ladrón, y si no la ganas eres un fracasado..., es la mentalidad nacional.

­¿Tiene algo que ver con eso el que muchos escritores que salieron al exilio se quedaran fuera aún tras el regreso de la democracia?

­Chile maltrata a su gente. Gabriela Mistral pasó casi toda su vida fuera; Pablo Neruda, gran parte de ella. José Donoso, también, pero se fue mucho antes del golpe, porque no había espacio, había una sensación de fracaso, de pesimismo. Es muy difícil hacer cosas cuando todo el mundo te está tirando para abajo. Claudio Arrau, Roberto Matta..., tantos chilenos que han tenido que irse fuera para poder respirar..., porque aquí te aplastan.

­Vive en Estados Unidos y tiene la nacionalidad norteamericana. ¿Qué opina de Bush?

­No hay nada que me dé más terror que el sentimiento patriotero, que se traduce a menudo en exclusión de todo lo que no es nacional, de modo que cualquier disidencia pasa a ser un acto de traición a la patria. Me opongo completamente al Gobierno de Bush.

Article publicat a el diari “El Mundo” el 12/09/02 per Santos Sanz Villanueva

La ciudad de las Bestias

La chilena Isabel Allende es uno de los nombres de mayor resonancia entre los escritores de una generación posterior al boom hispanoamericano. Casi todos sus libros, en especial el que la hizo famosa hace veinte años, La casa de los espíritus, se reeditan sin cesar, cuenta con innumerables seguidores y tampoco le faltan reconocimientos en el ámbito académico (justo estos días la madrileña Casa de América le dedica una de sus semanas de autor).
Con este entorno favorable a la escritora, resulta desairado negarle el pan y la sal, como voy a hacer, a su nueva novela, La ciudad de las Bestias, porque da la impresión de que uno mira por encima del hombro a sus incondicionales, que la leen con devoción y se identifican con su mundo fantasioso y ejemplarizante. No es, por mi parte, un problema de elitismo cultural que desprecie el enfoque popular, y mucho menos de que me oponga a los simpáticos y necesarios valores éticos que inspiran a Allende. Es una cuestión distinta, la de reconocer lo obvio, que la literatura es arte y no basta con narrar peripecias intrincadas, ni con la simple comunicación emocional.
Estos dos últimos rasgos están, junto con otros que ahora señalaré, en las obras de Allende, y aunque constituyen las vertientes más discutibles de ellas, suelen presentarse con una cálida intensidad, se envuelven en una contagiosa sencillez expositiva y guardan al menos los mínimos del relato de calidad. A todo eso renuncia, en cambio, La ciudad de las Bestias, y se decanta por la fabulación disparatada (por el puro absurdo de las situaciones y no por el cultivo ocasional de la fantasía libérrima); por los personajes planos, bufos, inverosímiles; por las anécdotas ridículas (en el corazón de la selva amazónica el adolescente protagonista halla el licor de vida que curará el cáncer de su madre); por el uso de tópicos gastados (el chico amansa a las fieras tocando la flauta); por el inocente simbolismo con que se bautiza al joven, llamado Alexander, que, según su abuela, significa “defensor de hombres”, y se debe a que “hay muchas víctimas y causas nobles que defender en este mundo (y) un buen nombre de guerrero ayuda a pelear por la justicia”.
Por todo eso, en conjunto, y, en fin, por su elemental construcción, una historia lineal, con planteamiento y nudo que avanza entre golpes de efecto hacia un desenlace de sentido explícito, por culpa del cual la oportuna denuncia de la novela se convierte en desangelada moralina. Los buenos triunfan.
Los malos la pagan. El mundo sufre las asechanzas de gentes sin piedad, pero tal vez gracias a espíritus altruistas y valientes se salvará. En síntesis, un final feliz como el de un culebrón.
Estos elementos se acumulan en una novela que es, a la vez, un libro de viajes exóticos, una narración criminal de suspense y un alegato político. Una pequeña expedición científica parte en busca de la Bestia, algo así como el Hombre de las nieves en el Amazonas virgen, y la encuentra, a la par que descubre una tribu primitiva. A lo largo del viaje se desvela una trama que está provocando la extinción de pueblos indígenas con el propósito de explotar sus tierras. Las aventuras abundan en percances maravillosos. El suspense se mantiene bien. Y el fondo de la novela alberga una tesis conservacionista, de un ecologismo razonable y urgente, emparentado con la narrativa anticolo- nialista de hace un siglo (la felicidad del sistema de vida comunista de las sociedades primitivas se contrapone a los efectos destructores de la civilización occidental).
El propósito de Isabel Allende merece aplausos, pues ya hemos visto estos mismos días en una aparatosa reunión internacional de qué poco sirven los políticos para afrontar el incierto porvenir del planeta. Es imprescindible la voz alerta de los creadores. Pero la chilena hace demasiadas concesiones a la comercialidad y al populismo. Esperemos que sea una práctica pasajera, una distracción en una obra menor y que recupere esas facultades suyas que son superiores a las que aquí demuestra. Por el bien de todos (de su obra, de sus lectores y de las causas que antes y ahora defiende) no debe incurrir de nuevo en una novela tan complaciente y trivial como ésta.

Entrevista publicada al diari “El Mundo” el 12/09/02 per Jaime Royo Vilanova


Sin la escritura sería una eterna desterrada

Isabel Allende vive y escribe con pasión, podría ser un personaje de sus propias novelas. Los libros son mi patria, asegura. Hoy, la primera pregunta es obligada:
–¿Se pasa a la literatura juvenil con La Ciudad de las Bestias?
–Escribí La Ciudad de las Bestias para jóvenes, pero mis editores lo han publicado “para todas las edades” y, en realidad, los adultos que lo han leído me lo han celebrado más que los niños. Desde que escribí La Casa de los Espíritus no había vuelto a hacerlo con tanta inocencia, tan juguetonamente.
Balcells y los espíritus
–Veinte años después de La Casa de los Espíritus, ¿cuál es su bagaje?
–Cuando se publicó mi primer libro, yo trabajaba en una escuela en Caracas. No tenía ninguna experiencia en el mundo de la literatura, pero con la ayuda de mi agente, Carmen Balcells, y la protección de algunos espíritus traviesos enviados por mi abuela desde el Más Allá, pude sobrevivir el impacto y continuar escribiendo. En estos veinte años he adquirido cierta seguridad. Al principio me parecía que cada libro era como un regalo, algo que sucedía en una dimensión desconocida a la cual tenía acceso por casualidad, pero que no volvería a repetirse. Ahora sé que puedo escribir siempre si me doy tiempo y silencio para escuchar a los personajes.
–José Donoso se preguntaba si acaso había algo más que literatura. ¿Podría vivir hoy sin escribir?

–Podría vivir sin escribir, pero no sería la persona que soy. La escritura es como un universo paralelo, donde vivo la mitad de mi tiempo. Sin la escritura yo sería una eterna desterrada.
–¿A qué se refería cuando afirmó que la literatura es un viaje sin retorno?
–Al comenzar La Casa de los Espíritus no sabía lo que estaba haciendo, pero instintivamente adiviné que había cruzado un umbral misterioso y había entrado a un espacio oscuro. A las pocas páginas adiviné que tenía entre las manos algo más fuerte que yo: un potro bravo, incontrolable, poderoso, aventurero. Supe también que dedicaría el resto de mi vida a alumbrar los rincones de ese espacio con la luz de la palabra escrita. Y que ya no volvería atrás... Mi vida cambió y yo también.
–¿Escribe por instinto?
–Empiezo a escribir con la mente casi en blanco. A veces sé dónde y cuándo voy a situar la historia, luego entro con mi lámpara en ese espacio oscuro, que mencioné antes, y busco a los personajes con paciencia. Ellos aparecen de a poco, primero difusos y casi mudos, pero día a día van perfilándose cada vez con más claridad. No tengo idea por qué hacen y dicen lo que aparece en las páginas, pero sé que hay una lógica implacable en sus destinos.
–En uno de los diálogos que mantiene Paulina del Valle con su nieta Aurora, ésta le dice: “usted es inmortal, abuela”. A lo que ella responde, “no hija, sólo lo parezco”. Ello me recordó a otra conversación, en La Nieve del Almirante, de Mutis. ¿Qué inspiran ese tipo de personas a las que alguien les ennoblece con la inmortalidad?
–Esas personas que uno considera inmortales son los leones de este mundo. Conozco por lo menos dos: mi agente, Balcells, y mi padrastro, Ramón Huidobro. No puedo imaginar el mundo sin ellos. Si se mueren antes que yo me consideraré profundamente traicionada.

El poder de la palabra

–A una escritora que como usted moja su pluma en la memoria, ¿le vienen muchos con quejas de lo que cuenta o de cómo lo cuenta?
–Al principio había gente que se molestaba con mis libros, sobre todo miembros de mi familia, que se sentían desnudados o caricaturizados. Pero ya nadie me reclama, supongo que se han acostumbrado a la idea de que un escritor no puede desperdiciar el buen material que hay a mano. Con una familia como la mía no se necesita imaginación para escribir.
–¿Dónde termina la libertad del escritor?
–No puedo contestar por otros, pero sé exactamente dónde termina la mía. Hay una responsabilidad moral, la misma que tienen los médicos: no hacer más daño. Por ejemplo, aunque sé mucho del tema, no describo escenas de tortura, porque no quiero poner ideas en la cabeza de algún loco. En cambio, describo escenas de amor, para poner ideas en la cabeza de los tímidos. Creo que la palabra escrita tiene un tremendo poder, por lo mismo lo uso con sentido de responsabilidad.
–La iniciativa de escribir Paula viene de Carmen Balcells, cuando le recomienda escribir para vencer el dolor. Después, ¿ de qué forma fue operando en usted esa carta?
–No lo recuerdo. Fue un tiempo tan oscuro, tan doloroso, que lo he ido borrando. Lo único que me acuerdo es que cada día me levantaba a duras penas de la cama, me vestía y me iba a mi cuchitril a escribir. Encendía una vela ante la foto de Paula y me ponía a llorar. Mi marido me traía una taza de café, me daba un beso y me dejaba sola, porque sabía que la escritura era lo único que podría ayudarme. No quise admitir que mi hija estaba perdida hasta tres o cuatro días antes de su muerte, cuando fue evidente que se estaba despidiendo de nosotros y su espíritu estaba listo para irse.
–Cuando hablamos de dios, de lo eterno, ¿a qué nos estamos refiriendo? O como se preguntaba Neruda, y usted misma le traslada esa pregunta a su hija Paula, ¿qué quiere decir para siempre?
–Creo que hay algo eterno en todo lo que existe. Esa sustancia espiritual es para siempre. Lo material cambia y perece, tal vez renace en otra forma; pero el espíritu no muere. Lo veo como un océano espiritual y las manifestaciones físicas en el universo son como gotas que se han desprendido y cuyo destino final es volver a incorporarse a ese inmenso mar. Mis creencias son sólo eso: creencias. En asuntos religiosos o filosóficos nada puede probarse.
–¿Supera la realidad a la imaginación?
–¡Claro que sí!. Cuando escribí El Plan Infinito salió una crítica en un periódico de San Francisco en la cual decían que “era imposible que sucedieran tantas cosas en la vida de una persona”. Resulta que yo había omitido más de la mitad, porque nadie me creería. Y como bien sabemos la primera condición de una novela es que sea creíble. Los libros memorables, los personajes que nunca nos abandonan, son aquellos con los cuales nos identificamos, porque sabemos que nos muestran una profunda verdad humana.

Adicta a narrar

–Al final de Retrato en Sepia se paladea con extraordinaria nitidez el placer de narrar. “¿Qué pasó entonces oi-poa?, pregunta Aurora. Y su abuela, sabía ya de tanto amar y sufrir, responde simplemente que hizo lo que debía hacer.” Así termina. ¿Es el placer de narrar el motivo de su obra o sólo una consecuencia?
–Narrar es un vicio, una adicción. La he tenido siempre, desde que aprendí a hablar. Descubrí la escritura cuando ya tenía cerca de cuarenta años, pero el placer de narrar lo tuve desde que me acuerdo. Por eso escribo: por pura sensualidad. La misma razón por la cual hago el amor.
– Aquella vena exhibicionista que demostraba en su programa de TV en Chile, ¿era el pulso latente de la escritora que habría de ser?
–No lo sé. Creo que la vena exhibicionista era un deseo incontrolable de escandalizar a la pudibunda sociedad chilena. Apenas salí de Chile se me pasó. Pero cada vez que vuelvo a mi país me dan ganas de ponerme plumas de avestruz en el trasero y salir en la televisión bailando can-cán.
–¿ Se arrepiente de haberse exiliado?
–No. Si me hubiera quedado en Chile habría muerto sofocada por el ambiente represivo de la dictadura. Treinta años después sigo teniendo rabia y espanto por las atrocidades cometidas, pero no guardo rencores ni odios de ninguna clase. Gracias al juez Garzón y el arresto de Pinochet en Londres en l998, se destapó la verdad en Chile. Ya nadie puede negar o ignorar lo ocurrido. Admitir la verdad es el comienzo de la reconciliación. Tal vez nunca me hubiera convertido en escritora si no me hubiera visto obligada a empezar de nuevo, lejos de mi patria.
–Escribe Todorov que quienes han visto el mal de cerca lo saben: es inútil acariciar la esperanza de que el mal encarna en seres enteramente diferentes de nosotros.
–Eso es lo más horrible de la tortura y otros crímenes: cualquiera puede cometerlos. La mayoría de nosotros ni siquiera puede imaginarlos, porque ha tenido la suerte de que no haber sido sometido a las circunstancias en las cuales se tortura o se cometen otras atrocidades. Pero si se dieran esas circunstancias ¿cuántos de nosotros nos comportaríamos como demonios?
–Después de una vida como rivales, Aurora del Valle y Amanda Lowell sellan su reconciliación con una carcajada. ¿Es la risa el verdadero sacramento de comunión y perdón?
–El humor es algo maravilloso, no sólo como sacramento de comunión, también como arma contra la opresión, herramienta para desenterrar las verdades, bálsamo para aliviar el dolor.
–En La Casa de los Espíritus empleaba como recurso estilístico imágenes descabelladas que sin embargo han desaparecido de sus últimos libros.
–Eran anécdotas basadas en cuentos que escuché a mi abuelo y otras personas. Por ejemplo, la cabeza perdida que yo atribuyo a Clara clarividente ocurrió en una familia que conozco, aunque la idea de ponerla sobre el armario cuando nacen los mellizas fue aporte mío... En este momento estoy dedicada a escribir novelas para jóvenes y estoy usando nuevamente esos elementos de realismo mágico, que no aparecen en otras novelas escritas en los últimos años.
–¿Cuál es la patria del escritor en un mundo en el que el riesgo se contempla como una enfermedad del alma?
–En mi caso la vida y la escritura se mezclan. No tengo miedo. No pretendo seguridad. Tampoco evito el sufrimiento. En la literatura me arriesgo y en la vida también. Mis libros son mi patria.

Isabel Allende podría perfectamente ser una de sus criaturas de ficción, dadas las vicisitudes sufridas a lo largo de sesenta años cuajados de alegrías, amores y desengaños. Nacida en Lima en 1942, a los tres años se trasladó a Chile con su madre y sus hermanos. Entre 1959 y 1965 trabajó para la FAO y en 1973 abandonó Chile tras el golpe de estado que derrocó a Salvador Allende. Caracas fue la primera estación de un exilio que acabaría llevándola a California. Pero lo que cambió su vida fue la publicación de su primera novela, La casa de los espíritus (1982), a la que seguirían, entre otras, De amor y sombra, Eva Luna, El plan infinito, Hija de la fortuna o Retrato en sepia.

Links

http://ponce.inter.edu/vl/revistas/a_proposito/4/isabel.html

Conversa amb Isabel Allende

http://clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/allende/

Pàgina Oficial d’Isabel Allende en castellà

http://www.isabelallende.com/

Pàgina Oficial d’Isabel Allende en anglès

http://www.wellesley.edu/Spanish/Span251/allende.html

Links sobre Isabel Allende

http://www.escritoras.com/indice/escritora.asp?Ella=allende

Escritoras.com Isabel Allende

http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/allende/homeallende/homeallende.htm

Isabel Allende a Club Cultura

 

[index] [obres en català][obres en castellà][obres autors estrangers][links][articles][correu]