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Dar que pensar

Gaspar Melchor de Jovellanos

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744 - 1811)

Informe sobre la Ley Agraria: Instruyendo a los labradores

Se defiende y promueve la enseñanza básica y gratuita para los labradores y "demás clases laboriosas", no sólo para sacarlos de la ignorancia sino también para aumentar su capacidad de comprensión de las cosas para desempeñar mejor sus tareas. La formación básica y la divulgación del saber, fundamentado en las ciencias y con una orientación práctica, se presentan como un deber de toda nación y la base de su prosperidad. Aunque, con un cierto clasismo, se distinga una formación distinta para propietarios y labradores, ya supone un avance en el desarrollo de la educación universal y gratuita que promovió la ilustración.

"2. º Instruyendo a los labradores

El segundo medio de acercar las ciencias al interés consiste en la instrucción de los labradores. Sería cosa ridícula quererlos sujetar a su estudio, pero no lo será proporcionarlos a la percepción de sus resultados, y he aquí nuestro deseo. La empresa es grande por su objeto, pero sencilla y fácil por sus medios. No se trata sino de disminuir la ignorancia de los labradores, ó por mejor decir, de multiplicar y perfeccionar los órganos de su comprensión. La Sociedad no desea para ellos sino el conocimiento de las primeras Letras, esto es que sepan leer, escribir y contar. ¡Qué espacio tan inmenso no abre este sublime pero sencillo conocimiento a las percepciones del hombre! Una instrucción, pues, tan necesaria a todo individuo para perfeccionar las facultades de su razón y de su alma, tan provechosa a todo padre de familia para conducir los negocios de la vida civil y doméstica y tan importante a todo gobierno para mejorar el espíritu y el corazón de sus individuos, es la que desea la Sociedad y la que bastará para habilitar al labrador, así como a las demás clases laboriosas, no solo para percibir más fácilmente las sublimes verdades de la religión y la moral sino también las sencillas y palpables de la Física, que conducen a la perfección de sus artes. Bastará que los resultados, los descubrimientos de las ciencias más complicadas se desnuden del aparato y jerga científica y se reduzcan a claras y simplicísimas proporciones, para que el hombre más rudo las comprenda cuando los medios de su percepción se hayan perfeccionado.
Dígnese, pues, Vuestra Alteza de multiplicar en todas partes la enseñanza de las primeras Letras; no haya lugar, aldea ni feligresía que no la tenga; no haya individuo, por pobre y desvalido que sea, que no pueda recibir fácil y gratuitamente esta instrucción. Cuando la nación no debiese este auxilio a todos sus miembros como el acto más señalado de su protección y desvelo, se lo debería a sí misma como el medio más posible de aumentar su poder y su gloria. Por ventura, ¿no es el más vergonzoso testimonio de nuestro descuido ver abandonado y olvidado un ramo de instrucción tan general, tan necesaria, tan provechosa, al mismo tiempo que promovemos con tanto ardor los institutos de enseñanza parcial, inútil ó dañosa?
Por fortuna la de las primeras Letras es la más fácil de todas y puede comunicarse con la misma facilidad que adquirirse. No requiere ni grandes sabios para maestros ni grandes fondos para su honorario; pide solo hombres buenos, pacientes y virtuosos que sepan respetar la inocencia y que se complazcan en instruirla. Sin embargo, la Sociedad mira como tan importante esta función que quisiera verla unida a las del ministerio eclesiástico. Lejos de ser ajena de él, le parece muy conforme a la mansedumbre y caridad que forman el carácter de nuestro clero, y a la obligación de instruir a los pueblos que es tan inseparable de su estado. Cuando se halle reparo en agregar esta pensión a los párrocos, un eclesiástico en cada pueblo y en cada feligresía, por pequeña que sea, dotado sobre aquella parte de diezmos que pertenece a los prelados, mesas capitulares, préstamos y beneficios simples, podría desempeñar la enseñanza a la vista y bajo la dirección de los párrocos y jueces locales. ¿Qué objeto más recomendable se puede presentar al celo de los reverendos obispos ni al de los magistrados civiles, y qué perfección no pudiera recibir este establecimiento una vez mejorados los métodos y los libros de la primera enseñanza? ¿No pudiera reunirse a ella la del dogma y de los principios de moral religiosa y política? ¡Ah! ¡De cuántos riesgos, de cuántos extravíos no se salvarían los ciudadanos si se desterrase de sus ánimos la crasa ignorancia que generalmente reina en tan sublimes materias! ¡Pluguiera a Dios que no hubiese tantos ni tan horrendos ejemplos del abuso que puede hacer la impiedad de la simplicidad de los pueblos, cuando no las conocen!
Instruida la clase propietaria en los principios de las ciencias útiles, y perfeccionados en las demás los medios de aprovecharse de sus conocimientos, es visto cuánto provecho se podrá derivar a la agricultura y artes útiles. Bastará que los sabios, abandonando las vanas investigaciones que solo pueden producir una sabiduría presuntuosa y estéril, se conviertan del todo a descubrir verdades útiles y a simplificarlas y acomodarlas a la comprensión de los hombres literatos, y a desterrar en todas partes aquellas absurdas opiniones que tanto retardan la perfección de las artes necesarias, y señaladamente la del cultivo."

Gaspar Melchor de Jovellanos: Informe sobre la Ley Agraria. Segunda clase: Estorbos morales, ó derivados de la opinión

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Fecha de creación: 13 febrero, 2011
Fecha de la última actualización:
9 Julio, 2017