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Dar que pensar

Lucrecio Lucrecio (98 - 55 a. C.)

Sobre el temor a la muerte y el más allá

Filósofo romano seguidor de la filosofía epicúrea luchó contra todo tipo de superstición y utilización política de la religión. En este fragmento de su poema censura a los hombres el temor a la muerte y les reclama la serenidad del sabio que, habiéndose preocupado por la felicidad durante la vida y sabiendo que no hay más allá, asume tranquilamente su propia muerte.


"Si de repente, en fin, la voz alzara
Naturaleza, y estas reprensiones
A cualquier de nosotros dirigiera;
«¿Por qué ¡oh mortal! te desesperas tanto?
¿Por qué te das a llanto desmedido?
¿Por qué gimes y lloras tú la muerte?
Si la pasada vida te fue grata,
Si como en vaso agujereado y roto
No fueron derramados tus placeres,
E ingrata pereció tu vida entera,
¿Por qué no te retiras de la vida
Cual de la mesa el convidado, ahíto;
¡Oh necio! y tomas el seguro puerto
Con ánimo tranquilo? Si, al contrario,
Has dejado escapar todos los bienes
Que se te han ofrecido, y si la vida
Te sirve de disgusto, ¿por qué anhelas
Multiplicar los infelices días
Que en igual desplacer serán pasados?
¿Por qué no pones término a tus penas
Y a tu vida más bien? Pues yo no puedo
Inventar nuevos modos de deleite
Por más esfuerzos que haga: siempre ofrezco
Unos mismos placeres: si tu cuerpo
No se halla aún marchito con los años
Ni tus ajados miembros se consumen,
Verás, no obstante, los objetos mismos,
Aun cuando en tu vivir salgas triunfante
De los futuros siglos, y aunque nunca
A tu vida la muerte sujetare.»
¿Qué responder a la naturaleza,
Si no que es justo el pleito que nos pone
Y es clara la verdad de sus palabras?
Mas si sumido alguno en la miseria
Al pie de su sepulcro se lamenta,
¿No será su clamor mucho más justo
Y nos reprenderá con voz robusta?
«Vete de aquí, insensato, con tus llantos;
No me importunes más con tus quejidos»:
A este otro, empero, que los años rinden,
Que en sus últimos días aún se queja:
«¡Insaciable, dirá, tú, que has gozado
De todos los placeres de la vida,
Aún te arrastras en ella! Consumido
En los deseos del placer ausente,
Despreciaste el actual, y así tu vida,
Se deslizó imperfecta y disgustada,
Y sin pensarlo se paró la muerte
En tu misma cabeza, antes que lleno
Y satisfecho de la vida puedas
Retirarte: la hora es ya llegada:
Deja tú mis presentes; no son propios
De la edad tuya: deja resignado
Que gocen otros, como es ley forzosa.»
Con razón, a mi ver, reprendería,
Y con razón se lo echaría en cara,
Porque a la juventud el puesto cede
La vejez ahuyentada, y es preciso
Que unos seres con otros es reparen:
Ninguna cosa cae en el abismo
Ni en el Tártaro negro: es necesario
Que esta generación propague otra;
Muy pronto pasarán amontonados,
Y en pos de ti caminarán: los seres
Desaparecerán ahora existentes,
Como aquéllos que hubiesen precedido.
Siempre nacen los seres unos de otros,
Y a nadie en propiedad se da la vida;
El uso de ella es concede a todos."

Tito Lucrecio Caro: De la naturaleza de las cosas: poema en seis cantos Libro III (traducido por D. José Marchena)

Hay la versión íntegra de la obra en la Biblioteca Virtual Cervantes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Fecha de creación: 21 Julio, 2006
Fecha de la última actualización:
9 Julio, 2017