"Cuanto más se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más
poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente a sí
y tanto más pobres son él mismo y su mundo interior, tanto
menos dueño de sí mismo es. Lo mismo sucede en la religión.
Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto menos guarda en sí
mismo. El trabajador pone su vida en el objeto, pero a partir de entonces
ya no le pertenece a él, sino al objeto. Cuanto mayor es la actividad,
tanto más carece de objetos el trabajador. Lo que es el producto
de su trabajo, no lo es él. Cuanto mayor es, pues, este producto,
tanto más insignificante es el trabajador. La enajenación
del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se
convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera
de él, independiente, extraño, que se convierte en un poder
independiente frente a él; que la vida que ha prestado al objeto
se le enfrenta como cosa extraña y hostil. (...)
Pero el extrañamiento no se muestra sólo en el resultado,
sino en el acto de la producción, dentro de la actividad productiva
misma...
¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo?
Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no
pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma,
sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla
una libre energía física y espiritual, sino que mortifica
su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo
se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí.
Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está
en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo
forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente
un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter
extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como
no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se
huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que
el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En
último término, para el trabajador se muestra la exterioridad
del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, en que no le
pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a si
mismo, sino a otro.
Así como en la religión la actividad propia de la fantasía
humana, de la mente y del corazón humanos, actúa sobre el
individuo independientemente de él, es decir, como una actividad
extraña, divina o diabólica, así también la
actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro,
es la pérdida de sí mismo."
Marx: Manuscritos:economía
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