©José Mª Gutiérrez González

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© El proceso de socializacion

La socialización

La vida en una sociedad necesita que tenga una cierta armonía entre los individuos que la comparten. Ha de tener un mínimo común compartido por todos los individuos: unos valores, unos modelos de comportamiento, una simbología...


La socialización es el proceso mediante el cual el individuo adquiere toda esta información cultural que le será necesaria para una vida normal en sociedad. Imaginemos por unos momentos, las dificultades que tendría para desarrollarse con normalidad una persona que viviese en nuestra sociedad y que no le hubiesen enseñado el castellano; o bien que no supiese comer con cubiertos, o no diferenciase entre un semáforo y un farol, o no otorgase ningún valor al dinero. Estos modelos sociales no están inscritos desde el nacimiento en el organismo biológico del ser humano: su trasmisión no es genética. Toda esta información que ha de adquirir y asumir el individuo es una información de origen cultural, es su entorno social el que se lo ha de proporcionar. Cada generación ha de aprender a asimilar toda esta información que le será imprescindible para adaptarse a la sociedad que le ha tocado vivir.

La socialización no sólo proporciona conocimientos al individuo, sino que también los integra a las estructuras de su personalidad. Un individuo que vive y que se socializa en nuestra sociedad no sólo no aceptará, por ejemplo, que no puede tener hombres de su propiedad, sino que también tendrá una creencia profunda que hará inaceptable la esclavitud. Es mediante este proceso como el individuo adquiere los modos de comportarse, de pensar y sentir propios de la sociedad en la cual ha nacido.


Textos

La vida social de los animales y la del hombre
E. Cassirer

"En los denominados estados animales, entre las abejas y las hormigas, encontramos una división bien clara del trabajo y una organización social sorprendentemente complicada. Pero en el caso del hombre no encontramos sólo, como en los animales, una sociedad de acción, sino de pensamiento y de sentimiento [...] Para el hombre este medio social significa algo más que una fuerza exterior determinante. Del mismo modo que los animales, se someto a las leyes de la sociedad, pero, además, tiene una participación activa en producirlas y un poder activo por cambiar las formas de vida."
Cassirer, E., Antropología filosófica.
1. ¿La división del trabajo y la organización social de las hormigas es frruto de un proceso de socialización?
2. ¿Cuáles son las diferencias entre la vida social de los animales y la del hombre?


El inmigrante deviene en un ciudadano híbrido
M. Delgado

"La ambigüedad y la indefinición del inmigrante son idóneas por hacer pensar en todo aquello que la sociedad puede percibir como ajeno, pero instalado en su propio interior. Está dentro, pero algo o mucho de él -depende- permanece todavía fuera. Está aquí, pero de algún modo se imagina como si todavía permaneciera allá, en otro lugar. O, mejor, no està de hecho en ninguno de los dos lugares, sino que está como atrapado en el trayecto entre ambos lugares, como si una clase de maldición lo hubiera dejado vagando sin solución de continuidad entre su origen y su destino. El inmigrante està condenado a habitar perpetuamente la fase liminar de un rito de pasaje, este espacio que, como escribía Victor Turner (1980), hace de aquel que lo atraviesa alguien que "no es ni una cosa ni la otra", pero que puede ser simultáneamente las dos condiciones entre las cuales transita -de aquí, de fuera-, aunque nunca de una forma integral."
Manuel Delgado, Diversidad e integración, Empúries, 1998, Barcelona.
1. Explica de qué manera el inmigrante deviene en un ciudadano híbrido, es decir, un ciudadano que se siente entre dos culturas.
2. ¿Es posible que una persona adulta, plenamente socializada en una determinada cultura, por razones de un cambio de residencia asuma plenamente otra cultura (Otros comportamientos, valores, normas, símbolos...)? ¿La integración de un inmigrante significa esto?


La importancia del contacto cultural para el progreso
Linton

"Siempre son muy pocos los inventos originados dentro de cualquier sociedad y su cultura que tienen éxito. Si todo grupo humano hubiera tenido que evolucionar por su solo esfuerzo, el progreso habría sido tan lento que es dudoso que sociedad alguna hubiera superado a esta alturas el nivel del Paleolítico. El crecimiento relativamente rápido de la cultura humana, como conjunto, se debe a la capacidad de todas las sociedades para adquirir elementos de otras culturas e incorporarlos dentro de la suya propia."
Linton, Estudio del hombre, 1942.

La desviació social
Cardus i Estruch


“[...] Las fronteras entre lo que es y lo que no es desviación social, precisamente porque son poco claras, son arbitrarias; y por otro lado es esta misma arbitrariedad, la que hace de las definiciones oficiales unas definiciones sumamente precarias, lo que explica que se las quiera defender enconadamente. En último término, toda la teoría de la "desviación social" tiene una doble funcionalidad lo suficientemente clara: en primer lugar, protege las regulaciones morales de nuestra sociedad, nos dice lo que es correcto e incorrecto, lo que está bien y lo que está mal, en un terreno en el que carecemos de elementos objetivos de discriminación. Y en segundo lugar -y sobre todo- la teoría de la "desviación social" nos permite proteger y defender nuestra percepción de la realidad, manteniendo la credibilidad y el carácter plausible de las estructuras sociales en las cuales nos movemos, reforzando incluso la cohesión."
Cardus y Estruch


La "herencia" cultural
Berger i Luckmann


"La sociedad ofrece al candidato a la socialización un lote ya hecho de otras significativos, que ha de aceptar un lugar sin ninguna posibilidad de meter baza [...] O sea, que cada cual se ha de espabilar con los padres que le han tocado. Esta desventaja injusta, inherente al hecho de ser una criatura, tiene una consecuencia obvia: y es que, que el niño no sea un mero sujeto pasivo del proceso de socialización, de hecho son los adultos los que dictan las reglas de juego. El niño debe jugar con entusiasmo o a disgusto; pero es el único juego posible. Corolario fundamental: como el niño no interviene en la elección de sus significativos, automáticamente se identifica. Y, por el mismo motivo, inevitablemente interiorizará su realidad concreta"
Berger y Luckmann, 1988, La construcción social de la realidad. Un tratado de sociología del conocimiento.


EL yo en el espejo
Ch.H. Cooley

"La referencia social, en un tipo de casos muy amplio e interesante, toma la forma de una imaginación un tanto definida de cómo la personalidad (yo) de uno -es decir, toda idea que él se apropia- aparece a una mente particular, y el tipo de autosentimiento que uno tiene viene determinado por la actitud respecto al sentimiento atribuido a esa otra mente. Una personalidad social de esta clase pudiera llamarse la personalidad (yo) reflejada o el yo del espejo:
"Cada uno es para sí un espejo
refleja al otro que pasa."
Así como miramos nuestro rostro, tipo, y ropa en el espejo y nos interesan porque son nuestros, y nos complacemos o no con ellos según correspondan o no a lo que nos gustaría que fueran, así en nuestra imaginación percibimos en la mente de otro algún pensamiento sobre nuestra apariencia, modales, metas, hechos, carácter, amigos y demás, que nos afecta de diversas formas.
Una auto-idea de este tipo al parecer tiene tres elementos principales:
- La imaginación de nuestra apariencia a la otra persona.
- La imaginación de su juicio sobre esta apariencia.
- Algún tipo de auto-sentimiento, tal como orgullo o mortificación.

- La comparación con un espejo, a penas sugiere el segundo elemento, el juicio imaginado, que es completamente esencial. Lo que nos mueve al orgullo o la vergüenza no es el mero reflejo mecánico de nosotros mismos, sino un sentimiento imputado, el efecto imaginado de este reflejo en la mente de otro. Esto es evidente, porque toda la diferencia con nuestro sentimiento la produceel carácter y peso de ese otro, en cuya mente nos vemos. Nos avergonzamos al parecer despreocupados en presencia de un hombre responsable, cobardes en presencia de un hombre valeroso, groseros a los ojos de un hombre refinado, etc. Siempre imaginamos, y al imaginarnos compartimos, los juicios de otra mente. Un hombre hará alarde ante una persona de una acción -alguna transacción astuta en el negocio-, que le avergonzaría confesar a otro."

Ch. H. COOLEY, Human Nature and Social Order, Schocken, New York, 1964, pág.18 y ss.