|
Base documental
d'Història Contemporània de Catalunya.
Guerra Civil (1936-1939) - Revolució/Guerra (1936-1939)
Font:
MONTSENY, Federica: El anarquismo
militante y la realidad española ( Extracto de la
conferencia dada por nuestra compañera Federica
Montseny, en el Coliseum). Boletín de Información
C.N.T. i F.A.I .(4 de Marzo 1937). Hoja 4-6.
Text:
Camaradas y amigos:
He aceptado el honor de iniciar ese ciclo de
conferencias, con la complacencia del que ha de cumplir
un deber impuesto por si mismo, con la complacencia del
que ha de cumplir un deber impuesto por si mismo, pues
quien ha situado la posición del anarquismo clásico, ha
de situar hoy también al anarquismo en la posición
exacta a que le han llevado los acontecimientos que
estamos viviendo.
Nosotros como anarquistas, no hemos rectificado nada de
lo que era consubstancial con nosotros mismos. Era
preciso hacer esta declaración. Somos anarquistas,
continuamos siéndolo y perseguimos el logro de los
mismos ideales de siempre. Los acontecimientos no tienen
nada que ver con lo que es y seguirá siendo el
movimiento anarquista español. En ningún país como en
España se ha incubado el movimiento anarquista.
Nadie pudo prever los acontecimientos que siguieron al 19
de julio: sin embargo, nosotros no perdíamos la visión
real del momento y continuábamos actuando como hasta
entonces, pues desde el advenimiento de la República
ninguna organización como la nuestra dió tantas pruebas
de fervor revolucionario. Un socialismo reformista, un
acontecimiento casi general había ido conteniendo el
proceso revolucionario. Fué necesaria nuestra
constancia, el acicate, lo que podríamos llamar nuestra
locura, para el desgaste de las fuerzas que se oponían a
los avances del proletariado, consiguiendo también que
el propio socialismo reformista se situara en una
posición revolucionaria. Y así llegamos a la
militarada, a la que hizo frente el proletariado
determinando con su resistencia heróica los
acontecimientos y surgiendo una aurora nueva. Se produce
en España un movimiento de masas y nuestro pueblo se
lanza a una revolución que no tiene nada de común ni
con la Revolución rusa ni con otros movimientos. No
hubiera habido revolución si no hubiésemos nosotros
preparado al pueblo. Es este nuestro triunfo y el
galardón más preciado que tenemos los anarquistas.
Sin que la filosofía anarquista haya sido rectificada,
hemos sabido adaptarnos a las circunstancias.
Si el día 19 de julio hubiésemos ido a la realización
totalitaria de nuestros ideales libertarios, el hecho
habría sido catastrófico, como si lo hubiesen intentado
comunistas estatales o socialistas. Con ello habría
quedado roto un frente de lucha. Por eso hemos sido
nosotros los primeros en dar la nota de ponderación en
las aspiraciones. La lucha del pueblo español contra el
fascismo internacional, era ya de por sí bastante audaz
y grandiosa para un pueblo casi desarmado, un pueblo que
necesita varios días para agitar la conciencia de los
otros pueblos, pero ello no fué lo suficiente y nos
encontramos solos con nuestro espíritu de querer ser
libres a la tendencia autoritaria del fascismo
internacional. Nosotros representamos un movimiento
contra los imperialismos siempre agresivos de Italia y
Alemania. Y es ya de por sí tan grande esta lucha, que
el triunfo sobre el fascismo ya merecía el sacrificio de
nuestras vidas.
Nosotros, los anarquistas españoles, dándonos cuenta de
las imperiosas necesidades que exigen las realidades del
momento, hemos seguido una linea de conducta, cuya
finalidad tendía a que no se repitiera lo que ocurrió
en Rusia, donde el anarquismo, a pesar de su
potencialidad, fué desplazado de la dirección de la
revolución por una organización minoritaria.
Eramos nosotros el 19 de julio, el movimiento obrero más
importante de España, al menos en Cataluña, y podíamos
habernos lanzado a la aventura de una conquista
totalitaria de nuestros ideales. No lo hicimos por no
malograrlo todo.
Con nuestra actitud hemos evitado que alguien oudiera
terminar la fermentación popular por medio de una
dictadura.
La intervención de la C.N.T. en el Gobierno central y en
el Consejo de la Generalidad de Cataluña, ha conseguido
que el movimiento anarquista no se viera desplazado de la
dirección de la revolución.
Se necesitaba un verdadero frente único de todo el
proletariado y de todos los elementos antifascistas para
oponer un valladar infranqueable al fascismo
internacional, que de la península había hecho campo de
operaciones y ahora este pueblo que va venciendo a los
fascistas, avanza socialmente creando un nuevo concepto
de la vida, una nueva sociedad.
Decidme si no es grande lo que estamos haciendo? Cuando
contemplemos las horas que estamos viviendo nos
asombraremos de nosostros mismos. Y pensaremos cómo ha
sido posible que hayamos podido vencer tan grandes
obstáculos ?.
De todos los problemas que plantea la hora presente, el
de la guerra es la más simplista porque para la misma se
ha podido conseguir y mantener la unidad de todos los
obreros republicanos, socialistas, comunistas y
anarquistas, los que saben que el fascismo representa a
la estrangulación, algo más duro que la dictadura
pasada, porque en el movimiento fascista español se ha
ingertado el fascismo alemán o italiano.
El odio al fascismo, el deseo común de vencerlos nos
une, pero ahora imaginad el panorama una vez terminada la
guerra, con diferentes fuerzas ideológicas, que
propugnarán para imponerse unas a otras. Una vez
terminada la guerra se volverá a situar de nuevo en
España el problema, con las mismas características que
se situó en Francia y en Rusia. Nosotros, hoy ya debemos
situarnos. Hemos de precisar nuestros puntos de vista
para que los otros partidos sepan a qué atenerse, y
podamos todos de una manera franca, leal, encontrar esa
unidad precisa para el día de mañana. hemos de buscar
la plataforma, el punto de contacto, que nos permita, con
la mayor libertad y con un mínimo plan de realizaciones
económicas, continuar el camino emprendido hasta llegar
a la meta.
Ya hemos hablado nosotros de los que queremos una vez que
haya terminado la guerra. Lo que decimos hoy lo veníamos
diciendo antes de la guerra. Y decíamos que había algo
consubstancial con la historia de España, con las
aspiraciones del pueblo que se manifestaba en cada
momento de eclosión de la conciencia, el movimiento de
los Comuneros de Castilla, el de los segadores catalanes,
que desde muy lejos afirma la posición de nuestro pueblo
contra el Poder centralizador y absorbente, esta
aspiración, admiración de los otros países que se
sorpredían con los aires de libertad y de democracia que
la informaban y que eran la afirmación de nuestra
personalidad propia ante cuanto pudiera significar
tiranía u opresión.
Todos tenemos el mismo sentido racial de la libertad
contra la opresión, contra la humillación, y por eso en
España pudo imponerse la dictadura de Primo de Rivera,
que era de opereta, como tampoco impondrán la suya Mola
y Franco, pues nuestro pueblo prefiere la muerta antes
que la esclavitud.
Nuestro concepto de organización es simplemente
federalista. De mí en particular se ha dicho que estoy
más cerca de Pi y Margall que de Bakunin.
Yo puedo afirmar que en la interpretación filosófica,
económica y política de Pi y Margall, coincidimos todos
los anarquistas españoles, porque éste supo dar con lo
que era consubstancial con nuestro espíritu. El
federalismo es la garantía de que el resultado de la
lucha ha de ser fecundo en beneficios materiales para los
obreros de las ciudades y de los campos,haciendo de
España lo que no ha sido. Federalistas hemos de ser
todos. Federalistas han de ser los socialistas, a pesar
de su tendencia centralista, que ha tenido como
consecuencia el espíritu autoritario de Marx, que ha de
ser rectificado. Federalistas son todos los republicanos,
y federalistas hemos de ser nosostrsos aceptando la
constitución de la Federación Ibérica de repúblicas
socialistas que dará a cada región el derecho a
estructurarse a sí misma. Hasta hoy España es una
cabeza monstruosa con un cuerpo raquítico. A Madrid
afluye toda la riqueza del país.
No es posible la reconstrucción económica del país
manteniendo el poder de al burguesía. i se quisiera
restituir a la burgesía el poder, ello constituiría la
mayor de las catástrofes. Los trabajadores aceptarán
las jornadas de sacrificio para la revolución,
intensificarán la producción en beneficio de la
revolución, pero si ello se les exigiera para otra cosa
que no fuyera el triunfo de la Revolución, nada se
conseguiría , y además, los obreros no lo permitirían.
El pueblo español al luchar contra el fascismo, lucha al
mismo tiempo contra las desigualdades sociales, contra
toda una historia de siempre, en la que se le adjudica a
él el papel de víctima, contra el señoritismo del
pueblo español, aunque se le exijan mayores sacrificios
para después de la guerra y para el triunfo de la
Revolución, como tiene una moral de combate, sabrá
estar en su puesto y trabajará para él y para sus
hijos, pero nunca lo hará para que alguien redondee
solamente su fortuna; trabajará, luchará solamente para
sí y para el mañana. Que no lo olvide nadie esto. No se
trata de una guerra civil. Es la guerra del pueblo, de
los trabajadores contra el señorito, contra el militar,
contra el parásito.
Los partidos burgueses han fracasado por no haber sabido
crear una conciencia moral ni oponerse a la militarada,
dejando a los militares en libertad de acción, para que
pudieran preparar el actual movimiento facciosos, que si
no triunfó fué porque le faltó una base popular.
De ahora en adelante, parq que pueda plasmarse, la nueva
España, es necesario que todos los resortes de la
dirección del país pasen a las manos de los
trabajadores, y una vez establecido el federalismo se
impone la unidad económica de los trabajadores por medio
de la unión efectiva, constante y leal de las dos
sindicales U.G.T y C.N.T.
En España, con la economía en manos de los
trabajadores, es preciso que se acentúe la moral del
sacrificio y el sentido de responsabilidad individual y
colectiva. La moral ha de llevarnos a aceptar todas las
penalidades, al reacionamiento, las jornadas para la
reconstrucción, la honradez y la austeridad, y todos nos
hemos de sentir soldados de una gran causa, siendo
desterrados todos los privilegios. Con el sentido de
responsabilidad lograremos la desintegración de nuestros
egoismos, de nuestras ambiciones personales, para sumar
en la obra que ha de garantizar la realización de todas
nuestras ansias. Y esto que queremos, somos los primeros
en alentarlo en nosostros y en los otros.
Si en España no se ha podido destruir la autoridad en
absoluto, se van mermando sus prerrogativas con
federalismo primero, y después enseñando al hombre a
vivir sin que nadie le mande para el cumplimiento de sus
deberes, creando en él el sentimiento de la libertad
dentro de los principios anarquistas que continúan
siendo las esencias del liberalismo.
Este proletariado español, educado en tales principios y
afinada su personalidad en las realidades que impone la
lucha que lleva a cabo, será el que señalará el camino
por el que han de seguir todos los obreros del mundo para
la conquista del derecho a la libertad y al bienestar.
|