Base documental d'Història Contemporània de Catalunya.
Restauració 1 ( 1874-1898). Fonaments de la restauració (1874-1898)
 

Los niños que trabajan crecen más robustos. Article de F. Alsina. (1892)

Font:
GARCIA-NIETO, Mª Carme ( et al.): Bases Documentales, vol. IV; Madrid.1971.258-260 pp.

Comentari:
La fi de la febre d´or (1876-1886) va fer decaure momentaneament la indústria tèxtil del cotó, superada per l´exportació de productes cap al mercat colonial (Cuba).
Les limitacions de la indústria tèxtil tenia unes limitacions clares: manca de matèries primes, d´energia i de la migradesa del mercat de l´Estat Espanyol.
Els industrials davant aquestes limitacions recorrien a la mà d´obra barata per a les seves fàbriques. Les criatures i les dones varen ser els grups socials que asseguraven aquesta mà d´obra barata.
F. Alsina justifica el treball infantil, tan per la duració de la jornada de treball (9 a 12 hores), com per la poca duresa de la feina, la higiene dels locals, etc... Atribueix el mal estat de moltes criatures per paràmetres d´ordre moral com els mals costums que tenen (bars, tavernes, dedicació de temps lliures a desordres públics).
Aquest article devia ser escrit per la campanya contra el treball infantil.

Text:
Cuarenta, y aun cincuenta años atrás, las fábricas y talleres de nuestro país ya daban ocupación a centenares de niños que, siguiendo la costumbre de aquellos tiempos, habían de estar sobre el trabajo de doce a quince horas diarias, encerrados en locales bajos, de escasa capacidad, mal ventilados , faltos de luz y casi siempre húmedos en exceso. Añádase a todo esto que el trato que en aquel tiempo daban los obreros adultos a los niños que empleaban como ayudantes en sus distintas y pesadas tareas, era un trato por lo general tan duro , que llegaba a menudo a ser brutal, repitiéndose con frecuencia el triste espectáculo de ver a chicos que habían de abandonar el trabajo por no poder soportar más las verdaderas salvajadas de que les hacían víctimas, o ,las palizas y golpes que constantemente recibían de los mayores , por descuidos comunes o faltas de poca entidad; y podrá formarse aproximada idea de cómo vivían los niños obreros en los talleres y fábricas de antaño..
Y ,sin embargo, es un hecho evidentísimo que aquella familia obrera que tan penosamente hubo de hacer su aprendizaje en el trabajo, desarrollóse sana y vigorosa; llegó a la mayor edad gozando de alientos vitales incomparablemente superiores a la salud y robustez características de los niños que hoy trabajan en nuestras fábricas y talleres. Y cuenta que actualmente han mejorado tanto las condiciones higiénicas de los locales destinados a los trabajos industriales; que muchos de ellos casi todos los de construcción moderna en lo que respecta a salubridad, reúnen mejores circunstancias que las mismas habitaciones particulares o moradas de los obreros. A más de que el tiempo de trabajo que los niños han de pasar encerrados en los recinto donde tienen la ocupación ha disminuido notablemente de 12 ó 15 horas que antes era, a 9 ó 12 horas que es ahora y las labores que hoy han de ejecutar son mucho menos pesadas, debido a la mayor perfección de los procedimientos y de las funciones de ]as máquinas que paulatinamente se ha ido consiguiendo en el espacio de tiempo transcurrido desde aquellas épocas de primitivo desarrollo fabril. Debiendo notarse además a favor de los tiempos actuales, que el trato que ahora se da a los niños obreros en talleres y fábricas es más suave, mucho más humano que aquél a que antes se les sujetaba.
Como se ve, resulta del conjunto de enseñanzas que naturalmente se deducen de los hechos expuestos que la juventud obrera de antes, con todo y tener que sujetarse a vivir oprimida dentro del raquítico molde de aquellas pasadas condiciones de trabajo que tan insanas se consideraban, constituía una juventud mucho más robusta, que crecía más fuerte y se desarrollaba con más virilidad que los niños y la juventud que hoy se forma gozando de mayor libertad y desenvolviéndose dentro de condiciones generalmente tenidas por muy superiores a aquéllas.
Enséñanos además la experiencia de cada día que los niños que trabajan en los talleres y en las fábricas emplazadas en los grandes centros de población, con todo y estar estos establecimientos más perfectamente instalados y mejor adaptados a las modernas prescripciones de la higiene que los establecimientos rurales; y a pesar de ser más corto su tiempo de trabajo en las fábricas y talleres de aquellos grandes centros que en los talleres y fábricas alejados de ellos, crecen más flacos, resultan más débiles, aparecen pálidos, y‚ vémosles menos ufanos, con menos salud que sus pequeños hermanos obreros de fuera que han de ganarse la subsistencia en peores condiciones.

Por manera que las enseñanzas de hechos que se ven y se sienten y se tocan por doquiera que la industria está arraigada de tiempo bastante para haberse podido formar una generación enteramente fabril, dicen alto y cantan claro que faltan a la verdad, que mienten descaradamente cuantos filántropos de plazuela mendigan admiraciones y popularidades, pulsando a ratos la tan socorrida cuerda de la pública sensiblería, pintando de negro la suerte de los niños obreros de nuestras fábricas y talleres e indicando como causa principal de su enfermizo aspecto el ambiente que se respira, la labor que se hace y el trato que se da en los establecimientos industriales de nuestra tierra.
Y al propio tiempo nos enseñan los hechos que nos rodean, y la experiencia nos lo demuestra, que el decaimiento físico, que el temprano quebrantamiento de la salud de gran parte de la masa obrera de nuestras villas y ciudades donde se ha establecido en gran escala el trabajo industrial, no proviene, no, de permanecer los obreros demasiadas horas reclusos en los abrigados recintos de trabajo, ni tiene su origen en el constantemente removido y más o menos polvoriento aire de las cuadras de los establecimientos fabriles, ni debe su causa a las reglamentadas costumbres que cada labor impone a cuantos la practican; sino que casi siempre proviene de las largas horas que al descanso de la noche se roban para malgastarlas en desórdenes que destruyen la naturaleza; tienen su origen en el corruptor y fatal ambiente del café cantante; debe su causa a las orgías tabernarias, a la estúpida vanidad de estirar la pierna más de lo que alcanza la manta, y en general al completo desarreglo de las buenas y sencillas costumbres que sostuvieron la salud y conservaron la virilidad de nuestros antepasados.
Casi en absoluto puede afirmarse que a nada más que a esas degradantes causas se debe la espantosa cifra de niños esmirriados y contrahechos, cuyo número vemos aumentar más de día en día en las labores de los talleres y de las fábricas de los grandes centros industriales de nuestra tierra.
i Pobres niños! i Infelices hijos que llevan el estigma de los pecados de sus padres! Mísera entallada de averiados troncos de roble, impotentes para echar sanos brotes; carcomido el tuétano, sólo pueden engendrar carrizo.
Su mal tiene origen fuera del trabajo y únicamente en su origen puede combatirse. Déjense, pues, por ahora, reglamentaciones de trabajos que no causan daño alguno, y váyase directamente a lo que importa; procédase con energía en la ordenación e imposición de sanas costumbres familiares y sociales. Aplíquense justas leyes que repriman y dominen el desbordamiento de las pasiones que tan funestos efectos producen; adóptense serias disposiciones y radicales procedimientos que cautericen la gangrena que amenaza acabar con la vitalidad de uno de los mas importantes miembros del organismo social; tómense medidas eficaces que destruyan la carcoma que corroe los troncos, y, no temáis, que éstos revivirán y retoñarán de nuevo, echando pimpollos sanos, vigorosos y fuertes como los de otros tiempos.

 
 

Tornar a la pàgina inicial

Tornar a índex d' etapa