DE 
          UNA TIERRA (II)
        Me alegraba sentir en el bosque
          el sonido del hacha del leñador
          en la cremosa quietud del aire
          fragante de ruda y humo de madreselva.
          Tu, leñador, como un dios abates
          árboles de sueño, de leyenda oscura,
          en el aire mágico de las soledades.
          Allí, en verano, la brisa murmura,
          la abeja liba romeros hechizados
          y corre una agua cristalina y dura.
        (Versió de Sebastià Goday)