EJERCICIO 2 (extraído de Carolina Figueras y Marisa Santiago, "Planificación" en Estrella Montoliu (coord.), Manual práctico de escritura académica, Ariel (Ariel Practicum), vol. II, pp. 17-19, Barcelona, 2000)

 

            El tema de un texto no está necesariamente relacionado con su finalidad. Los siguientes fragmentos hablan sobre un mismo tema: la astrología. Sin embargo, persiguen metas diferentes. ¿Qué objetivos intenta conseguir el escritor de cada uno de ellos?

            Texto 1

LA MUJER LIBRA-HOMBRE ESCORPORION

            La mujer Libra deberá apelar a todas sus considerables reservas de simpatía y tacto para aprender a tolerar los excesos de melancolía y largos silencios de este hombre. Él no la ha abandonado: se limita a alejarse de la costa un poco más que de costumbre, nadando por las aguas más profundas de la meditación sobre los misterios de la vida, y no necesita un custodio que flote junto a él. Pretende emprender solo estas excursiones nocturnas. La cháchara, o las preguntas insistentes como “¿En qué piensas?” o “¿Por qué estás tan callado, cariño?”, las contestará con una mirada fría y más silencio. Incluso los Escorpiones más locuaces, con varios planetas en Géminis, Aries o Leo, tendrán momentos de introspección.

            Al comienzo, el hecho de que él se comunique mejor con una mirada, o quizá con un toque, en tanto que ella se comunica mejor utilizando los medios que les fueron dados a todos los seres humanos para comunicarse, verbalmente, con sonidos llamados palabras, generará no pocas tensiones entre ambos. A un Escorpión, aunque sea muy gregario en otras áreas de la vida, nunca le será fácil mostrarse excesivamente locuaz cuando exprese sus sentimientos emocionales, sexuales o románticos. Si existe un aspecto Sol-Luna armonioso entre sus cartas natales, ella entenderá esta actitud, empezará a medir sus palabras y se comunicará más a menudo a través de su sonrisa radiante de Libra ... y de su elocuente silencio.

(L. Goodman [1980], Los signos del zodíaco y el amor, Barcelona, Urano, 1988, pp. 742-743)

 

            Texto 2

NOSOTROS Y LAS ESTRELLAS

 

            La astrología es una seudociencia particularmente difundida. Los estantes de las librerías están atentados de libros sobre este tema y casi todos los periódicos publican diariamente un horóscopo. Según una encuesta Gallup de 1986, el 52% de los adolescentes norteamericanos cree en la astrología, y una inquietante cantidad de gente de todas las edades parece aceptar algunas de sus antiguas pretensiones. Y digo “inquietante” porque, si la gente cree en los astros y la astrología, da miedo pensar en quién o en qué más puede llegar a creer. Y es particularmente inquietante cuando, como el presidente Reagan, tiene un inmenso poder para actuar sobre la base de estas creencias.

            La astrología sostiene que la atracción gravitatoria de los planetas en el instante del nacimiento ejerce cierto efecto sobre la personalidad. Esto resulta muy difícil de tragar, por dos razones: a) no se indica, ni mucho menos se explica, por medio de qué mecanismo, físico o neurológico, actúa esta atracción gravitatoria (o de la clase que sea), y b) la atracción gravitatoria del tocólogo que asiste al parto sobrepasa con mucho la de los planetas correspondientes. Recuérdese que la fuerza gravitatoria que ejerce un objeto sobre un cuerpo –un recién nacido, por ejemplo- es proporcional a la masa del objeto e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre objeto y cuerpo ... en este caso el niño. ¿Significa esto que los niños nacidos de partos asistidos por tocólogos gordos tienen rasgos de personalidad claramente distintos de los nacidos en partos asistidos por tocólogos delgados?

[...]

            Se han llevado a cabo experimentos (recientemente lo ha hecho Shawn Carlson, de la Universidad de California) en los que un astrólogo recibía tres perfiles de personalidad anónimos, uno de los cuales correspondía al cliente. Éste les daba todos los datos astrológicos significativos relacionados con su vida (por medio de un cuestionario, y no cara a cara), y se pedía al astrólogo que terminara el perfil de personalidad del cliente. Había 116 clientes y fueron presentados a treinta astrólogos de primera línea (según la opinión de sus colegas) europeos y americanos. El resultado fue que los astrólogos escogieron el perfil de personalidad correcto de los clientes en uno de cada tres casos, es decir, el mismo que daría el puro azar.

            [...]

            ¿Por qué, entonces, tanta gente cree en la astrología? Una razón obvia es que las predicciones de los astrólogos son generalmente tan vagas que permiten que la gente interprete de ellas lo que la gente quiera, otorgándoles así una veracidad no inherente a las propias predicciones. Es más probable que recuerden las “predicciones” verdaderas, que sobrevaloren las coincidencias y que se olviden de todo lo demás. Otras razones son su antigüedad (claro que el homicidio ritual y los sacrificios humanos), la sencillez de sus principios y la consoladora complejidad de su práctica, además de su lisonjera insistencia en la relación entre la inmensidad estrellada de los cielos y el hecho de que uno vaya a enamorarse o no este mes.

            [...]

            El mejor antídoto contra la astrología en particular y contra la seudociencia en general es, como ha dicho Carl Sagan, la verdadera ciencia, cuyas maravillas son igualmente asombrosas y tienen la virtud adicional de que probablemente sean reales.

 

(J.A. Paulos [1988], El hombre anumérico. El analfabetismo matemático y sus consecuencias, Barcelona, Tusquets, pp. 90-94)

 

            Texto 3

DIVIÉRTASE CON LA ASTROLOGÍA

2° Estratagema astrológica

La apertura “Ya sé de qué signo del zodíaco es”.

Recomendamos utilizarla solamente de vez en cuando. Consiste en ir diciéndoles a un grupo de gente a qué signo pertenecen. Hay dos maneras de hacerlo:

a)                  Puede aprender los atributos de todos los signos y luego aplicarlos a lo que usted ya sabe sobre la personalidad de cada uno y calcular sistemáticamente el signo correcto (no recomendado), o bien

b)                 Preguntarles con antelación la fecha de su nacimiento (con la seguridad de que no se van a acordar [de que se lo ha preguntado], ver qué signo solar les corresponde y, llegado el caso, recitarlo de memoria (recomendado).

El efecto es asombroso. No importa si desconoce algunos de ellos. Intente adivinarlo (tiene una probabilidad entre doce). Si por casualidad se equivocara puede encubrir el error con un par de estratagemas, por lo menos.

1)                  Pregunte inmediatamente el día del nacimiento y luego sonría amablemente diciendo: “Ah, claro. Cerca de la cúspide” (entre el 19 y el 24 de cada mes). De todos modos si las personas implicadas no parecen entender mucho sobre el tema, ésta es una buena salida aplicable a cualquier día del mes.

2)                  Pregunte a la persona en cuestión cuál es su Ascendente. Si lo sabe, limítese a sonreír y cambie de tema de conversación. Cualquiera que conozca su Ascendente es probablemente un experto (es decir, habrá leído algún libro sobre Astrología). Si no lo sabe, tiene el campo libre. Pongamos por caso que acaba de intentar adivinar el signo de alguien y que su propuesta ha recaído sobre el signo de Virgo, pero que este alguien le informa de que en realidad es Aries: ni tan siquiera merece la pena mostrarse turbado. Diga simplemente: “pero apuesto a que tiene el Ascendente en Virgo”.

Explique que el Ascendente muestra nuestra personalidad interna y que han sido sus poderes mediúmnicos y su hipersensibilidad lo que le ha permitido ver su verdadera personalidad interna. Intente no reírse al decir eso.

(A. C. Rae [1987], Cómo dárselas de experto en adivinación del porvenir,  Barcelona, Mondadori [Guías del enterado], 1988, pp. 13-22)

 

Conclusiones parciales

 

Los textos científicos

 

eL TEXTO COMO INTERACCIÓN ENTRE EL EMISOR Y EL RECEPTOR

 

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